Suplementos | Dinámica pastoral UNIVA Tú eres mi hijo predilecto La vida de Jesús transcurre, durante cerca de 30 años, en el silencio y el recogimiento de su hogar en Nazaret. Este día la liturgia conmemora el inicio de su vida pública. Jesús se integra a la multitud de penitentes humildes para recibir también el bautismo de Juan Por: EL INFORMADOR 13 de enero de 2013 - 04:42 hs / LA PALABRA DE DIOSPRIMERA LECTURA:Isaías 42, 1-4. 6-7 “Miren a mi siervo, a quien sostengo, a mi elegido, en quien tengo mis compacencias. En Él he puesto mi espíritu para que haga brillar la justicia sobre las naciones” SEGUNDA LECTURA:Hechos de los Apóstoles 10, 34-38 “Dios no hace distinción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia” EVANGELIO:San Lucas 3, 15-16. 21-22 También Jesús fue bautizado, y del cielo llegó una voz que decía: Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco” REFLEXIONANDO LA FE...Un Dios con manos de hombre El Hijo de Dios “trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre”. Haciendo referencia a las palabras de la constitución conciliar Gaudium et spes el Papa Benedicto XVI evidencia “la grande y maravillosa riqueza del misterio de la Encarnación”: misterio de un Dios “que descendió de su Cielo para entrar en nuestra carne” y abrirnos de este modo “el camino hacia su Cielo, hacia la comunión plena con Él”. Se trata de una verdad a la que “estamos tan acostumbrados que casi ya no nos asombra la grandeza del acontecimiento que expresa”, ocupados como estamos sobre todo por los “aspectos exteriores” de las fiestas navideñas. Es preciso por lo tanto “recuperar el asombro ante este misterio”, dejándonos “envolver por la grandeza de este acontecimiento: Dios, el verdadero Dios, Creador de todo, recorrió como hombre nuestros caminos, entrando en el tiempo del hombre”. En el centro de la Encarnación está la lógica de la “gratuidad del amor hizo de su Hijo único un don para nosotros, asumió nuestra humanidad para donarnos su divinidad”. Por lo demás, “también en nuestro donar no es importante que un regalo sea más o menos costoso; quien no logra donar un poco de sí mismo, dona siempre demasiado poco”. En el misterio del Dios hecho hombre se contiene todo “el inaudito realismo del amor divino». Cristo, en efecto, se encarna en un tiempo y en un lugar determinado, crece en una familia, tiene amigos, trabaja con un grupo de discípulos. Este modo de obrar representa “un fuerte estímulo para interrogarnos sobre el realismo de nuestra fe, que no debe limitarse al ámbito del sentimiento, de las emociones, sino que debe entrar en lo concreto de nuestra existencia, debe tocar nuestra vida de cada día y orientarla también de modo práctico”. De este modo, la Encarnación da vida también a “una nueva creación”, porque “sólo en Jesús se manifiesta completamente el proyecto de Dios sobre el ser humano: Él es el hombre definitivo según Dios”. JESÚS HACE FILA Era un rito de inmersión en las aguas del Río Jordán, un símbolo de purificación interior y, asimismo, la señal que testimoniaría la aceptación del mensaje de penitencia proclamado por el Bautista, al cual recurrían muchas personas, en razón de la credibilidad de Juan, y ante el reconocimiento de las faltas personales. San Lucas describe en su evangelio los signos admirables que manifiestan quién es Cristo. Mientras éste oraba se abrió el cielo, y el Espíritu Santo bajó sobre Él en la forma sensible de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: “Tú eres mi Hijo amado; en ti me complazco”. Así, en un momento de suma humillación, cuando Jesús, haciéndose solidario con los demás, se forma en la fila de los pobres arrepentidos, recibe del Padre celestial el máximo honor de ser presentado oficialmente como el verdadero Hijo de Dios, el único, el predilecto, en el cual el Padre se complace desde la eternidad en el amor del Espíritu Santo. ENVIADO DEL PADRE El prefacio de la Misa de hoy explica el segundo signo admirable de aquel día: el Espíritu Santo, descendiendo en forma de paloma, manifiesta que Cristo era ungido con el óleo de la alegría y enviado a evangelizar a los pobres. Juan el Bautista dijo una vez a los judíos: “En medio de ustedes está uno al que no conocen. A nosotros también nos hace falta progresar continuamente para conocer mejor el misterio de Cristo. La fiesta de hoy nos enseña la suprema dignidad que tiene como verdadero Hijo de Dios y con qué grado de humildad Cristo, el Ungido, quiso empezar su misión mesiánica para reparar las innumerables faltas de nuestro orgullo. Se repite lo que pasó en Navidad: Jesucristo no se impone con su omnipotencia divina, sino que se empequeñece lo más posible para atraernos libremente y convencernos de que para Dios sólo el amor cuenta. De ese modo, la lectura del profeta Isaías muestra al Hijo elegido como Siervo de Dios, que no grita ni hace oír su voz por las calles. Las palabras que el profeta Isaías aplica al Mesías elegido se pueden aplicar, a la vez, a cada uno de los bautizados: “Te he llamado en justicia, te tomé de la mano, te formé, y te he destinado a ser alianza del pueblo y luz de las gentes”. Así, esta fiesta no sólo revela los rasgos esenciales del misterio de Cristo, sino que también nos hace conocer quiénes somos nosotros. TAMBIÉN NOSOTROS Antes del bautismo no somos más que hombres injustos, seres como cañas resquebrajadas, como mechas que aún humean, como ciegos cautivos en prisión perpetua, habitando todos en tinieblas. Por la Iglesia, que continúa la obra mesiánica de Cristo y que es la luz de las naciones, “hemos recibido un baño de regeneración y de renovación en el Espíritu Santo”. Cada palabra del ritual bautismal es importante para enseñarnos nuestra nueva dignidad de verdaderos hijos de Dios. Hay un rito que nos manifiesta cómo nos unimos a Cristo, el Ungido, y, en consecuencia, cómo debemos participar en su misión mesiánica cada uno, todos sin excepción; es la unción con el santo crisma que se hace inmediatamente después del bautismo, mientras el sacerdote reza: “Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que los ha librado del pecado y les ha dado la nueva vida por el agua y el Espíritu Santo, los unja con el crisma de la salvación, para que, incorporados a su pueblo, sean para siempre miembros de Cristo Sacerdote, de Cristo Profeta y de Cristo Rey” ¡El bautismo otorga una inmensa dignidad a quien lo recibe! A cada bautizado el Padre celestial le declara: “Tú eres ahora mi hijo”. Para todos los bautizados es válido lo que expresa la oración después de la comunión: “Concédenos Señor, escuchar con fe tu palabra, para que así podamos llamarnos hijos tuyos y serlo de verdad”. DESDE LAS LETRASBautismo del señor Liturgia de las horas A la orilla del Jordán, descalza el alma y los pies, bajan buscando pureza doce tribus de Israel. Piensan que a la puerta está el Mesías del Señor y que para recibirle gran limpieza es menester. Bajan hombres y mujeres, pobres y ricos también, y Juan, sobre todos ellos, derrama el agua y la fe. Mas ¿por qué se ha de lavar a la Pureza, por qué? Porque el bautismo hoy empieza y ha comenzado por él. Temas Fe. Lee También Evangelio de hoy: Jesús se deja encontrar en nuestro sufrimiento Evangelio de hoy: El justo vivirá por su fe Evangelio de hoy: El inmenso abismo Evangelio de hoy: La lógica del mundo y la lógica del Reino Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones