Suplementos | por: luna que se quiebra Un frapuchino y en Sanborn’s Noooo volveré, te lo juro por Dios que me mira Por: EL INFORMADOR 14 de febrero de 2009 - 01:29 hs “No hay derecho”, le dije a mi confidente Irma Ponecierres mientras ella tomaba su frapuchino mirándome con sus ojotes. “Sí, sí hay”, me dijo con tranquilidad. Mientras mi autoestima iba quedando como tapete, le terminé de contar la siguiente historia. En mi andanza amorosa con el ranchero cantador -bautizado como Pedro Infante en esta serie de tropiezos emocionales-, pues que me voy enterando de una novedad (¡que además, no era novedad!): que el susodicho en cuestión tenía novia comprometida y todo. Una muchachita linda de Ciudad Guzmán que se llamaba Laura. Pues Laura y Lunita, o sea yo, eran las mujeres amadas de nuestro Pedrito, sólo que a mí nadie me avisó. Pos cómo, pienso, si se la vivía en mi casa, llegaba con flores, me regalaba caballos, me llevaba serenta ¡ajúa! y además me daba unos besotes... y ora resulta que tenía su novia y formal. Total de que no me sale nada bien. Ni portarme bien. Qué calamidad. Al muchacho -como cientos de hombres en México y Latinoamérica- aún con su novia, yo le gustaba mucho y pos yo soy hombre, me dijo, pero no te agüites mi Lunita, tu me gustas más. Y aunque la verdad a mí no me importaba -he de recordar que mi relación con el fulano tenía que ver con hacerme diciembre más amable y no por otra cosa-, me explicó que ya había “echado” plática con la familia de Laura pa’ un casorio y a mí no podía “hablarme” en serio aunque me quisiera más. Lo peor no es eso, lo peor de lo peor es que Laura -tan bonita de su carita, jovencita y todo-, había estado enterada en todo momento, de todo lo que su Pedrito hacía, incluidas las llevadas de serenata, los caballos regalados, los besos robados, las salidas de mi casa a las tres de la mañana, los poemas bajo la Luna.... Toda mi intimidad en boca de todo mundo o bueno, de la familia de Laura (por lo menos de su mamá). Sí me indigné. El engaño del ranchero como sea. ¡Mi vida íntima! Laurita había sido educada para aguantar que el novio o el marido anduvieran con otras mujeres, mientras ella permanecía calladita y bonita (¡Por eso hay tanto cáncer femenino!) Pero a mí nadie me avisó lo que iba a pasar. Me sentí timada, invadida, denigrada. Lo triste es que Laura aguantó todo mi amorío porque las mujeres de su pueblo le decían que no se preocupara, que “ella era la buena”. ¿La buena? ¿La buena para qué? ¿Es ganar haberse quedado con un rufián que no tiene respeto por las mujeres? ¿De qué sirve aguantar con un silencio si ya te han engañado? Pobre de Laura y de todas las Lauras de este país. Por otro lado, me sorprende la calidad de mi ceguera.... Yo que había actuado de buena fe, había sido timada por un tipo que no solamante está acostumbrado a hacer lo que quiere con las chicas, si no que es una costumbre solapada por madres y padres en muchos hogares mexicanos. Y todos contentos... menos yo. Búscanos en Facebook(Tapatío De El Informador)Manténte en contacto: tapatio@informador.com.mx Temas Tapatío Lee También Museo JAPI: Color, juego y abstracción La vida en México comienza en el mar Las Chivas de Gabriel Milito se estrenan con empate ante Tapatío en duelo amistoso Portada: Yordanka Olvera, la chica de la taza Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones