Martes, 23 de Abril 2024
El gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, destacó en una conferencia de prensa que es posible que en la zona en la que se registró el estallido de la toma clandestina, en Tlahuelilpan, se encuentren más cadáveres. EFE
México

Saldo de tragedia en Hidalgo sube a 76 muertos

Las autoridades destacan que hay 73 lesionados por el estallido de una toma clandestina que ocurrió el viernes en Tlahuelilpan 

El Informador

El estallido de un ducto de combustible que era ordeñado en Tlahuelilpan, Hidalgo, suma ya 76 fallecidos.

Después de que los trabajadores de Petróleos Mexicanos (Pemex) sofocaron las llamas, más cadáveres fueron localizados junto a la zanja que se escarbó para perforar la red subterránea.

Familiares de las víctimas acudieron al punto, donde les aplicaron pruebas genéticas para tratar de relacionar, identificar y entregar los cuerpos. El gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, confirmó que también hay 73 lesionados. Reconoció que es posible que aparezcan más muertos en la zona de la explosión.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que mantendrá su plan anti-huachicol. “No vamos a detenernos. Sería fácil abrir los ductos y decir: ‘Se normalizó ya la situación’, pero mantener a sabiendas el robo, aceptar, tolerar el robo, eso no lo vamos a hacer. Vamos a resistir todas las presiones”.

La autoridad federal fue cuestionada por la presencia de soldados en el sitio antes de la tragedia. Se les preguntó por qué no contuvieron a los pobladores. El secretario de la Defensa Nacional, Cresencio Sandoval, explicó que la instrucción fue no confrontarse con ellos.

“Es sumamente complicado poder contener, 25 hombres, a 800 personas. No puede haber un esfuerzo para buscar detenerlos, nunca lo van a lograr y más si están convencidos los pobladores de querer ir por el producto”. 

“Es sumamente complicado poder contener, 25 hombres, a 800 personas. No puede haber un esfuerzo para buscar detenerlos, nunca lo van a lograr y más si están convencidos los pobladores de querer ir por el producto”. Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional.

El viernes, los militares fueron obligados a moverse porque quienes saqueaban el tubo “se tornaron agresivos”.

López Obrador refirió que escuchó que las personas se agolparon en la toma porque “les iban a regalar gasolina”. Sin embargo, acentuó que la práctica era algo establecido. “Me duele decir que esto se daba con frecuencia, cuando menos de cinco años a la fecha”.

Descartó que, tras el hecho, los ductos se cierren permanentemente. Por el contrario, reveló que ya se trabaja con el Instituto Mexicano del Petróleo para la generación de nuevas tecnologías que permitan fortalecerlos y así complicar la tarea de los delincuentes. “Ya estamos en eso, pero esta acción es de mediano plazo”, reconoció.

El fiscal General de la República, Alejandro Gertz, subrayó que hasta el momento no hay detenidos ni indiciados.

“Sólo querían un poco de gasolina”

Familiares de las víctimas en el punto de la explosión, a la espera de obtener información sobre la identidad de los cuerpos. AP

Poco antes de las 18:00 horas se corrió el rumor de que se había reventado un ducto a las afueras del pueblo. La gente corrió por cubetas y bidones, por tambos y garrafones, y se metió a los canales para tomar la gasolina que salía a borbotones de una vieja toma clandestina.

Los hombres fueron por delante; se arriesgaron. En la zona no hay gasolina por la estrategia antihuachicol, refieren testigos. Entonces se metieron entre los canales. El olor del combustible quemaba la garganta y los ojos ardían. Se pusieron trapos en la boca para no respirar los gases. Se empujaban para acercarse al torrente que duraría casi una hora.

“Se les dijo que era peligroso, pero aun así se pusieron necios. Sólo querían un poco de gasolina para sus carros. La gente dice que eran huachicoleros, pero no es así”, explicó Octavio, un habitante de la zona dedicado a la venta de barbacoa.

Un pequeño destacamento del Ejército llegó al punto cuando aún había luz; oficiales de la Policía hidalguense ya estaban allí. Los soldados se mantuvieron expectantes. No había gente, pero de repente la fuga se hizo grande, subió un chorro, las personas se enteraron y llegaron por decenas.

Los militares veían que, sin rubor, la gente (incluso niños) pasaba entre ellos sin amilanarse por las armas de cargo a la vista, con sus cubetas y bidones, llenos y vacíos.

Conforme al protocolo, los soldados decidieron no intervenir para no generar una confrontación con una masa que, de acuerdo con testigos, sumaba a más de mil personas. Muchas venían de otros pueblos, corrían de un lado a otro para acaparar la mayor cantidad de gasolina.

65% de los pobladores de Tlahuelilpan, Hidalgo, vive en situación de pobreza y 12% en pobreza extrema, según datos de Coneval.

Pasaron los minutos y llegó la noche. Los soldados se retiraban. Entonces algo pasó. Un hongo de gas y lumbre se elevó en medio del sembradío donde aún se encontraban decenas de personas tomando el combustible.

La gente corrió, alguna llevaba la ropa en llamas. Vinieron gritos de angustia, de dolor, de miedo. Los soldados regresaron, pero nada pudieron hacer.

A decir de Octavio, la versión que dio uno de los oficiales que llegaron fue que alguien encendió un cerillo para prender un cigarro. “Quién sabe si fue eso u otra cosa. Temprano, la fuga era apenas un chorro, pero la presión creció y el combustible se alzó hasta unos 30 metros”, aseguró.

Entre la oscuridad iluminada por las llamas, la gente deambuló cerca del siniestro durante toda la noche, entre patrullas, ambulancias y pipas de Pemex, pidiendo auxilio.

Dolor en el aire. A kilómetros de la explosión, en la caseta de Tepoztlán, cuatro helicópteros de la Ciudad de México esperaron a los heridos para trasladarlos a un hospital. Allí, Abigail descendió de una ambulancia junto a su esposo Alejandro Hernández, de 22 años.

La joven lo vio despegar rumbo al hospital de Lomas Verdes. Un descuido dejó a la joven en tierra, donde personal de rescate le indicó que si quería seguir a su esposo, debía hacerlo por sus propios medios.

A la medianoche, bomberos y personal militar lograron sofocar el fuego. Allí quedó un cráter humeante, con la fuga abierta, sin controlar, y el peligro latente de que, en cualquier momento, las llamas encendieran de nuevo el ejido. La noche del viernes, nadie durmió en el pueblo.

Invitaron a su hijo a ir por combustible 

Un zapato, unas llaves, la cicatriz de una operación o un tatuaje. Hasta el más mínimo detalle hace la diferencia entre estar a la expectativa marchita de la vida y la certeza de una muerte inevitable.

En Tlahuelilpan, justo en donde estalló una fuga de gasolina, cualquier seña, por mínima que sea, le da un posible rostro a los cuerpos carbonizados que yacen sobre un campo de alfalfa.

Entre los familiares de las víctimas se encuentra Manuel Mora, quien busca a su hijo de 18 años. “Él estaba solo en la casa, un amigo pasó por él y le dijo que había gasolina gratis. Ahora no sabemos nada de él”, narra.

El hijo de Manuel no tiene dos dedos; esa podría ser la señal para identificarlo, de no ser porque algunos restos son prácticamente polvo al tacto.

De acuerdo con Marco Antonio García Cornejo, director general de la Policía de Investigación de la Procuraduría estatal, hasta ahora sólo un cuerpo calcinado ha sido identificado con certeza, gracias a un tatuaje que era muy claro. Del resto, dice, aún no se puede confirmar nada.

Pese a la incertidumbre, hay quienes dicen ya haber identificado a los suyos. Y para darles certeza, los familiares de las víctimas fueron enviados al Ministerio Público de Tlahuelilpan y Mixquiahuala, donde deben iniciar el trámite para realizar pruebas de ADN.

Gobierno federal supervisa  y mantiene la búsqueda 

Militares resguardan la escena en tanto personal de Pemex registra el sitio, en búsqueda de más cadáveres. NOTIMEX

Expertos de Petróleos Mexicanos (Pemex) arribaron a la zona de la explosión para supervisar la búsqueda de posibles víctimas que aún estén enterradas en las inmediaciones.

El titular de la División de Seguridad Regional de la Policía Federal, Ángel González Ramírez, llamó a la población a que comprenda que el proceso de recuperación de cuerpos necesita un procesamiento del área del resguardo, lo que lleva un tiempo considerable.

Lo anterior, debido a que algunos pobladores han impedido en repetidas ocasiones el acceso de especialistas y funcionarios a la zona del estallido.

Reconoció que los habitantes de esa comunidad consideran que hay más cuerpos sepultados en una zanja cercana a la zona de fuga de gasolina, pero que es necesario que los expertos determinen la manera en que se debe realizar este procedimiento.

El funcionario federal subrayó que es importante la preservación del área para que no se contamine, pues aún hay indicios y restos que tendrán que ser analizados.

El mundo posa su mirada en Hidalgo

La contingencia no sólo ha atraído la ayuda de entidades como Chihuahua, Durango, Guanajuato, Guerrero, Michoacán, Morelos, Sonora, Tamaulipas, Veracruz y Jalisco, cuyos gobernadores han expresado sus condolencias y apoyo a las víctimas de la explosión. La comunidad internacional también ha girado la mirada a Tlahuelilpan, Hidalgo. Mandatarios y representaciones diplomáticas de países como Argentina, Colombia, Cuba, Ecuador, Honduras, Chile, Costa Rica, Perú, España, Chile y Brasil han manifestado su solidaridad al pueblo mexicano y, de requerirse, la asistencia ante la contingencia por el estallido. Incluso el secretario general de la ONU, António Guterres, expresó su solidaridad.

“El sistema de las Naciones Unidas en México está dispuesto a ofrecer asistencia a las autoridades nacionales”, dijo a través de su portavoz, Stéphane Dujarric.

Los hechos

Autoridades federales y del Estado de Hidalgo hicieron un recuento de la explosión que cobró más de 70 vidas. Así ocurrió la tragedia.

  • 16:50 horas Personal de Pemex notifica al Ejército sobre la perforación ilegal de un ducto, en el municipio de Tlahuelilpan, Estado de Hidalgo.
  • 17:00 horas Soldados acuden al sitio y se encuentran con gente llenando bidones con combustible. Ejército y policías estatales intentan persuadirlos para que se retiren y tratan de acordonar el punto para atender la fuga. El ducto comienza a soltar chorros de gasolina. Más personas llegan con bidones y cubetas.
  • 18:50 horas Sin que aún se establezca la causa, se registra la explosión en la toma clandestina del ducto de Pemex. El Gobierno de Hidalgo solicita la activación del Plan DN-III. Minutos después, Pemex suspende la operación del ducto y cierra las válvulas para evitar que corra más combustible.
  • 20:00 horas Funcionarios federales se trasladan al lugar. El saldo inicial de la explosión es de 21 personas fallecidas y 71 heridos. La cifra crece en las próximas horas.
  • 00:00 horas Trabajadores de Pemex logran sofocar el incendio. El Presidente llega al sitio.

Voz del experto 

Alerta ante ordeñas “de pico y pala”

Gerardo de Alba Mora (director de Energía e Ingeniería Civil de la Universidad del Valle de México)

La ordeña de ductos desorganizada y rudimentaria, aquella que realizan comunidades “a pico y pala” sin ninguna protección, es la más peligrosa de todas y puede derivar en una fuente explosión como la ocurrida en Tlahuelilpan, Hidalgo.

80% de la distribución de combustibles en México (gasolina, diésel y turbosina, entre otros) se realiza a través de una extensa red de ductos, que mide más de 68 mil kilómetros. 

En un comunicado, el experto señaló que existen distintos tipos de ordeña, y que el realizado por los grupos organizados emplea recursos y tecnología para abrir los ductos y extraer el combustible, al grado de que llegan a tener las características de una toma legal.

“En realidad no hay una forma de ordeña, hay muchas. Desde la más rudimentaria a pico y pala, hasta las formas más sofisticadas, en donde pareciera que fuera un punto de distribución propio de la red de ductos”, detalló.

Alertó del riesgo que implica transportar gasolina en diferentes recipientes, como se ha visto recientemente ante la situación que se vive por el cierre de los ductos. “Un mal manejo dentro y fuera de las refinerías, en un pozo petrolero, en cualquier punto es peligroso, incluso en una gasolinera. Hay una serie de normas que nos dicen: no prendas cerillos, no hables por teléfono… Nada que pueda detonar alguna flama y aquello explote”, destacó. 

Familiares, a la espera…

Autoridades y familiares, reunidos alrededor del sitio en donde, un día atrás, cientos de ciudadanos ordeñaban un ducto de Pemex. AP

Los familiares de víctimas de la explosión registrada en Tlahuelilpan, que dejó más de 70 muertos, siguen agolpados en la “zona cero”, desesperados y a la espera de identificar a sus allegados.

Cada vez con menos alboroto. Se están acostumbrando al silencio y a una información dosificada mientras conviven con la angustia, en un ambiente hostil.

En el lugar, un tenue olor a gasolina se filtra en un predio arrasado por el fuego, con zapatos calcinados, camisas manchadas de sangre o incluso piel humana sobre la tierra.

En medio de ese desolador escenario, las autoridades tratan de sacar los cuerpos que quedan. Los familiares tienen dos opciones: mirar a las autoridades mientras excavan en una gigantesca zanja… o ir de hospital en hospital a ver si, por suerte, uno de sus seres queridos está vivo.

“Nos dicen en un hospital, vamos a ese, nos dicen en otro y vamos a ese y tampoco. Nos traen de hospital en hospital y no fluye la información correctamente”, cuenta Silvia Trejo, una mujer que espera hallar a su sobrino.

Por su parte, Efrén Hidalgo espera encontrar el cuerpo de uno de sus hijos, cuenta que fue al Ministerio Público de Mixquiahuala a rellenar los formularios correspondientes y a que le tomen las “pruebas de ADN para identificar al cadáver”.

Mientras aguardan, personas del municipio ofrecen comida y agua para hacer un poco más liviana la espera.

También personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) está en el lugar para tomar datos a los allí presentes con el fin de, si hallan a alguno de sus familiares en un hospital, notificárselo. “Yo tengo la esperanza de que esté vivo”, comenta Silvia, quien reconoce sentirse “desesperada por no tener noticias”.