Domingo, 18 de Mayo 2025
Suplementos | La debilidad de la naturaleza humana no podrá ser jamás una justificación

El hombre está llamado a ejercer su libertad haciendo el bien

La debilidad de la naturaleza humana no podrá ser jamás una justificación de las conductas y comportamientos indebidos

Por: EL INFORMADOR

“Todo aquel que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedara sin recompensa”. ESPECIAL /

“Todo aquel que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedara sin recompensa”. ESPECIAL /

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA

Lectura del Libro de los Números (11,25-29):

“¡Ojalá que todo el pueblo profetizara y el Señor infundiera en todos su espíritu!”

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la Carta de Santiago (5,1-6):

“¿Para qué amontonar riquezas si estamos en los últimos días?”

EVANGELIO

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (9,38-43.45.47-48):

“Os aseguro que el que os dé a beber un vaso de agua porque sois del Mesías no quedará sin recompensa”.

GUADALAJARA, JALISCO (27/SEP/2015).- En este domingo vigésimo sexto ordinario del año, en el mensaje del Evangelio de San Marcos, capítulo noveno, da tema a nuestro Señor Jesucristo para dejar una enseñanza profunda sobre hacer el bien o hacer el mal. El bien y el mal, la luz y sombra, verdad y mentira, siempre se dejan ver entre los seres humanos por la profunda y temible realidad de la libertad del hombre.

Todos están llamados a hacer el bien, no solamente los cristianos, los que han sido elegidos para formar parte del pueblo del reino de Dios. Todos en este breve espacio temporal llamado vida, están llamados a practicar el bien.

Los cristianos están llamados a hacer el bien y a esperar una recompensa no transitoria sino eterna: “Todo aquel que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedara sin recompensa”.

Dar es hacer el bien y se debe hacer sin esperar recompensas humanas, y con tal discreción que la mano izquierda no sepa cuando la mano derecha ha ofrecido un vaso de agua, una ayuda económica, una sonrisa, un poco de amor a los necesitados de él, aunque no carezcan de otros recursos.

La caridad, reina de todas las virtudes, es dar; y más aún es darse a los demás.

El cristiano ha de hacer la caridad practicándola, porque cuando esta virtud se vuelve teoría, deja de ser virtud. La caridad es hacer el bien, y lo puede y debe hacer el creyente, así como el no creyente, porque al ineludible final se ha de llegar con las manos cargadas de buenas obras: “Tuve hambre y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber; estaba desnudo y me vestiste; estaba enfermo o encarcelado y me fuiste a visitar”.

El mundo actual es un escenario abierto en el que abundan los falsos maestros, los engañadores, los perversos que presentan el mal. El pecado de tal manera atractivo, que llevan a muchos al pecado y a la corrupción. Así en las pantallas —la grande del cine, y las de televisión, y el internet— continuamente ofrecen escenas y mensajes que inducen al mal. También quienes ofrecen droga a menores y los hacen cautivos del vicio. Y en el ámbito de las ideas, hay quienes se empeñan por arrancar la fe de los corazones de jóvenes o a despreciar el sentido de la vida y sus valores.

Cuando los ojos sólo ven lo propio, cuando la voluntad sola se inclina a satisfacer las propias apetencias, entonces capean todas partes esos demonios, hijos de la soberbia, de la gula, de la lujuria, de la avaricia.

Felices —bienaventurados— los pobres de espíritu, que destierran a los demonios de la soberbia y la avaricia; los mansos que alejan a los demonios de la violencia y la guerra; los justos, que echaran muy lejos al demonio de la injusticia; ante lo misericordioso, con ojos y corazón para contemplar y asistir a sus semejantes, nada hace el demonio del egoísmo; los limpios de corazón, porque no se dejan engañar con las sutilezas del demonio de la lujuria.

Así se vive la más bella libertad…

José Rosario Ramírez M.

Identidad en la realidad

La identidad cristiana es la que nos lleva a establecer lazos de comunidad; parten de la vivencia profunda del amor del Padre, nuestro hermano Jesús es el mejor camino para ello. En el Evangelio de este día se muestra la debilidad humana; es difícil que un discípulo, hoy un cristiano, no se equivoque, pero esto no lo excluye de luchar contra toda forma de escándalo, que arrastra a los más débiles en la fe. La debilidad de la naturaleza humana no podrá ser jamás una justificación de las conductas y comportamientos indebidos. La indicación de perder un miembro físico antes de condenarse es una invitación a ser radicales en evitar lo que es ocasión de escándalo. En la actualidad nuestra sociedad demanda una actitud de entrega total, en especial por los que se encuentran desamparados; de ahí que Santiago denuncia la actitud de muchos individuos que se aprovechan de su estatus económico, social, político, religioso, cayendo en una actitud tibia o consentidora, la cual los conduce a fracasar ante la tentación. Por ello el carácter y la fuerza de los principios religiosos son escudo ante el mal, acompañados de la acción de la gracia divina.

Todo cristiano es capaz de recibir el Espíritu y la capacidad de hablar del Padre a toda la sociedad. Es admirar cómo el Espíritu Santo, antes de su presentación oficial a la Iglesia, el día de Pentecostés, obraba ya en hombres de toda condición. El Libro de los Números nos presenta cómo no sólo en Moisés y los 70 ancianos gozaron de su consuelo, sino que también dos de los hombres que no estaban en la Tienda de las citas lo experimentaron y se pusieron a profetizar.

El Espíritu divino actúa contra todas las reglas, como quiere y donde quiere. Esa es la pedagogía de Dios, misma que nos muestra Jesús: llama libremente de un modo especial a todos, para que seamos reflejo de su presencia, siendo capaces de cambiar esquemas de comportamientos como lo realizó él en su paso por nuestra tierra. La filósofa Francesa Simone Weil, acertadamente señala: “No es el modo como una persona habla de Dios lo que me permite saber si ha morado en el fuego del amor divino… sino el modo como habla de las cosas terrenas”.

Humanizar nuestro mundo

De nada sirve al ser humano el avance extraordinario y maravilloso de la ciencia y de la técnica si éstas provocan más deshumanización.

¿De qué clase de seres humanos se trata cuando éstos, por un lado logran grandes avances en el campo de la medicina, con el fin de salvar vidas, y por otro, los mismos científicos, desarrollan técnicas para quitársela a seres indefensos, por medio del aborto, eutanasia, manipulación de embriones, etc.?

¿Qué tipo de hombres y mujeres se están formando para el futuro, si seguimos permitiendo que sean utilizados algunos medios de comunicación social, particularmente la televisión, para corromper las mentes y los espíritus de los niños, adolescentes y jóvenes, con programas y publicidad tendenciosos, manipuladores y tergiversadores de los valores auténticos y trascendentes?

Para que el ser humano se humanice es preciso que todos los hombres y las mujeres conozcan y valoren, en toda su dimensión, su naturaleza y origen, su dignidad y sus derechos y, obviamente, que los respeten.

El modelo por excelencia de fidelidad a esa doctrina y forma de vida, lo encontramos obviamente en Jesús, autor de las mismas, quien vivió y fue coherente con lo que predicó hasta las últimas consecuencias, sin perder jamás la conciencia de su gran dignidad de ser humano, antes al contrario, ya que aún en el momento en que sufrió el peor de los suplicios, y en el que, como lo anunció el profeta Isaías: “No tenía gracia ni belleza para que nos fijáramos en Él, tampoco aspecto atractivo para que lo admiráramos(...) habituado al sufrimiento como alguien a quien no se quiere mirar, lo despreciamos y lo estimamos en nada" (Is 53, 2-3), su dignidad se vio enaltecida.

Por ello, si realmente queremos ser auténticos cristianos, será a Él y sólo a Él a quien hemos de tener como Maestro y ejemplo de vida, tomando en serio el estudio y meditación de la Sagrada Escritura, particularmente los evangelios, así como evitar y renunciar, de una vez y para siempre, a todos los falsos maestros y falsos guías, a quienes el Evangelio de hoy les dice: “sería mejor para ellos que les ataran al cuello una gran piedra de moler y los echaran al mar”,  pues son causa del envilecimiento espiritual de muchos, el cual lleva, irremediablemente, a una pérdida total de la verdadera fe en Él.

Francisco Cruz Luna

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