Viernes, 26 de Julio 2024
México | AL MARGEN DEL PODER POR JORGE REGALADO SANTILLÁN

Guadalajara y sus habitantes en riesgo (I)

La ciudad y quienes habitamos en ella estamos entre muchos riesgos, algunos visibles y otros no tanto, pero igualmente peligrosos

Por: EL INFORMADOR

La ciudad y quienes habitamos en ella estamos entre muchos riesgos, algunos visibles y otros no tanto, pero igualmente peligrosos. No es exagerado afirmar que avanzamos rápidamente a situaciones límite. El mensaje más dramático lo recibimos hace 17 años, la mañana del 22 de abril del año 1992, cuando explotaron seis kilómetros de calles del Sector Reforma de Guadalajara y murieron cientos de personas, muchas más de las reconocidas oficialmente. En aquel entonces, producto de la emergencia del siniestro e impactados por el producto de su negligencia, toda la clase política declaró que se haría lo conducente para que nunca más en la ciudad sucediera algo similar.

Pasada la etapa de la emergencia y desarticulado el movimiento de damnificados, el hacer del Gobierno volvió a la normalidad. Tres años después, en 1995, el Partido Revolucionario Institucional ( PRI) perdería la gubernatura, y desde entonces el Partido Acción Nacional ( PAN) gobierna Jalisco y la zona metropolitana.


Contra todo supuesto, el cambio de partido en el Gobierno no modificó en nada el proceso de deterioro urbano, de dilapidación y daño a los recursos naturales, de abandono de la infraestructura urbana. Al contrario, se profundizaron las políticas privatizadoras y mercantiles que los gobernantes han impuesto a los servicios públicos de la ciudad de Guadalajara.

Nadie puede afirmar que hoy vivamos más seguros, y no sólo me refiero a los riesgos urbanos, pues a éstos se sumó la cuestión de la inseguridad pública generada por la actividad incesante de la delincuencia organizada, misma que es facilitada por la corrupción y la impunidad que sigue caracterizando al sistema de administración y procuración de justicia.

Los gobernantes y sus aliados capitalistas inmobiliarios, como nunca antes, consideran que construir ciudad es exactamente igual a hacer grandes negocios. Ese criterio y las prácticas depredadoras que de ahí se desprenden, han llevado a que se esté configurando una especie de confluencia de crisis, tanto de varias de las funciones como de los recursos naturales que son básicos para que los habitantes estemos seguros y vivamos bien y dignamente. Es de esta manera en la que el capital y el Gobierno producen la ciudad, la que está sumando nuevos riesgos que podrían postrar tanto a la ciudad como a quienes habitamos en ella.

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