Miércoles, 01 de Mayo 2024
Suplementos | Historia

El antiguo Hospicio Cabañas

A 200 años de su construcción

Por: EL INFORMADOR

Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Guadalajara

El antiguo Hospicio Cabañas, o Casa de la Misericordia, como se le llamó, fue promovido desde finales del siglo XVIII por el obispo de Guadalajara, fray Juan Cruz Ruiz de Cabañas, quien había nacido en de la Villa de Espronceda, región de Navarra, España, el 3 de mayo de 1732. Fue nombrado obispo de Guadalajara luego de la muerte de su antecesor, Esteban Loera de Tristán, quien había sucedido a fray Antonio Alcalde pero murió antes de tomar el cargo. Así, Alcalde y Loera dejaron el lugar a Cabañas, quien era rector de Burgos y se trasladó a Guadalajara en diciembre de 1796.

Pronto conoció la difícil situación en la que vivía gran cantidad de personas: pobreza, mendiguez y gente sin un techo donde vivir. Aquel deprimente escenario era resultado de, entre otras cosas, la hambruna que se había vivido en 1786, y la sobrepoblación de la ciudad por la gente que dejaba el campo. Esto generó la idea en Cabañas de crear un espacio dónde resguardar a “estas almas” y ofrecerles alimento tanto físico como espiritual, que por esta característica sería llamada casa de la misericordia.

Cabañas y la Casa de la Misericordia

Inició una serie de trámites y peticiones que dieron por resultado una cédula firmada por el rey, en diciembre de 1803; en ella autorizó la construcción del recinto y estableció estaría gobernado por la “Mitra y el Cabildo en Sede vacante”, además de autorizar las “constituciones” que regularían la vida interna. El proceso, que incluyó la búsqueda de financiamiento y el lugar para establecer la casa, había sido largo y accidentado.

La casa tendría que estar en un lugar fuera de la ciudad pero cercana a ella; lugar sano, elevado, plano y seguro, con la posibilidad de introducirle agua. Para la adquisición del terreno y elaboración del proyecto conformó un patronato con laicos y religiosos que empezó a trabajar desde principios de 1804. A través de donaciones y compras, Cabañas logró conseguir un amplio terreno “al otro lado del río San Juan de Dios”; luego de nivelarlo y acondicionarlo, lo primero fue construir dos puentes que unieran la casa con la ciudad. Se trabajó en la construcción de éstos, bajo la dirección del arquitecto Pedro José Ciprea, “originario del pueblo de Mezquitán”.

José Prudencio Moreno de Tejada fue nombrado tesorero y se trabajó sobre el proyecto elaborado por Manuel Tolsá, aunque éste nunca estuvo presente en la ciudad. En su lugar trabajó el arquitecto José Gutiérrez, de la Real Academia de San Carlos, quien se trasladó a Guadalajara y también tuvo el compromiso de dar “lecciones de Aritmética, Geometría, Arquitectura y Dibujo, a todos los que quieran concurrir”.

Los indígenas de San José de Analco aportaron el líquido vital que brotaba del ojo de agua de San Román, a dos kilómetros al oriente de la ciudad, “para que perpetuamente se utilizase por la Casa de Misericordia”. Es probable que hacia finales de febrero de 1805, se pusiera la primera piedra de lo que sería el edificio. Hacia finales de 1809 sólo faltaba montar las bóvedas de la capilla principal.

La Casa y la guerra de Independencia

El obispo Cabañas no quería esperar hasta que el edificio estuviera completamente detallado, por lo que en febrero de 1810 recibió a los “primeros huérfanos y desvalidos”; en agosto de ese año ya se atendían a 66 inquilinos. Cuando los insurgentes entraron a la ciudad, en noviembre de 1810, debido a que Cabañas no era partidario de la Independencia, salió junto con un grupo de españoles hacia Nayarit y después a la Ciudad de México. Regresó a la diócesis en febrero del año siguiente, una vez calmado el revuelo independentista. Encontró que la casa había sido utilizada como un fuerte militar y estaba ocupada por soldados y caballos.

Agustín de Iturbide mandó llamar al obispo Cabañas para que él mismo lo proclamara emperador de México, el 22 de julio de 1822; en ese entonces la Casa seguía funcionando como cuartel de la milicia. Su última labor episcopal fue en noviembre de 1824, cuando murió en pleno ejercicio de sus obligaciones eclesiásticas.

Devolución de la Casa de la Misericordia

Después de la muerte del obispo y la consumación de la Independencia se iniciaron las gestiones para que el edificio fuera devuelto a las autoridades eclesiásticas y volviera a funcionar como un organismo de beneficencia. Logrado esto, en 1828 se iniciaron los trabajos de restauración debido al tremendo deterioro en el que estaba. En febrero del año siguiente ya estaba funcionando nuevamente como un hospicio. Aunque en años posteriores la Casa sufrió algunas amenazas de ser tomada de nuevo como un fuerte militar, el obispo en turno conseguía mantenerla y así se terminó de construir la capilla principal, que había estado todavía en cornisas. La conclusión de las obras fue en 1845, y desde entonces lleva el nombre de Hospicio Cabañas, en memoria de su principal promotor y fundador.

Murales de Orozco y el Instituto Cultural

El Hospicio Cabañas ya venía cumpliendo su función educadora y protectora de niños, niñas y gente sin hogar. Hacia 1937, el muralista jalisciense José Clemente Orozco, fue invitado por el gobierno de Jalisco para pintar la capilla principal. Durante tres años el pintor se dio a la tarea de plasmar en los muros la historia del pueblo mexicano, obra que ahora se ha convertido en una referencia obligada para la historia del arte. Pintó 53 murales en la bóveda y cúpula de la capilla Tolsá.

Durante el gobierno estatal de Flavio Romero de Velasco (1977-1983), el Hospicio fue llamado Instituto Cultural Cabañas, al mismo tiempo que se convertía precisamente en una institución de difusión cultural, ya que la labor de hospicio y cuidado de los niños se siguió realizando ahora en otro edificio ubicado hacia el poniente de la ciudad. El Instituto Cultural Cabañas cuenta con 23 patios, 106 cuartos, 72 pasillos y dos capillas, en donde operan exposiciones y clases de arte, recitales de música, conferencias, entre otras actividades relacionadas con el arte y la cultura. A 200 años de ver crecer la ciudad, el imponente edificio ha sido declarado patrimonio de la Humanidad, pero más que eso, es un fiel testigo de la historia de nuestra ciudad.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones