Suplementos | ¿Cuál es nuestra actitud? Ayudados con propósito Guía: ayuda Por: EL INFORMADOR 7 de febrero de 2009 - 11:34 hs Muchos enfermos y muchos endemoniados tuvieron la buena fortuna de cruzar su camino con Jesús de Nazaret; el resultado fue que ellos sanaron y quedaron libres de sus azotes espirituales. Llegó el momento en que la población entera se agolpaba a la puerta del lugar donde Jesús se encontraba, ya que era evidente que el poder de Dios estaba operando a través de la vida del Maestro. Hay miles de estos casos, de los cuales desconocemos casi todos los datos, excepto el hecho de que fueron sanos o liberados. No sabemos cómo se llamaban, de qué estaban enfermos, y lo más importante: tampoco sabemos si decidieron seguir a Jesús y creer en Él como el Salvador del mundo. Sin embargo, el evangelista Marcos nos cuenta en el primer capítulo de su escrito acerca de una persona enferma de la cual sabemos cuál era su padecimiento, y lo que sucedió después. Se trata de la suegra de Simón Pedro, y el relato nos refiere que “En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron”. Podría parecer que era poco prudente llegar a visitar una casa donde una persona se encontraba enferma, especialmente si se trata de varias personas al mismo tiempo, pero la presencia de Jesús siempre será oportuna en el momento de la necesidad. De hecho es muy interesante lo que el evangelista relata que sucedió a continuación: “Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles”. El milagro de Jesús fue sencillo y contundente; bastó el toque del Maestro sobre la mano de la suegra de Pedro, para que la fiebre, independientemente de lo que la estaba originando, se le quitara. Lo que sucedió a continuación es muy interesante: ella se levantó para servirles. Cuando una persona ha pasado por un tiempo intenso de fiebre, sus condiciones físicas se encuentran desgastadas; su cuerpo ha perdido mucha energía por causa de la alta temperatura, y posiblemente ha sudado en exceso. Lo que una persona que ha tenido fiebre alta desea cuando ésta cesa, son dos cosas: bañarse y descansar. Pero la suegra de Pedro no hizo ni lo uno, ni lo otro. Ella no pensó en su comodidad o en sus necesidades, sino que pensó en Jesús y en los demás varones que lo acompañaban, y de inmediato se levantó para servirles. Posiblemente se dirigió a la cocina para preparar algunos alimentos para los invitados, o quizá trajo agua del pozo para que pudieran beber, o lavar sus pies; en fin, hay muchas cosas que era necesario hacer y que posiblemente ella participó en algunas de ellas. El punto interesante es que ella descubrió pronto que la razón de haber sido sanada era para que sirviera a Jesús. A diferencia de muchos otros que fueron sanados o liberados, esta mujer entendió la manera en que la gratitud funciona: sirviendo diligentemente a quien nos ha hecho bien. Muchos fueron sanados por Jesús, y no sólo se fueron sin darle las gracias, sino que corrieron lejos para poder disfrutar egoístamente de su salud; en cambio, la suegra de Pedro decidió quedarse con Jesús para hacer todo lo que tuviera a la mano, para mostrarle que estaba agradecida. Sin duda que usted y yo hemos sido muy bendecidos por Jesús ¿Cuál es nuestra actitud? Ángel Flores Rivero iglefamiliar@hotmail.com Temas Religión Fe. Lee También Santa Fe Klan cancela gira en EU en solidaridad con los migrantes Noche de San Juan 2025: ¿Qué es y cuándo se celebra? Evangelio de hoy: La Santísima Trinidad Prisión preventiva a Antonio “N”, de los Legionarios de Cristo Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones