Suplementos | El Espíritu Santo construye, anima, consuela e ilumina a los miembros de la iglesia ''Es el viento de Dios que impulsa'' El Espíritu Santo construye, anima, santifica, consuela, fortalece e ilumina a los miembros de la iglesia Por: EL INFORMADOR 18 de mayo de 2013 - 23:09 hs / GUADALAJARA, JALISCO (19/MAY2013).- Pentecostés Les dijo que esperaran. Y reunidos en oración estaban el domingo de Pentecostés, cuando se cumplió la gran promesa: el Espíritu Santo descendió sobre ellos. El Espíritu Santo se anunció con viento impetuoso acompañado de un gran ruido, que sacudió la casa donde estaban los apóstoles. “Aparecieron entonces lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos. Se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas…” Era necesario que viniera y vino. Y su presencia, invisible y fecunda, transformó a los apóstoles en sabios y valientes como nunca lo habían sido. Desde entonces hasta este día —y lo será en el futuro— toda la obra de la iglesia es fruto de la continua presencia, de la perpetua efusión del Espíritu Santo. Se le llama “Espíritu”, del término hebreo “Ruah”, que significa aire, viento, soplo. Es el viento de Dios que impulsa, que mueve, Jesús le llama también “paráclito”, que quiere decir “consolador”, y lo envía a consolar a los afligidos, huérfanos, a los apóstoles, porque así los dejó en el mundo. Además, le da el nombre de abogado, por su acción de proteger y ayudar a quienes lo busquen y lo invoquen. Se le llama paloma. Con una rama de olivo en su pico volvió la paloma que partió del arca, y Noé comprendió que era la hora de emprender una nueva vida. La paloma es símbolo de la paz, y en forma de paloma se dejó ver entre la multitud la tercera persona de Dios uno y trino, cuando el hijo recibió las aguas del bautizo en el río Jordán y se escuchó la voz del Padre. Así, en toda la vida del cristiano, cada quien su propia vocación o estilo de pensar y actuar, está presente el Espíritu Santo. La misión de Cristo y del Espíritu Santo se realiza y se manifiesta en la iglesia, cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo, que conduce a la comunión con el padre. El Espíritu Santo, invisible, construye, anima, santifica, consuela, fortalece, ilumina a los miembros de la iglesia. José Rosario Ramírez M. "Maestros de maestros" Hace poco celebramos un día especial para los maestros, con la añoranza por aquellos verdaderos apóstoles de la educación, forjadores de tantas generaciones. Su recuerdo aún sigue con nosotros, así como la imborrable huella de su docencia en las tempranas épocas de nuestra vida. Hay muchos que con dignidad han llevado el título de maestro, ya sea porque pudieron estudiar para esa profesión, o simplemente porque la necesidad los llevó a explorar esa tarea, a veces de manera empírica, pero no por eso menos loable. El Maestro de maestros, Jesús de Nazaret, nos ayuda a dimensionar el alcance de su misión, cuando lo podemos comparar, al menos en dos diferentes ocasiones, con la crema y nata de Israel, en cuanto al tema de la enseñanza. El primer relato trata de Nicodemo, un maestro de Israel, quien visitó a Jesús de noche, y sostuvo uno de los diálogos más interesante de los evangelios. El tema era el reino de Dios, y en cierto momento de la plática, el Señor Jesús confrontó a Nicodemo con esta pregunta: “¿Eres maestro de Israel, y no sabes cómo nacer de nuevo?” Quedó claro entonces, quién era el Maestro, y quién era el alumno en aquella noche. El otro relato menciona a Jesús hablando con un grupo de maestros de Israel, de la facción de los fariseos, aunque en realidad lo mismo sucedió con otros grupos como los saduceos, o los escribas. En cada ocasión, estas personas trataban de hacer caer a Jesús en alguna contradicción, para poder acusarle, ya que le envidiaban formidablemente, sin embargo, una y otra vez, todos ellos quedaron exhibidos y avergonzados, por la sabiduría de Jesús. De manera que nuestra gratitud para todos aquellos maestros que tratan de ser como Jesús. Angel Flores Rivero iglefamiliar@hotmail.com Una oración Dios todopoderoso y eterno, que concediste la gracia de morir por Cristo a San Julio y a tus Santos Mártires Mexicanos, ven a ayudarnos en todos nuestros problemas y necesidades para que podamos dar testimonio con nuestra vida, del amor que ellos no dudaron en proclamar con su muerte Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. ¡San Julio Álvarez Mendoza, ruega por nosotros! María Belén Sánchez, fsp Temas Fe. Lee También Evangelio de hoy: El justo vivirá por su fe Evangelio de hoy: El inmenso abismo Evangelio de hoy: La lógica del mundo y la lógica del Reino Evangelio de hoy: Alegría, signo de perseverancia y misericordia Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones