Miércoles, 15 de Octubre 2025
Suplementos | La fe en Dios nos concentra en un objetivo que trasciende lo terreno

El drama del hombre del siglo XXI es su dispersión interior

La fe en Dios nos concentra en un objetivo que trasciende lo terreno

Por: EL INFORMADOR

'Conversión de San Pablo', Caravaggio. ESPECIAL  /

'Conversión de San Pablo', Caravaggio. ESPECIAL /

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA:

Jonás 3, 1-5.10

“Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó”.

SEGUNDA LECTURA:

Primera carta de San Pablo a los Corintios 7, 29-31

“El momento es apremiante. Queda como solución que los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; porque la representación de este mundo se termina”.

EVANGELIO:

San Marcos 1, 14-20

“Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres”.

GUADALAJARA, JALISCO (25/ENE/2015).-
Ya no es una esperanza futura y lejana. Allí está ya el Rey, y ha venido a fundar un Reino.

Cuando el Ángel del Señor le anunció a María que ella concebiría un Hijo a quien pondría por nombre Jesús, le aclaró el misterio: “Él será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su Padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su Reino no tendrá fin”.

Son, por tanto, los inicios del Reino; más el precursor Juan el Bautista, escogido y llamado a preparar el camino al Mesías, pone una condición para ingresar a ese Reino que ya está cerca.

Ésta es la condición: conviértanse.

La palabra conversión significa un cambio de dirección en el caminar de todos los días.

La conversión auténtica es una quíntuple respuesta:

Primera: Directamente con Dios, para entablar en adelante un diálogo amoroso y vital; la oración del covertido no es una fría recitación de fórmulas o palabras.

Segunda: El convertido, hombre nuevo renacido en el bautismo, es nueva criatura y se esfuerza en identificarse con Cristo, su Señor.

Tercera: Es uno, es miembro de una nueva familia, el Reino, la Iglesia, que exige nuevo comportamiento, solidaridad y fraternal esfuerzo con todos.

Cuarta: Con los hombres ha de sumar una conducta de amor, de servicio, de apertura. “Da a quien te pida, y no vuelvas la espalda a quien desee de tí algo prestado”.

Quinta: Con el mundo, sin dejar de mirar al cielo, abonar la tierra que el hombre pisa. El buen cristiano es a la vez buen ciudadano. Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente porque buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta de que la propia Fe es un motivo que obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas, según la vocación personal de cada uno.

El drama del hombre del siglo XXI es su dispersión interior.

Son muchas y variadas las corrientes del pensamiento, hábilmente propagadas por los medios masivos de comunicación y por otros intereses no claros del mercantilismo, de la publicidad, que han hecho del hombre un consumidor de mayor calidad, para ellos, según su capacidad económica. Además del espacio de las ideas, porque en algunos hasta se ha debilitado la capacidad de razonar, de discernir, de juzgar. Se han multiplicado los atractivos para los sentidos, singularmente con  la presencia continua de la televisión, el cine y el internet, arma de dos filos en estos últimos años.

El hombre se siente a toda hora atraído por lo fácil, por lo grato, por lo superficial y placentero, y desarmado para darle un sentido profundo y recto a su vida.

La vida eterna está en conocer al Dios verdadero y al que Él envió, Jesucristo.

José Rosario Ramírez M.

Por la unidad

En esta semana que concluimos con la conversión de San Pablo, se encomienda a la unidad de los cristianos, es una semana de oración y encuentro que tiene ya una larga historia; aquí una breve reseña.

1908. Primera celebración del “Octavario por la Unidad de la Iglesia”, iniciada por el reverendo Paul Wattson.

1926. El movimiento “Fe y Constitución” inicia la publicación de “Sugerencias para un Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos”.

1935. En Francia, el abad Paul Couturier impulsa la “Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos” sobre la base incluyente de una oración concebida “por la unidad que Cristo quiere, por los medios que él quiere”.

1958. El centro “Unidad Cristiana” de Lyon (Francia) y la comisión “Fe y Constitución” del Consejo Ecuménico de las Iglesias comienzan a preparar conjuntamente el tema para la Semana de Oración.

1964. En Jerusalén, el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I recitan juntos la oración de Cristo “que todos sean uno”.

1964. El Decreto sobre el ecumenismo del Concilio Vaticano II subraya que la oración es el alma del movimiento ecuménico y anima a la práctica de la semana de oración.

1966. La comisión “Fe y Constitución” y el Secretariado para la Unidad de los Cristianos (actualmente Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos) de la Iglesia católica deciden preparar un texto para la Semana de Oración de cada año.

1968. Por primera vez la Semana de Oración se celebra sobre la base de unos textos elaborados en colaboración por “Fe y Constitución” y el Secretariado para la Unidad de los Cristianos.

1988. Los textos de la Semana de Oración fueron utilizados en la celebración inaugural de la Federación Cristiana de Malasia, que reúne los principales grupos cristianos de este país.

2004. Acuerdo alcanzado para que los materiales para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos sean publicados y producidos conjuntamente y en el mismo formato por “Fe y Constitución” (Consejo Ecuménico de las Iglesias) y el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (Iglesia Católica).

2008. Celebración del centenario de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.

Privilegio y responsabilidad
 
Para saber cómo podemos servir a Dios, necesitamos estar atentos  y escuchar su voz,  ya sea en lo profundo de nuestro ser, en nuestra oración, o bien a través de su Palabra, de la Sagrada Escritura; estas son las dos formas más comunes en que Él lo hace, ello sin excluir otras tantas como son a través de los demás, de los acontecimientos, las pruebas, etc.

Pues bien, si recurrimos a la Escritura, conocida también como la Sagrada Biblia, específicamente a los Evangelios, en ellos encontraremos un sinnúmero de formas en las que Jesús nos dice cómo servirlo, y casi siempre usando metáforas como a la que recurre en el pasaje que hoy domingo la Iglesia nos propone para que reflexionemos y pongamos en práctica.

“Síganme y Yo haré de ustedes pescadores de hombres”(Mc 1, 17). Tal vez cuando hemos escuchado este texto, no nos hemos sentido aludidos, o nos hacía sentirnos ajenos a esa posibilidad y por lo tanto pensábamos que no nos correspondía el llamado, y que era para otros y no para nosotros.

Y en realidad nos quiere decir lo mismo que les dijo a esos discípulos, pero en términos actuales, que fueran entendibles en el lenguaje utilizado en nuestra cultura, algo así como: “los voy a preparar para que me sirvan poniendo sus talentos para ‘conseguir’ para Dios a otros hombres.” O tal vez: “Vengan, los necesito para que luchen y trabajen en mi Reino para conquistar más hijos para mi Padre”. U otras más.

Con ello, Jesús ya estaba manifestando cómo realizaría su misión, y cómo, sin necesitarlo, involucraba al ser humano en su obra de redención, gran privilegio y gran responsabilidad. Privilegio, porque elegirnos a nosotros sin mérito alguno; a nosotros, pecadores; débiles, limitados e incapaces para semejante tarea, y sin embargo, en su sabiduría infinita, así lo ha querido. Responsabilidad, porque Él pone en nuestras manos su obra redentora, que si bien Él es quien la realiza, nosotros como sus instrumentos, somos partícipes de ella, y si la cumplimos conforme a su plan y su voluntad, podremos colaborar para que muchos seres humanos alcancen la felicidad en esta vida y la salvación y la gloria y dicha eterna.

En el relato evangélico de referencia nos damos cuenta cómo los discípulos a los que llamó no dudaron ni un momento, no pensaron en lo que significaba dejarlo todo y de inmediato lo siguieron. En cambio nosotros, ¿cuántas veces hemos escuchado ese llamado y no le hemos hecho caso, ya sea por miedo; por apego a nuestra forma de vida  y a nuestras pertenencias; o simplemente porque hemos cerrado nuestros oídos y nuestro corazón a su voz? La diferencia entre los discípulos del relato y todos a los que Él personalmente llamó, estriba en que ellos tuvieron un encuentro personal con Jesús, previo a que Él les hiciera ese llamado, y quien vive la experiencia de ese encuentro, no puede decirle no a su invitación y a todo lo que Él le pida.

Francisco Javier Cruz Luna

Ven y sígueme…


Hace ya más de 2000 años Jesús dijo a unos pescadores esa Palabra que se ha puesto  tan de moda en nuestras redes actuales…

Ellos se afanaban a la orilla del lago tratando de pescar algunos mariscos. Pero el Señor hablaba de otra cosa, por eso, adjunto al llamado, les añade una promesa: “Yo los haré pescadores de hombres”.

La voz de Cristo Jesús sigue resonando todavía en el tiempo y en el espacio y no sólo para algunos, sino para todos los que pasan por este mundo. La  promesa divina sigue en pie, ¿a quién queremos seguir? Porque hoy por hoy hay muchos otros pescadores que se empeñan en suplantar a Jesucristo, Maestro Divino, y pretenden un seguimiento incondicional.

Las redes sociales incluso adoptan la misma Palabra de Jesús para invitar: Sígueme. Y repito: ¿a quién queremos seguir?

Y sin duda las redes actuales pueden ser medios muy buenos y muy positivos, aunque desde luego, también hay quienes pretenden llevarnos por un camino que no siempre es el mejor ni el más luminoso y de donde a veces no es posible regresar.

Pero hoy todavía el Señor Jesús quiere apóstoles y seguidores que indiquen a las nuevas generaciones el camino amplio y seguro que conduce al Reino de los cielos, a la plenitud de la alegría y al logro de la felicidad.

No vamos a pensar que estos pescadores son extraterrestres que vienen de la estratosfera.

Pescadores, según Jesucristo son los padres de familia, a ellos se les encomienda la tarea de pescar a sus hijos para llevarlos por el camino de Dios.

También los hermanos, los amigos, los compañeros de oficina o de escuela. Cuando una de esas personas toma en serio su papel de cristiano y dice a otros qué es lo bueno y lo mejor, está asumiendo el llamado de Cristo Jesús para seguirle, para ser pescador,  e invitar a otros a ir en pos de Él por el sendero que lleva al Reino de los cielos.

Ciertamente hay otros llamados privilegiados, que harán de su vocación un compromiso serio y que dedicarán su vida entera a evangelizar y a impartir los sacramentos, como lo hicieron los Mártires de Cristo Rey en su momento. 

Oración

Señor Jesús, una infinidad de voces nos llaman
y no precisamente a seguirte por el buen camino…
ayúdanos Señor a distinguir lo real y verdadero
y a no dejarnos engañar por fantasías y halagos
que en definitiva nos causan amargura
y nos alejan para siempre de tu gloria y de tu amor.
Te los pedimos sinceramente por intercesión
de nuestra Madre Santísima de Guadalupe
y de los Santos mártires que hoy recordamos. Amén.

María Belén Sánchez, fsp

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