Martes, 10 de Diciembre 2024
Suplementos | El rey había nacido en Belén, y aunque muchos ignoraban este suceso

Tres regalos, tres significados

Dios había encontrado a un grupo de sabios, quienes se dedicaban, entre otras cosas, a la astronomía

Por: EL INFORMADOR

     El rey había nacido en Belén, y aunque muchos ignoraban este suceso, en el calendario de Dios las cosas seguían su curso predeterminado. En regiones al oriente de Israel, Dios había encontrado a un grupo de sabios, quienes se dedicaban, entre otras cosas, a la astronomía. Para ellos fue evidente que un suceso extraordinario, como la aparición de una estrella especial, estaba anunciando un evento extraordinario, como el nacimiento de un rey.

     Estos hombres no sólo se interesaron por los detalles científicos de la extraordinaria aparición de la estrella, sino que de alguna manera entendieron que ese astro anunciaba el pronto nacimiento de quien sería rey de los judíos.

     La intención de ellos no sólo era visitar al bebé, sino adorarlo de la manera en que sólo Dios puede ser reverenciado. Al mismo tiempo llevarían regalos que fueran dignos de un gran rey. El evangelista Mateo nos dice que los presentes consistían en oro, incienso y mirra. Debido a la naturaleza de los regalos, se ha deducido que los magos de oriente eran tres, pero el relato bíblico no lo dice claramente; sin embargo, podemos aprender cosas interesantes, si consideramos la cuidadosa elección de los regalos que recibió el Señor.

     El oro confirma la realeza de Jesús, quien nació de la manera más humilde posible, pero nunca dejó de ser rey, sólo que fue el rey más humilde y accesible que alguna vez pisó esta tierra. El mismo Jesús, muchos años después, estando delante de Poncio Pilato, reconoció que su reino existía, pero que no era de este mundo. Con todo, el oro representa el reconocimiento de que ese dulce bebé que descansaba en los brazos de María, era el Rey de los reyes y Señor de los señores. Recibió un reino que nunca terminará, y que su tamaño no tendrá fin.

     El incienso no sólo era una ofrenda olorosa que agradaba al que lo recibía, sino que tiene que ver con la función sacerdotal de Cristo. Dios siempre había querido estar cerca de la gente, pero no existía un puente que pudiera conectarlo, ya que los pecados de las personas las alejaban de Dios. Por eso apareció Jesús, el camino al Padre, a través de quien la relación podría reanudarse. Esta fue la función de Jesús: ser el sumo sacerdote que acercara a Dios con la gente; por eso uno de sus nombres fue Emmanuel, que significa “Dios está con nosotros”. Como sacerdote, Jesús hasta el día de hoy es nuestro intercesor, quien no sólo se compadece de nosotros, sino que aboga ante el Padre para que seamos perdonados en función de la sangre que Él derramó; sólo que esa sangre no era la de una oveja sacrificada, sino su propia sangre entregada.

   La mirra honra el sufrimiento de Cristo, quien un día sería sacrificado de la manera más cruel, sobre una cruz. La mirra era uno de los ungüentos usados para amortajar a los que eran enterrados, como parte del proceso funerario en tiempos de Jesús. Las personas eran envueltas en lienzos que cubrían todo su cuerpo, y entre cada capa de tela se esparcían especias olorosas y mirra, lo que prevenía la descomposición temprana del cadáver y proveía un olor agradable para la tumba. Desde su miemo nacimiento, el Hijo de Dios recibía un regalo que ya señalaba su destinno y la razón por lacual vino a la tierra.

     De manera que la adoración de los magos de oriente, que viajaron hasta Belén para adorar al rey de los judíos, no fue un asunto circunstancial, ni un elemento anecdotario, sino una señal profética que confirmó el plan de Dios para salvar a la humanidad.

Angel Flores Rivero
iglefamiliar@hotmail.com

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