El sustazo para Añorve

Habitualmente a pocos les importan las elecciones estatales fuera de los límites del territorio propio. Es normal; de hecho, cada vez son menos los mexicanos que se interesan en el cambio de sus propias autoridades locales.

Es comprensible; cada vez es más evidente que las autoridades mandan menos y cuestan más mientras que los poderes fácticos se instalan.

Pero a donde quiero llegar, más que al lamento, es a las elecciones en Guerrero, ese Estado violento de suyo, sangriento de años para acá, peligrosísimo desde 2007 y bello desde siempre.

Este domingo son las elecciones y como decía, a pocos les puede interesar el dato, pero quizá haya que poner más atención y dejar a un lado la idea de que sólo el Estado de México existe y es importante para los comicios de 2012. Esa postura es asfixiante, pero sobre todo, es ciega.

Lo que suceda en otras entidades nos va a mostrar cuáles son las herramientas políticas de los mexicanos en un contexto de violencia mucho más peligroso que el que se vio con las polarizadas elecciones de 2006, cuando Andrés Manuel López Obrador era llamado un peligro para México.

Este año el contexto es rojo y sobre todo en Guerrero. Ahí las instituciones y los hombres que las hacen están generando un clima de normalidad cuya fragilidad es evidente. El Instituto Electoral ya hizo su primer ensayo de PREP (el de los resultados preliminares), los candidatos ya tuvieron un debate, más de dos millones y medio de boletas electorales ya están listas y los aspirantes a gobernador mantienen el rostro impávido.

Mientras tanto, el Estado convulsiona. El turismo, principal motor de esa Entidad, va en picada. El índice de homicidios pasó en tres años de 16 por cada 10 mil habitantes a la escalofriante tasa de 59. En números absolutos, Guerrero tiene el segundo lugar por número de muertos aportados al país en el último año. Sus autoridades policiacas locales, antes corruptas, hoy están agujeradas. La verdad es que sí está canijo.

Por eso la noticia de ayer sobre la declinación del candidato panista a favor del abanderado del PRD, Ángel Aguirre, no es ni con mucho el principal susto de los priistas guerrerenses y de su candidato Manuel Añorve.

No, el tema es mucho más peligroso: ¿Cómo va a procesar un Estado convulsionado un conflicto postelectoral? A ver: los punteros están empatados, el panista declina cuatro días antes (lo que significa que habrá una enorme confusión a la hora de verlo en la boleta), el Estado pone muertos en los noticieros un día sí y otro también y los resultados no serán contundentes.

Ésa debe ser la preocupación de Añorve, de Aguirre, de los guerrerenses y de todos los mexicanos de este país, porque todos los estados van a caminar por ese pasillo tarde o temprano.