Suplementos | Por: Pedro Fernández Somellera De viajes y aventuras Un acuario en el desierto de allá del Norte Por: EL INFORMADOR 19 de diciembre de 2010 - 01:36 hs En La Poza Azul la transparencia de sus aguas nos deja ver uno de los extrañísimos Estromatolitos. P. FERNÁNDEZ / GUADALAJARA, JALISCO (19/DIC/2010).- Una de las cosas más extrañas que me ha tocado ver, han sido las pozas de agua cristalina del desierto de Coahuila que estuvieron sumergidas millones de años bajo el mar. Unos 80 kilómetros al sur de Monclova, aparecen una serie de lagunitas de agua transparente y clara proveniente del subsuelo; unas tienen agua caliente y otras fría; unas son salobres y otras no; algunas están conectadas por canales, subterráneos y superficiales, que forman un ecosistema -único e irrepetible- actualmente amenazado por las actividades que se llevan a cabo en la región. Cada una de las pozas crea en sí misma un acuario individual con sus propios habitantes, que forman parte de eras inmemoriales; cada poza es una memoria de las etapas de la Tierra: se dice que tiene tan grande acopio de información como la de Los Galápagos. La carretera por donde nos acercábamos a las pozas muy de madrugada, era deliciosa. Los montes de uno y otro lado parecían conducirnos al desierto interminable, que gentilmente nos ofrecía sus huisaches y matas espinosas como bienvenida. Las cumbres erizadas que se iluminaban con los dorados y naranjas del amanecer hacían marco a las planicies azules y plomo que la noche todavía no quería dejar en paz. Un poco más delante (me dio risa) en un punto desde donde se podía divisar el basto horizonte plano con la carretera recta, recta; tan recta que pareciera no tener final, colocaron un letrero que ordenaba: “¡No se estacione en curva!”; me alegró el sentido del humor de quien lo puso. ¡Si no hubiera sentido del humor… el alma enfermaría! Pensé. Cuatro Ciénegas es un pueblo recio. Recio de fríos y de calores. Recio de la reciedumbre del desierto: de ahí era Carranza (el Varón de Cuatro Ciénegas) homenajeado por los políticos, desconfiado por la historia, y odiado por sus correligionarios. La dureza de sus tierras y de su paisaje poco a poco desaparece al conocer lo hospitalario y amable de su gente. Todo mundo nos recibía de maravilla; unos nos invitaban una nieve, otros a unas chelas, otros… nomás querían platicar. Estaban ávidos de plática: y si traes mentiras nuevas, pos’ que mejor. Todos tienen historias qué contar: que si de la revolución; que si de (ésta es una bonita historia) aquel al que venían persiguiendo y que entre las carreras se le cayó la pistola, misma que la vino a encontrar 40 años después en una cantina, ¡fajada en el cinturón de aquel que entonces lo perseguía! (así lo cuentan) y que al correr de unos cuantos tragos, perseguidor y perseguido siguieron juntos la parranda olvidando sus cuitas anteriores. Después de haber “sido orejas” a todas esas historias, rematamos en las Cavas de Ferigno donde nos entretuvimos un poquito; han de perdonar pero había que probar tantos tipos de Jerez que se nos hizo tantito tarde. Después visitamos las lagunas de la región, a invitación de los propietarios de los predios donde están: Puente Zumbadora, Los Burros, El Hundido, La Becerra, Churince, y la impresionante Poza Azul… ¡Ah, qué bonita! Chiquita; tendrá unos veinte metros de diámetro y doce de fondo. El agua es azul, azul; como si estuviera teñida, y tan clara que su fondo se alcanza a ver perfectamente. En ellas existen unos pececitos (Ciclids) que son endémicos de la región y se alimentan sepultándose en la arena para sacar pequeñas almejas, y luego de expulsar sus desechos se vuelven a enterrar por otro bocadillo. Impresionante es también el Río Mezquites, con su fondo lleno de estromatolitos, pequeños seres milenarios que, formando agrupaciones calcáreas (como si fueran corales), son algunas de las primigenias formas que existieron en la Tierra y maravillosamente se conservan aún vivientes en este lugar. Un poco más al sur, en donde millones y millones de años de vientos y lluvias y sequías, fríos y calores formaron unas dunas de arena blanca en un paisaje casi lunar, habrá que gastar unas cuantas horas para dejar a la imaginación volar, ilusa, entre las blancas superficies onduladas esperando a los fantasmas del desierto. Dunas, lagunas, ríos, pantanos, ciclids, estromatolitos, delicadas flores, tortugas, arenas, espinas y plana bastedad: surrealismo puro del asombroso México. Temas Pasaporte De viajes y aventuras Lee También Los vuelos serán más caros a partir de 2025 Jalisco tiene 8 nuevas rutas en el aeropuerto AICM sube la TUA en 2025; esto costará el próximo año Estos son los lugares más visitados en Jalisco durante el 2024 Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones