Jueves, 15 de Mayo 2025
Suplementos | El día de hoy, cargar la cruz se puede entender como ceder nuestros derechos por el bien de los demás

¿Cuál cruz?

Jesús y sus seguidores tenían un acuerdo: Él era el Maestro y ellos eran los seguidores; para ser todavía más exactos, Él era el Rabí y ellos eran los discípulos

Por: EL INFORMADOR


    Jesús y sus seguidores tenían un acuerdo: Él era el Maestro y ellos eran los seguidores; para ser todavía más exactos, Él era el Rabí y ellos eran los discípulos. Esto era algo muy serio, ya que una vez que Maestro y discípulos se comprometían el uno y los otros, a partir de entonces ellos lo seguían a donde fuera. De hecho en los relatos de los evangelios, siempre vemos a Jesús caminar seguido de sus discípulos. Esa era la costumbre de ese tiempo.
    Pero llegó un momento en donde Jesús dijo algo extraordinario: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. Esto era inaudito, ningún rabino jamás había hecho semejante petición a sus discípulos. Era obvio que ellos deberían seguirlo, pero a nadie se le había pedido que siguiera al Maestro cargando una cruz.
          Después de todo, una cruz era el instrumento más vil y vergonzoso que persona alguna pudiera llevar; la cruz era la señal de los condenados a muerte por ser los peores criminales de la nación. La muerte de cruz era aún más horrenda que la lapidación judía, y significaba días de agonía y vergüenza, que implicaban los peores dolores y la mayor tortura mental posible.
          Por eso en el momento en el que Jesús aumentó los requisitos de quienes aspiraran a ser sus discípulos, sin duda que muchos dudaron en seguirlo un día más. Pero, ¿a qué se refería Jesús cuando dijo que era necesario renunciar a sí mismos y cargar una cruz?
          Jesús no les pidió que cargaran una cruz real de madera, y que fueran clavados en ella en el Monte de la Calavera en las afueras de Jerusalén. El único que verdaderamente cargó la cruz donde lo clavarían fue Jesús; sin embargo, Él esperaba que sus discípulos estuvieran dispuestos a negarse a sí mismos cada vez que fuera necesario. Por ejemplo, los discípulos se peleaban por sentarse a la derecha de Jesús en su reino, o por que otro les lavara los pies en la última cena; cargar la cruz en esas situaciones hubiera sido dejar a otros el mejor lugar, o ser el primero en lavar los pies de los demás.
          El día de hoy, cargar la cruz se puede entender como ceder nuestros derechos por el bien de los demás, mostrar compasión y misericordia por quienes se han portado mal hacia nosotros, o ayudar a quien no lo merece, pero lo necesita. Si Jesús estuviera otra vez físicamente entre nosotros, sin duda que haría mucho de lo anterior, y esperaría que sus verdaderos discípulos lo imitaran.
          Este tipo de cruz debe ser cargada cada día, porque cada día se presentan oportunidades para ceder a nuestros propios derechos por el bien de los demás; estar en la cruz es una manera de representar la actitud de una persona que no intenta mal contra nadie, y que soporta con madurez la incomprensión y el abuso de los demás.
         Esto suena como una locura para la mentalidad del hombre del siglo veintiuno, pero en realidad también sonó como locura en el siglo primero, cuando Jesús desafió a sus discípulos para que lo siguieran de acuerdo a los nuevos requisitos. Sin embargo el llamado sigue vigente para aquellos que el día de hoy queremos seguir a Jesús como sus actuales discípulos; aunque el Maestro ya no camina visiblemente entre nosotros, Él espera que nosotros cumplamos con los mismos estándares que Él estableció para aquellos que quisieran seguirle. La pregunta es: ¿estamos listos para pagar ese precio?

Angel Flores Rivero
iglefamiliar@hotmail.com

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