Messner: el monstruo de las nieves

GUADALAJARA, JALISCO (10/FEB/2013).- Una verdadera aventura no es posible si no existe el riesgo de morir”.

“La valentía es tan sólo la otra mitad del miedo”.

“Cuando empiezo el ascenso estoy tan concentrado que no existe más que la roca de la que estoy colgado”.

“La clave del montañismo es regresar”.

Son algunas de las frases célebres del insólito Messner: el monstruo del montañismo

¿Entonces, por qué arriesgar todo por subir una montaña?

“¡Tan sólo porque está ahí…!”. Era la contestación inmediata de Sir Edmund Hillary.

“Supe que la vida era algo fugaz y tenía que vivirla al máximo para alcanzar mis propias metas”, sigue diciendo Reinhold Messner; el extraño personaje italiano de habla alemana –ahora de 70 años–, quien es considerado el mejor montañista que ha existido.

Nacido en la región del Tirol del Norte de Italia, que por acuerdos de la Segunda Guerra Mundial fue separado de Austria. Sin embargo, Messner sigue viviendo en los alrededores de Bolzano, una pequeña y bella ciudad rodeada por las decenas de montañas del Tirol.

Sin embargo, lejos de estas tierras, mientras caminábamos rumbo al Everest, nos pareció asombroso realizar que junto a las humeantes chimeneas de las casas de los sherpas, donde los dioses ocupan el espacio, dos fotos aparecen siempre junto a ellos: la de Hillary y la de Messner: uno por haber sido el primero y el otro por haber sido el mejor.

Para quienes no son montañistas puede que resulte difícil comprender la magnitud de los logros de Reinhold Messner; pero trataré de hacerlos entendibles.

Sabemos que en el mundo hay 14 montañas que sobrepasan los ocho mil metros de altura; y que a partir de los siete mil, debido a la falta de oxígeno, el metabolismo se altera y la muerte empieza a suceder con increíble rapidez; por eso se le llama “La zona de la Muerte”.

Escalar esos lugares sin ayuda de oxígeno es casi un suicidio; los pulmones colapsan y el cerebro muere. Sin embargo, hay ciertas personas que con su asimilación extraordinaria y entrenamientos disciplinados logran sobrepasar estos límites: Reinhold ha sido uno de ellos.

Ha escalado los 14 enormes picos sin oxígeno; y muchos de ellos tan sólo llevando una pequeña mochila, una botella de agua… y ¡en solitario…!

Su aventura en el Everest fue impresionante. En 1970 seleccionó como su compañera a la alpinista Nena Holguín, quien lo esperó en el campamento a los seis mil 500 metros.

El ascenso tuvo un inicio fatal cuando, a los 500 metros de haber iniciado el trayecto cayó en una grieta de la que asombrosamente salió avante, para seguir caminando con la nieve a la cintura y sin ayuda alguna, hasta la cumbre.

“Al tercer día lo vi regresar, y… al acercarse a la tienda… en un parpadeo desapareció”, nos platica Nena Holguín. Había resbalado en una grieta de más de 100 metros de profundidad logrando detenerse con su piolet, para alcanzar exhausto el campamento, después de haber conquistado la cima del pico más alto del mundo… solo y sin oxígeno.

Sin embargo, el Nanga Parbat cambió su vida cuando, después de lograr la cima con su hermano Günter, lo perdió en el descenso; habiendo sido culpado de su muerte por los montañistas durante muchos años. El cuerpo de Günter fue encontrado 35 años después en el punto donde Reinhold decía haberlo perdido durante el fatal descenso.

Siete dedos de los pies, tres más despuntados y un hermano perdido, fue el costo de una carrera sorprendente en la historia del montañismo.

Años después de haber conquistado las montañas se lanzó a cruzar Groenlandia. Alcanzó el Polo Norte. Cruzó el Polo Sur. Caminó a través del Desierto Taklimakan, y atravesó el Desierto del Gobi entre otras minucias, para poderse “estar tranquilo” y construir los “Museos de las Montañas” en su adorado Tirol.

Messner, ciertamente, ha tenido confianza en sí mismo…