Suplementos | Las redes proporcionan una ilusión de contacto directo entre los usuarios Enredados Las redes proporcionan una ilusión de contacto directo entre los usuarios Por: EL INFORMADOR 18 de octubre de 2015 - 03:21 hs Urge un Freud de la era digital. ESPECIAL / P. Schmid GUADALAJARA, JALISCO (18/OCT/2015).- En los días recientes he recibido a través de las redes sociales al menos una docena de mensajes de sujetos que me hacen ofertas de bienes o servicios y me proponen encuentros personales para tratar una serie de asuntos que van desde la revisión de las ventajas de un seguro de gastos médicos a una honesta discusión literaria. Alguien dirá que esto sucede porque escribo textos en medios de gran difusión como éste y eso da notoriedad. Pero lo cierto es que la notoriedad de la inmensa mayoría de quienes escribimos es cosa muy relativa y muy alejada, por fortuna, de la que obtienen estrellas de cine o televisión, futbolistas o músicos: ellos son quienes pueden quejarse del peso de la fama o cosa similar. En realidad me parece que el punto es que las redes proporcionan una ilusión de contacto directo entre los usuarios que lleva a muchas confusiones (como la de mi amiga que se voló porque don Stephen King le dio “like” a un comentario suyo, que al final descubrió que el responsable del revuelo era en realidad el webmaster de la página de un grupo de fans igualitos a ella y casi se enferma de la decepción). Hace unas semanas, el editor y periodista Braulio Peralta denunció en su columna una malaventura relacionada con este fenómeno: aceptó tomarse unos tragos con un aparente “fan” de las redes a quien iba a obsequiar un libro. El resultado fue que le pusieron algo en la bebida y lo robaron. Este es un caso extremo en que la cortesía fue aprovechada para el delito, claro. Hay otros que no llegan a esos extremos de horror y que, sin embargo, dan bastante en qué pensar. Rara es la chica que no ha tenido que lidiar con acosadores (esos que ahora llaman stalkers) o aventados o a la que no le han dicho toda clase de salvajadas. Raro es quien no ha sufrido el embate de un desconocido que se le va a la yugular por sepa usted qué motivos. Rarísimo, el que no ha recibido toda clase de materiales o comunicaciones que no desea ni espera: peticiones para que vote en tal concurso, para que apoye tal causa, para que conozca ésta o aquella obra… Se mendiga atención, se mendiga dinero. Alguien muy optimista me decía que las redes también permiten que se establezcan (o sostengan) amistades a distancia que, en otras épocas, serían imposibles. Es verdad. Pero, como en todo, uno elige a los amigos y es elegido por ellos y eso es diferente que ser elegido contra la voluntad y presionado para establecer un contacto que no se ha buscado. Pongo un ejemplo. Me he dado de baja de cerca de 100 grupos de Facebook cuyos intereses no comparto y en los que fui incluido sin mi autorización. Esos grupos se concentran en discutir temas como lo afelpado del pelaje de los gatitos, lo emotivo del folclor andino o de la poesía amorosa y rimada, la belleza de las postales de atardeceres o de la trova latinoamericana (y mi lema es “mucho ayuda el que no es trova”) o la búsqueda de retratos de muchachas en bikini recostadas encima de cofres de autos deportivos. Mi salida, por suerte, ha pasado inadvertida en general, aunque también he recibido mi dosis de ofensas en forma de mensajes de reclamación de mis “benefactores”. ¿Cómo me atrevo a renunciar a la membresía del grupo “Versos y reversos de amor, muerte y corazón”? ¿Cómo soy capaz de no entusiasmarme con las miradas nobles de los morrongos del grupo “Patitas y bigotes”? ¿Por qué soy tan hostil? Temas Tapatío Redes Sociales Antonio Ortuño Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones