Suplementos | La Navidad invita a recordar la actitud de la Virgen al esperar al hijo que Dios María, mujer valiente La Navidad invita a recordar la actitud de la Virgen al esperar al hijo que Dios le dio, nuestro salvador Por: EL INFORMADOR 20 de diciembre de 2014 - 23:23 hs Nacimiento en Lucéram, Francia. EFE / S. Nogier LA PALABRA DE DIOS RIMERA LECTURA: Segundo Libro de Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16. Y el Señor te ha anunciado que él mismo te hará una casa. " Yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza. Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y su trono será estable para siempre". SEGUNDA LECTURA: Carta de San Pablo a los Romanos 16,25-27. "Este es el misterio que, por medio de los escritos proféticos y según el designio del Dios eterno, fue dado a conocer a todas las naciones para llevarlas a la obediencia de la fe. ¡A Dios, el único sabio, por Jesucristo, sea la gloria eternamente! Amén". EVANGELIO: Evangelio según San Lucas 1,26-38. "El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: '¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo (...) Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin'". GUADALAJARA, JALISCO (21/DIC/2014).- San Juan, en su primera carta capítulo 4, verso 8, afirma categóricamente: “Dios es amor”; en su evangelio, capítulo 3, versos 16 y 17 nos dice: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo sino para salvarlo.” Y, finalmente, el mismo evangelio de san Juan en su capítulo 8, versos 7-11, que narran cuando llevaron ante Jesús a una mujer descubierta en adulterio —la cual, de acuerdo a la ley debería ser apedreada—, menciona que Él les dijo a sus acusadores: “ Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra." Y añade san Juan “E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: ‘Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?’ Ella respondió: ‘Nadie, Señor.’ Jesús le dijo: ‘Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.’" No debemos temer a Dios, antes al contrario, hemos de confiar plenamente en Él, amarlo y servirlo pues “en el amor no hay temor.” Y ese no temerle, el mismo Dios nos lo hace extensivo a todos los demás aspectos de la vida, y así en múltiples momentos de su predicación y enseñanza, Jesús nos manda no tener miedo, no temer; a tener total y absoluta confianza en Él y en sus palabras, podemos encontrar estos mandatos en la Biblia; por falta de espacio no hacemos referencia a algunos. Sin embargo, hemos de entender muy bien lo que es TEMOR DE DIOS, del cual las Escrituras también nos hablan abundantemente de él. Por ejemplo, “Principio de la sabiduría es el temor de Dios” (Prov 1, 7); “El temor de Yahvé es la confianza del fuerte, y sus hijos en él hallarán refugio” (id. 14, 26). El temor de Dios, que es un temor a ofenderle, a desobedecerle, a faltarle al amor y respeto que se merece como Dios y como todo amor que es, es un don que Él, por su Espíritu nos da a los que lo pedimos y lo recibimos: de ahí su nombre: Temor de Dios, o temor-dado-por-Dios, hace al hombre partícipe de muchos bienes. Hoy el Evangelio de la Eucaristía dominical de este cuarto y último domingo del tiempo de Adviento, nos presenta a la más grande modelo del temor y del no temor: del temor de Dios, pues ella, por excelencia fue sin mancha de pecado y, aunque elegida por Dios, nunca perdió su libertad y su voluntad, decidiendo y cumpliendo ser fiel e inmaculada, y viviendo siempre bajo la mirada y el plan divinos. Y del no temor ni a Satanás, ni a los hombres, ni a los acontecimientos, ni al futuro, ni al dolor y sufrimiento, ni a la misma muerte. Desde que el Arcángel Gabriel le hizo el gran anuncio, diciéndole “No temas, María”, ella obedeció, y así lo hizo hasta su misma asunción al cielo. Que el ejemplo y la intercesión de María nos lleve a confiar plenamente en Dios y a no temer a nada para seguirlo. Francisco Cruz Luna Ya llega la Navidad Ya nuestras calles se han llenado de luces, ya brillan por todas partes los árboles navideños y ya se ven Nacimientos en muchas casas a través de las ventanas o en los jardines… También hay demasiados adornos y publicidades que nada dicen del sentido de la Navidad, o sea de la venida de Nuestro Señor Jesús a nuestro mundo. Es tiempo de recuperar la fe. ¿En quien creemos en Cristo Jesús o en Santa Claus? Hasta en los anuncios dicen: “Si no te duermes no llega “Santa”, y al gordo de barbas blancas vestido de rojo ya los niños lo han visto en infinidad fe formas y de anuncios… Mejor habría que decirles: “cuando te duermas, el Niño Jesús vendrá a tu corazón y te traerá muchos dones y regaños, y a lo mejor hasta juguetes, los que tú has deseado o los que le has pedido. Porque los dones que viven de Dios no son exclusivamente los materiales, sino todo lo que envuelve la vida: comenzando por los sentidos, las capacidades y tantas cosas buenas y bellas que tenemos en familia. Los padres, los hermanos, los amigos y todo lo que envuelve y rodea. Lo verdaderamente nocivo de adoptar las costumbres extranjeras, es que se nos deteriora y hasta se destruye la fe. Lo que la publicidad ofrece llega a la fantasía; los regalos materiales, llegan a lo humano, la fe que nos trae la Navidad alimenta el corazón y la alegría que nos da es duradera, es lo que verdaderamente alimenta la vida, porque el nacer de Cristo Jesús en nuestro corazón es un nacer también nosotros a lo nuevo de cada día, de cada etapa, de cada edad… Por eso cuando veo a personas con el rostro triste, me dan ganas de preguntarles: ¿Quién te robó tu inocencia? Es tiempo de recuperar la fe, y con ella la alegría, es tiempo de volver a nacer con la vida de Dios, porque sólo con Dios podemos conseguir esa alegría que no se acaba, que dura más allá de las Navidades y los Años Nuevos. El Señor Jesús lo prometió: Yo les daré una alegría que no terminará nunca. Pero a quien busca el gozo y la felicidad en cosas vanas, la alegría se le esfuma al acabar la fiesta. En cambio, si en la fiesta se ha incluido al más importante, al que esperábamos en todos el Adviento, entonces sí va a durar. Oración La Navidad invita a recordar la actitud de la Virgen María al esperar al hijo que Dios le había dado y que, según le anunció, sería el Salvador. Por eso Señor, en esta Navidad en medio de tantos ruidos y luces yo busco como estrella a la Virgen María que tuvo la dicha de tenerte en sus brazos y de ofrecer al mundo la bendición de tu presencia que ha sido para todo el mundo la verdadera luz de alegría, de amor y salvación. No quiero olvidar, Señor que Navidad es tu día, la fiesta, en que se renueva tu presencia en cada corazón María Belén Sánchez, fsp Temas Fe. Lee También Evangelio de hoy: El justo vivirá por su fe Evangelio de hoy: El inmenso abismo Evangelio de hoy: La lógica del mundo y la lógica del Reino Evangelio de hoy: Alegría, signo de perseverancia y misericordia Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones