Jueves, 09 de Octubre 2025
Suplementos | Jesús asciende al Cielo pero su reino persiste sobre la tierra

Cristo vive en medio de su pueblo

Jesús asciende al Cielo, pero su reino persiste sobre la tierra, basado en los hombres de buena voluntad

Por: EL INFORMADOR

El Cristo amarillo. Paul Gauguin, 1889. Óleo sobre lienzo.  /

El Cristo amarillo. Paul Gauguin, 1889. Óleo sobre lienzo. /

GUADALAJARA, JALISCO (25/MAY/2014).- Ya es el sexto domingo de Pascua. Todo indica despedida, en el pensamiento y la palabra de El Señor. Dejará a sus apóstoles, y dejará en ellos todo el peso de su reino, distinto a todos los demás reinos.

Este reino espiritual ha nacido del amor, ha brotado del pecho de Cristo abierto por la lanza; y el caminar en el tiempo con la mirada hacia lo eterno, con los pies en la tierra, en lo visible, pero con proyección a lo invisible quedará en los frágiles hombros de los 12 primeros seguidores de El Señor.

En este siglo dominado por los medios masivos de comunicación se ha extendido una fiebre por lo inmediato, por las apetencias de la carne y los atractivos del poder, de las vanidades, de ese mundo multiplicador de la pantalla de la televisión, de la publicidad, de la técnica, con sus infinitas explicaciones para volver al hombre cada día más cautivo de sus encantos.

Es muy difícil, mas no imposible, que a un ser humano tan asediado le quede tiempo, interés, voluntad para descubrir la presencia de Cristo vivo, porque está invisible en medio del ruido ensordecedor del presente.

Por fortuna, por gracia, nunca faltan los que tienen abiertos los ojos del alma y miran la presencia viva de Cristo, que nunca ha abandonado a los suyos.

La fe ha abierto los ojos a los creyentes en el correr de los siglos. Cristo vive en medio de su pueblo.

El evangelista San Juan, siempre cercano a Cristo y con el alma abierta a su mensaje, pone la base de todo en el amor a Dios y al prójimo: el Padre ama al Hijo; el Hijo ama al Padre; el  Padre ama a todo el género humano; Jesús se entrega a morir por amor. El hombre ama al Padre a través de Jesús; los hombres y mujeres se esfuerzan en amarse entre sí cuando ven en el prójimo la imagen de Jesús.

Así, Dios y la humanidad permanecen unidos por el vínculo del amor, lo cual conduce a vivir la caridad.

José Rosario Ramírez M.

LA PALABRA DE DIOS

• PRIMERA LECTURA:

Hechos de los Apóstoles 8, 5-8. 14-17

“Les impusieron las manos y ellos recibieron el Espíritu Santo”.

• SEGUNDA LECTURA:

Primera carta de San Pedro 3, 15-18

“Estén siempre dispuestos a dar razones de la esperanza, a quien se los pida, pero háganlo con sencillez y respeto”.

• EVANGELIO:

San Juan 14, 15-21

“Si me aman, cumplirán mis mandamientos”.

LA VIRTUD PASCUAL

Hablar de la esperanza es decir el lugar que ocupa el porvenir en la vida religiosa del pueblo de Dios, un porvenir de felicidad al que están llamados todos los hombres. Las promesas de Dios revelaron poco a poco a su pueblo el esplendor de este porvenir, que no será una realidad de este mundo, sino una patria mejor, es decir, celestial, la vida eterna en la que el hombre será semejante a Dios.

La confianza en Dios y en su fidelidad, la fe en sus promesas es lo que garantiza la realidad de este futuro y permite, por lo menos, entrever sus maravillas.

Consiguientemente es posible al creyente desear este futuro o, más exactamente, esperarlo. En efecto, la participación en este futuro indubitable es problemática, pues depende de un amor fiel y paciente, que es una exigencia difícil para una libertad pecadora. El creyente no puede, por tanto, fiarse de sí mismo para alcanzar este futuro. Sólo puede esperarlo, con confianza, del Dios en el que cree y que es el único que puede hacer su libertad capaz de amar. Enraizada en la fe y en la confianza, puede la esperanza desplegarse hacia el futuro y levantar con su dinamismo toda la vida del creyente.

Fe y confianza, esperanza, amor, son pues, diferentes aspectos de una actitud espiritual compleja pero única.

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