Una verdad se abre paso

El mercado no se autorregula. Los hacedores de la economía mundial se están enfrentando a una verdad que negaron demasiado tiempo: los mercados no se regulan a sí mismos; por el contrario, requieren de un Estado que los vigile, que los limite y, a veces, que los rescate.

Tal como ocurrió en México, en la desregularización de los mercados financieros por la economía liberal, hoy Estados Unidos enfrenta una de las más graves crisis desde 1929. Pero, a diferencia de lo que pasó en este país, en el otro lado hay políticos que más allá de los intereses de partido, no están dispuestos a que las clases trabajadoras y las clases medias paguen por los errores de los bancos y las financieras; no están dispuestos a que sobre el estadounidense medio caiga el peso económico de un rescate como el que en México se llevó a cabo, a través del Fobaproa.

Así, con todo el costo político que pudiera tener, el candidato demócrata, Barack Obama, ante la crisis y con una reunión en la Casa Blanca, llamada por el presidente Bush, señaló tajante: “Ni un centavo para recompensar a ejecutivos de Wall Street, cuya codicia e irresponsabilidad nos metieron en este embrollo”. Más claro, ni el agua.

Y agregó la necesidad de cuidar varios puntos: la creación de una junta independiente que supervise los gastos, para decidir dónde se destinará el dinero de los contribuyentes. Otro de los puntos es que la población debe ser tratada como inversionista, es decir, darle el lugar de inversionista, de forma que pueda recuperar todo el dinero erogado. Y, en sensibilidad social, hoy prácticamente relegada por la economía de mercado y su libertinaje, que se incluya un plan de rescate para propietarios de casas que están a punto del embargo.

Es decir, que en Estados Unidos, país donde la economía liberal fue potenciada al máximo, sin embargo están elaborando un plan que tiene a la población como el eje de sus acciones, no para que sean los paganos, como el caso de nuestro Fobaproa, sino para beneficiarlos muy por encima de los financieros de Wall Street. Una lección de política, de responsabilidad social y de ética que bien pudieran aprender algunos políticos mexicanos, especialmente si estudiaron con los Chicago boys.

Y como parte del movimiento de tablero que está ocurriendo en nuestra aldea global, además de la crisis financiera de Estados Unidos y su solidaria forma de enfrentarla, está la vitalidad que en la pasada Asamblea recuperó las Naciones Unidas; una institución que, como todas, toma vida por quienes la integran y, en este caso, los miembros de la ONU han ofrecido una serie de propuestas para enfrentar los problemas generados por esa liberal economía; participación que ha ido más allá del aplauso al coloso, quizá porque saben que su poder está ya mermado. Es entonces que reconocen que es tiempo de asumir la responsabilidad del cuidado de las economías internas, trabajo conjunto en el beneficio compartido, verdad ésta que también se abre paso en la nueva forma de jugar el ajedrez mundial que hoy se presenta.

LOURDES BUENO / Investigadora de la UdeG.
Correo electrónico: lourdesbueno03@yahoo.com.mx