Palabras… y esculturas efímeras

GUADALAJARA, JALISCO (03/FEB/2013).- Dudé muchísimo para escribir este relato sobre lo que es efímero. Se me empezó a trabar la lengua y comencé a decir unas costras por ostras tratando de explicarlo. Y… nada, que ya se me olvidó lo que les iba a platicar, quizá porque es efímero. Pero bueno, para acabar pronto: Efímero es algo que dura muy poco: la vida es un buen ejemplo; una flor; una palabra dicha al viento; una nota musical o, el endredo de las ideas morednas que es decsurebiron edn un etsduio de nua uivernsdiad inglesa, que diseian que no ipmotra el odren en le que las ltears están escriats; la uinca csoa impotratne es que la primirea y la utlima ltera estén en la psiocion cocrrtea. El odren, peude etsar totlamnete  mal, y aún aís pordás lerelo sin pobrleams.

Esto es pquore no lemeos cada ltera por si mimsa, pero la paalbra es un tdoo. ¡Esto me prease icrneilbe…! Icrneilbe em preace que no podamos endenter ol valioso que es neter un emhoroso obsque a tioro de pidera, y que nos esmetos ovlidadno de el. La Privamera se un hermoso boqsue que netemos muy cerquita; y pese a que es por desám efímero lo etsamos ovlidadno; pro eso  aporvecho praro halbar de el. No ovilden, que se muy vailoso para Guajaladara y sus habitnantes.   

Y si las palabras, por chuecas que estén y el mensaje sea tan importante ¡Efímeras son! Y el bosque… también lo es. ¡Habrá que cuidarlo…!

Las piedras que hemos encontrado en el bosque, han sido un reto y a la vez una aventura, descubriendo  en cada una, sus formas, colores, texturas, olores, temperatura, y hasta sabores, escondidas en esas bellezas mudas y estáticas que a cada paso encontramos –aparentemente anónimas– tiradas en el cerro.

¿Por qué un reto? Me preguntarán.

Pues por el hecho de poder descubrir belleza en cada una de ellas.

Y ¿por qué una aventura?

Por tratar de balancearlas en la posición más inusual, para hacer esculturas efímeras perdidas en el monte.

Sé que todo esto parece una locura; una demencia, o quizá una tontería para unos; pero para otros, estoy seguro que encontrarán en ello, una pizca de poesía, un cachito de arte, o quizá tan sólo un sueño. Pero… ¿que la vida no tiene un poco de todo esto?

¿No es una aventura dejar salir al niño que traemos dentro, para dejarlo correr por entre las piedras y las montañas para que su imaginación se desborde entre las cosas bellas que la mayoría deja pasar por alto?

¿No es una aventura meterse entre las rocas: tocarlas, sentirlas, disfrutar de sus formas, sus colores, sus olores, sus texturas y… su balance?

¿No es poesía decir algo que sea más bello que el silencio. O poder agregar a la naturaleza algo insólito bello y efímero sin lastimarla?

¿No es impresionante tener una piedra entre las manos: sentir sus formas, su peso, su textura, y realizar como la fuerza de la gravedad actúa sobre cada una de sus partes dependiendo de la posición en que se quiera  colocar?

¿No es maravilloso realizar la manera que las manos –tratando de balancearla– mandan al cerebro informaciones instantáneas y precisas sobre las fuerzas que afectan a la roca en esa inusual posición; y como el cerebro devuelve a las manos miles de fuerzas gravitacionales que afectan a la piedra para que en esa forma se mantenga en esa posición inverosímil y efímera?

Intenten hacerlo… Se que la van a gozar.

Es impresionante la sensación que se experimenta cuando el cerebro ordena a las manos dejar en paz a la piedra, porque… ¡Ya se quedó ahí parada…! ¡Es increíble…! ¡No se mueve ni se cae…!

Te vas… sigues caminando engolosinado con la escultura efímera que hiciste con las informaciones que recibieron tus manos; y… un poco después, volteas y… fuuum… ¡Ya no está tu escultura efímera! Un suave viento tiró la piedra volviendo a dejar la montaña tal cual estaba. ¿No es eso poesía?

¿No es poesía dejar salir a tu niño interior, para dejarlo retozar enrte las rocas efíremas, y balandaceno pideras y palarbas enderosas?