Sábado, 25 de Octubre 2025
México | VISIÓN Y DECISIÓN POR CARLOS CORTÉS VÁZQUEZ

Violencia e impunidad

Los valores de la familia son reminiscente motivo de risa para quienes aún no han sido víctimas directas o indirectas de la violencia

Por: EL INFORMADOR

En sus diversas formas, pasa a ser cotidiana. De Baja California, Chihuahua, Tamaulipas, Durango Y Nuevo León por el Norte; Guerrero, Morelos, Michoacán Y Estado de México hacia el Sur, sin quedar exentas otras entidades, que aunque estadísticamente menos afectadas, califican también en el panorama de la violencia.

Los valores de la familia son reminiscente motivo de risa para quienes aún no han sido víctimas directas o indirectas de la violencia; apenas uno de cada tres habitantes del país. En tanto niños forman su cultura de violencia, jóvenes aspiran a integrarla.

Es aterrador el caso de Paulette Gebara Farah, de apenas cuatro años, desaparecida de su habitación familiar el domingo antepasado y posteriormente encontrado su cadáver en el mismo. Sus padres y dos personas más fueron arraigados por la Autoridad, sembrando crueles sospechas.

Cercano en tiempo y espacio, el gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, vivió de cerca un enfrentamiento. Uno más entre elementos del Ejército y sicarios poseedores de armas de alto poder intentando evadir un retén, finalmente muertos dos de éstos en la autopista que une Monterrey con Reynosa. Nuevas contradicciones rodean el caso.

La muerte de dos estudiantes del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey enfrenta exigente esclarecimiento por parte de las autoridades, presionadas por la población irritada ante la falta de seguridad; que por desgracia no está ubicada sólo en el Norte del país.

Crimen organizado es la denominación común a hechos que, sin duda, tienen complicidades implícitas con propósitos políticos desestabilizadores, penados por la ley.

Si la familia prescinde de valores y las armas sustituyen el diálogo, es otro el lenguaje requerido para preservar la vida y proveer la tranquilidad. La crisis económica no es suficiente razón ni causa real para la pérdida de tranquilidad convertida en lucro. Trabajo sí hay, falta empleo digno y remuneración congruente.

Educación genera comprensión y capacitación eleva dignidad. Estos atributos cierran puertas a la desesperación propiciatoria del desconsuelo actual, pero maduran con tiempo para lograr el estímulo de la productividad. Pronunciamientos así son fáciles, pero su cumplimiento arduo. Mientras tanto, Dios nos guarde de más discordia.

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