Viernes, 25 de Abril 2025
México | Son claros los propósitos del Modelo Calderón

TREN PARLAMENTARIO: Por Vicente Bello

AGUAS RÍO ABAJO

Por: EL INFORMADOR

Se acabaron los foros y ahora todos los partidos políticos se pondrán a revisar con miras a sus propias conclusiones, aunque hay el temor fundado en el Congreso de que la iniciativa de reforma energética que anunció el PRI de Manlio Fabio Beltrones para hoy, sea en realidad la misma gata nomás que revolcada.
Martes 22, julio de 2008. Patio Mariano de Xicoténcatl. 21 foros, 162 ponentes, 132 horas de transmisión y 210 intervenciones de legisladores fue el saldo de una discusión por la reforma energética, cuyas conclusiones ya serán sometidas a tantas interpretaciones como fuerzas políticas con representación aquí.

“Relaciones con compañías extranjeras y jurisdicción de tribunales extranacionales”, se denominó el foro de la clausura, y han participado críticos como Alfredo Jalife Rahme y el mismo Manuel Bartlett Díaz, y Víctor Flores Olea, Carlos Loperena, Pedro López Díaz, Humberto Lira Mora, Miguel Estrada y Néstor García.
La de Manuel Bartlett, fue una ponencia de gran estruendo. Las palabras del poblano fluían en el patio atiborrado con el rigor de las grandes barrancadas cuando las aguas se han encontrado río abajo. Bartlett concitó en su momento simpatías manifestadas en un aplauso prolongado de gente puesta de pie, como también provocó transfiguraciones de rostros enrojecidos, fruncidos. ¿Pero qué dijo el poblano que no hayan dicho antes los 161 ponentes que también participaron?

He aquí las partes medulares de la ponencia que --ayer presumían perredistas, priistas y panistas en el pasillerío de Xicoténcatl-- quedará en la historia de estos foros como una de las más filosas de cuantas se escucharon en este mes y medio de discusión:
Comenzaba a darse vuelo así Manuel Bartlett Díaz:
“El objetivo central de la reforma (de Felipe Calderón) es el regreso a México de las petroleras extranjeras, protegidas por la jurisdicción extranacional. El diagnóstico del Gobierno es un pretexto; la causa determinante es la imposición extranjera. Si no se sitúa el tema en el marco de la geopolítica y de la política petrolera mundial no se explican las iniciativas. México es de los primeros proveedores de crudo de Estados Unidos, cada vez más demandante. El Grupo de los Ocho acordó presionar a las empresas nacionales y abrirlas al mercado, para que bajo su control fluya hacia ellos el petróleo.
 
“México tiene un modelo petrolero sustentado en mandatos constitucionales y legales que preservan la exclusividad del Estado en su explotación, con prohibición a extranjeros, para fines nacionales: proveer la energía primaria y desarrollar una industria petrolera propia para el desarrollo del país (…) Lo que pretende Felipe Calderón es sustituir el modelo nacional por otro en el que se someta el petróleo mexicano a las reglas del libre mercado, bajo la explotación de toda la cadena por empresas extranjeras asociadas en el aprovechamiento de la renta petrolera a través de contratos que confieran derechos intocables, desde la exploración y explotación, hasta la venta directa.

“El modelo (de Calderón) garantiza a contratistas extranjeros anular exclusividad del Estado en la explotación y se apropian de funciones reservadas a Pemex. Es la desnacionalización del petróleo mexicano por sobre la Constitución. Queda Pemex como simple agencia de contratación. Modifica toda la legislación petrolera esencial para abrir espacios a las inversiones y a las trasnacionales, desmantela los marcos institucionales de una industria nacional para imponer otros adecuados a una industria privatizada.
El imperativo (de Calderón) es producir más petróleo. Mantener y acrecentar la plataforma de extracción y exportación obedece a presiones externas y no a nuestra conveniencia de beneficiarnos de su preservación e industrialización".

“El TLC respeta formalmente el modelo mexicano, al rechazar entonces demandas norteamericanas. Se reservó entonces al Estado mexicano la inversión, prestación de servicios, la exploración, explotación, refinación y tratamiento de petroquímicos básicos, transporte, almacenamiento, distribución, y se rechazó el abasto garantizado de crudo mexicano a Estados Unidos. Ahora, sin embargo, México actúa como si lo hubiera pactado. Incrementa aceleradamente la exportación a Estados Unidos sin reponer reservas.

Calderón renuncia a las reservas establecidas por el Estado mexicano, con aprobación del Senado, y se somete de manera unilateral a lo que demandó Estados Unidos, proponiendo abrir a la inversión extranjera lo que está literalmente reservado. Esta reforma (de Calderón) asume dócilmente el modelo que han venido imponiendo, aprovechando debilidades económicas o políticas y complicidades locales. Obedece a una estrategia de los países consumidores, para anular a las empresas nacionales y garantizarse acceso directo a sus recursos naturales.
 
“Cuando ocurrió la rebelión de la OPEP contra el dominio de las trasnacionales (reivindicaron su soberanía), los países consumidores reaccionaron induciendo un nuevo orden internacional del petróleo. Fundaron la Agencia Internacional de Energía y han tejido tratados bilaterales y multilaterales, comerciales y de protección a la inversión, para encuadrar al régimen petrolero dentro de un régimen legal internacional del capital.

Nuevos contratos de exploración y explotación que asocian compañías petroleras nacionales sustituyen a las concesiones. Este nuevo marco legal internacional protege a la inversión por encima del recurso natural. La pieza clave de esta red de tratados, contratos, servicios, es la imposición del Arbitraje Internacional. Sustrae al petróleo o materia energética de la jurisdicción nacional obligando a los países a someterse a tribunales extranacionales creados por ellos, en los que se imponen los privilegios concedidos a la inversión, bajo la amenaza de sanciones, embargos. Cualquier cambio que pretenda el país productor es impugnado en el exterior. La soberanía legislativa, administrativa y fiscal se pierde.
 
“Utilizan a la empresa pública para simular control nacional. El nuevo régimen global reduce los derechos soberanos de los estados a dar o no permiso de acceso a la explotación. Una vez que las empresas entran, los derechos de dominio eminente sobre el petróleo se subordinan a los tratados internacionales. Los países exportadores de capital ejercen derechos sobre el recurso. Anulan el régimen de propiedad pública. Las compañías nacionales se transforman en agencias de contratación. El país es dueño del petróleo, en principio, pero su explotación se somete a los derechos supremos del capital. Además de la sumisión del modelo Calderón a intereses externos, su decisión de llevarnos a mayor dependencia está en acuerdos orientados a integrar el petróleo mexicano al mercado de los Estados Unidos.
 
“El Informe Cheney, en 2001, define la meta: ‘lograr mercados energéticos unificados, aprovechar el TLC para una política energética común: acelerar las inversiones transfronterizas en ductos y redes eléctricas, facilitar permisos para la mayor integración energética entre los socios del TLC’. El presidente Bush ha declarado que ha llegado el momento de terminar con la excepción mexicana. Y en la Cumbre de las Américas, celebrada en México en 2001, Fox se integró a un grupo de trabajo de Energía de América del Norte, promotor de más comercio e interconexión. Y la integración energética persigue que México se comprometa, como ya lo hizo Canadá, a satisfacer las necesidades energéticas de Estados Unidos como si fueran propias, sin darle prioridad al mercado mexicano.

“Son claros los propósitos del Modelo Calderón. Sus iniciativas van en contra de la tendencia mundial. El nacionalismo energético en el mundo ya es la regla. En cambio, en México se propone la desnacionalización.
“Quienes se han manifestado en contra de toda privatización abierta o encubierta no pueden aceptar las iniciativas que lo proponen, ni siquiera parcialmente, es un modelo integrado. El riesgo es quitar lo aparente y mantener lo encubierto. Desde luego se debe precisar el concepto privatizar”.
Cuando el priista Bartlett dijo esto último, fue notorio el desasosiego en las miradas de dos correligionarios suyos: Beltrones y Labastida. Por allí, en el pasillerío, deambulaban los perredistas de Nueva Izquierda, Carlos Navarrete y Guadalupe Acosta Naranjo. Afuera, manifestantes cerraron dos horas las puertas del Senado.



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