Lunes, 27 de Octubre 2025
Suplementos | Las legendarias calles nos fueron mostrando algunas atractivas fachadas

San Blas

Al pie del cerro San Basilio, en su lado oeste, se localiza el sosegado poblado de San Blas

Por: EL INFORMADOR

Al pie del cerro San Basilio, en su lado oeste, se localiza el sosegado poblado de San Blas.

Luego de admirar los lagartos del cocodrilario nos dirigimos a disfrutar la tarde en San Blas, bonita población rodeada por esteros, cocotales y lagunas, donde bullen pichichis y albatros. La corriente de los esteros varía dependiendo de el flujo y reflujo de la marea. Fincas coloniales embellecen el pueblo, tales como La Aduana, casa Delius y otras, testigos de la longevidad y de sucesos trascendentales.

Caminamos pausadamente por las legendarias calles, y nos fueron mostrando algunas atractivas fachadas, con vanos verticales y tejados a dos aguas, unas con espléndidas huertas refrescadas por la brisa del Océano Pacífico.

Nos detuvimos a observar la bizarra portada de la capilla. Gruesos muros de piedra aparente abrazan los vanos, en su lado derecho terminan en contrafuerte. La puerta principal es muy esbelta, tiene columnas dóricas que soportan un atractivo arco de piedra en medio punto. A cada lado de la puerta hay dos vistosas y salientes columnas redondas con capiteles jónicos, las cercanas a la puerta ligan con la señorial cornisa, arriba una barbacana fue rematada en triángulo y en su parte superior posa una cruz, y a los costados de la barbacana luce una balaustrada. Entre las columnas salientes hay una espigada ventanas conopiales.

Del lado izquierdo se encuentra el legendario campanario, su planta arquitectónica es cuadrada y es de dos cuerpos, el primero con un arco apuntado por cara, el segundo es ochavado y con una carátula redonda por lado, el reloj se detuvo hace bastante tiempo. Se inició en 1808 y se terminó en 1878, siete décadas, toda una vida. El tres de febrero se festeja al santo patrono, San Blas, nombre que se le dio en honor a un fraile jesuita llamado Blas.
En 1882, Henry Wadsworth Longfelow escribió, “Las campanas de San Blas”, poco antes de que la muerte lo sorprendiera, unos renglones dicen:

“...para mí las campanas de San Blas
poseen una extraña y salvaje melodía
las campanas en vaivén de acá para allá
verdecen con moho y orín..
blancas palomas prendieron el aire,
idénticas a almas níveas de santos.
Dejando atrás las sombras de la noche
El mundo rueda hacia la luz:
El alba surge dondequiera”.

De la capilla anduvimos por la plaza, donde saboreamos unos mangos, luego fuimos al “San Blas Social Club”, nos sentamos en la curveada barra, escuchamos jazz y saboreamos frías bebidas, a Nicolás le agradó un simpático avión que colgaba del techo, de cuando en cuando pasaban ciclistas, disfrutando del viento y de su desplazamiento en el pueblo portuense. Severiano Ocegueda citó La epopeya de San Blas, y un párrafo se lee:

“Frente a ti la inmensidad
azul, extiende su manto;
azul de cielo y de mar
que se están dando la mano.
Veo tus selvas, a lo lejos,
Como un lienzo de esmeraldas,
Y el mar le teje los flecos
Con hilos de espuma blanca”.

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