Rivera llama a acercarse al Evangelio para liberarse de miedos

CIUDAD DE MÉXICO (11/AGO/2013).- El cardenal Norberto Rivera llamó a los fieles a no tener miedo, angustiarse ni preocuparse en demasía por lo que la misma sociedad ha creado, pues la fe y el Evangelio son los medios que pueden ayudar a liberar a las personas de esos pensamientos.

Al celebrar la misa en la Catedral Metropolitana, el arzobispo primado de México subrayó que "liberarse de los miedos no significa cerrar los ojos a la realidad y esconder la cabeza en la arena como dicen que hacen los avestruces".

"El miedo es falta o pérdida de libertad interior y Jesús ha venido a pasarnos de la esclavitud a la libertad. No tengan miedo, yo he vencido al mundo, he vencido a la muerte que es lo que más miedo causa", dijo el prelado al recordar el mensaje de Jesucristo.

Además, Rivera Carrera añadió que al buscar las raíces de los miedos y ansiedades casi siempre resulta que están ligados a la obsesión por la seguridad material y la manía de acumular riquezas; cuando no se tienen la angustia está en su búsqueda, y cuando se tienen sufren de ansiedad por conservarlas.

La otra fuente de nuestros temores y ansiedades, sostuvo, es nuestra falta de fe, y en este punto advirtió que para ser curados de los miedos y angustias hay que proceder como con las otras enfermedades, hay que mostrarlas, hay que confesarse y echarlas afuera.

"Es necesario acercarnos a aquél que es la luz verdadera, es necesario iluminar nuestros temores y angustias. Por supuesto que es necesaria la luz sicoanalítica, sobre todo cuando se trata de neurosis graves, pero es más necesaria la luz espiritual que sólo puede dar el verdadero sol de justicia que es Cristo Jesús", recalcó.

Rivera Carrera reconoció que no es fácil describir ni definir el miedo, pero todos de alguna manera lo experimentan y pueden decir que es la reacción a todo aquello que amenaza su ser.

El miedo es la respuesta al peligro real o imaginario, desde el que consideramos más grande, la muerte, hasta los peligros cotidianos que amenazan nuestra tranquilidad, integridad física o mundo afectivo. Es una manifestación de nuestro instinto fundamental de conservación, abundó.

Ante esta situación, insistió, "el evangelio es buena nueva no sólo para nuestro cerebro sino también para nuestro corazón, ya que nos libera no sólo de nuestra ignorancia sino también de nuestros miedos; nos libera no sólo de las presiones exteriores y sociológicas sino también de las presiones interiores y sicológicas".