Viernes, 26 de Julio 2024
Jalisco | Mendo ha contribuiedo desde hace más de 14 años en la planificación de la ciudad

Mi verdadera profesión es el indigenismo: Alejandro Mendo Gutiérrez

Comprometido con los “verdaderos habitantes originarios del país” el oriundo de la ciudad de México y académico del ITESO, ha contribuido desde hace más de 14 años al entendimiento de la planificación urbana de la ciudad

Por: EL INFORMADOR

Cuando se abordan temas que actualmente en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) preocupan prácticamente a todos, como la movilidad urbana, la densidad poblacional y las vicisitudes del transporte público, es irremediable anclar la mirada en Alejandro Mendo Gutiérrez.

Académico del Departamento del Hábitat y Desarrollo Humano del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), ha contribuido desde hace más de 14 años en temas nodales acerca del entendimiento de la planificación urbana en la ciudad. También participó en investigaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en temas como los asentamientos humanos; hoy forma parte activa del Observatorio Metropolitano de Guadalajara.

Como indigenista, “comprometido con los verdaderos habitantes originarios del país”, busca en el náhuatl una construcción de instrumentos precolombinos, así como la danza azteca, la sabiduría para vivir en armonía con su medio ambiente social.

- ¿Cómo llegaste a Guadalajara?
- Soy nacido en la Ciudad de México. Sin embargo toda mi vida he estado en Guadalajara, por lo que me considero tapatío. Durante mi etapa estudiantil, como arquitecto en el ITESO, tuve mucho interés sobre la cuestión de los asentamientos humanos y los movimientos sociales relacionados con la ciudad. Después, a principios de los 90s, se abrieron una serie de proyectos interdisciplinares relacionados con el suelo y la vivienda, porque en aquellos años estaba en boga lo de los llamados “sintecho”,  problema que sigue existiendo. El ITESO le dio mucho impulso a programas de apoyo a grupos que compraban un espacio y se les hacía el proyecto de vivienda y urbanización. Entonces me contrataron como profesor,  y a partir de eso me adentré más en el tema.

- ¿Por qué, como arquitecto, te interesó esta faceta… más social?
- Creo que se debió a mi etapa de estudiante. Fue del 81 al 86. En esos momentos había temas en la agenda global como los documentos de Naciones Unidas sobre asentamientos humanos, como en  Estambul, y fui testigo de cómo las cumbres internacionales alrededor del tema de la ciudad poco a poco bajaban al nivel operativo de los funcionarios que toman decisiones.
De algún modo u otro, creo y creí en ese entonces, las Naciones Unidas eran una especie de punta de lanza en cuanto a que planteaban conceptos muy novedosos, de vanguardia sobre el orden urbano, que al devenir de los años cobran forma en las ciudades.
Todos aquellos conceptos de sustentabilidad, participación ciudadana, son ahora prácticamente derechos por los cuales se está peleando. Ahora tengo un postgrado en investigación social, y curso un doctorado en urbanismo y sustentabilidad en la Universidad de Guadalajara (UdeG). También estoy metido en el Observatorio Metropolitano de Guadalajara.  Estamos evaluando los impactos positivos o negativos de las políticas públicas en materia social, urbana y  económica. Reportamos informaciones al gobierno federal, municipales, del Estado y a las propias Naciones Unidas. Estamos evaluando continuamente; el último reporte fue del 2006 y actualizamos la información constantemente.

- Ahora que eres un especialista… ¿Cómo ves a Guadalajara?
- La ciudad es un fenómeno que se salió de las manos de los responsables, funcionarios de distintos órdenes de Gobierno,  y se les salió de las manos porque la planeación que efectuaban no era nunca aplicada al 100%.  Entonces, todos esos procesos de prever el crecimiento nunca se llevaron a la práctica. La planeación siempre fue un ejercicio superficial y nunca se hicieron proyectos concretos. El fenómeno de la urbanización se dejó en manos de la iniciativa privada, desarrolladores que sin consideración ambiental o social, crecieron para donde pudieron; lo que tenemos ahora es un caos.

- ¿Sería necesario un Colegio de Urbanistas?
- El problema es que los espacios gremiales de esta índole no pintan en nada ante la presencia contundente que tiene la iniciativa privada, o la clase política que se alía con el empresariado. Los colegios, universidades y asociaciones de vecinos están en segundo o tercer plano frente a lo que decide la cúpula.

- Se dijo que el transporte articulado solucionaría algunos problemas, ¿qué opinas?
- El proyecto del Macrobús hay que enmarcarlo en lo siguiente, y es que el tema del transporte colectivo aquí no es público sino privado. Hablar de transporte público es un eufemismo, una metáfora; está en manos de concesionarios privados. El Estado no ha ejercido la rectoría del transporte con respecto a otras ciudades del mundo. Por otra parte, la estructura de la ciudad de las grandes vialidades y la forma en que están trazadas no se ha resuelto desde hace décadas. Hay dos condicionantes muy importantes: físicamente la ciudad no está preparada para un desplazamiento ágil, y políticamente menos, porque sólo se favorece a la iniciativa privada. Se debe hacer un arreglo efectivo a favor de las mayorías. Se está dando con esto una aspirina al problema. El crecimiento de la ciudad nos ha rebasado  y la gente está resolviendo su problema adquiriendo un vehículo. Tenemos un atraso de cincuenta años con otras ciudades del país. Las cifras pintan un diagnóstico fatal: se calcula que al final del año habrá un parque vehicular de un millón 600 mil carros y eso es brutal. El BRT continúa operando en este esquema de concesiones que no ha beneficiado a la ZMG.

- ¿Qué opinas del proyecto de la Villa Panamericana?
-Me parecía interesante que se hiciera un rescate de espacios públicos en el Centro Histórico, que se incentivara la vivienda, pero la manera en que se hizo es al contrario de como esperaríamos que fuera. No estamos extrayendo las grandes lecciones que nos dejó la construcción de la  Plaza Tapatía. El presidente municipal de Guadalajara, Alfonso Petersen Farah, me pidió una opinión al respecto y le dije que podía ser exitoso el proyecto si se construye junto con la gente, si con los habitantes que ya residen ahí se habla desde el inicio, y se les pregunta a qué aspiran y cuáles son sus deseos. Parece que se hizo lo contrario, se escondió el proyecto, no se presentó con nadie y después se soltó la sopa.  Ningún proyecto debe venir de arriba hacia abajo.

- ¿A qué se deben los descontentos con el proyecto?
-Hay muy poca conciencia en la mayoría de los ciudadanos. No saben exigir sus derechos ni asumir las obligaciones. Tiene qué ver con una cuestión cultural y educativa. Por otro lado, la clase política está sometida a condicionantes de recursos y tiempo. Sus tres años o seis son muy pocos para ellos para proceder, y deben arrancar los proyectos a costa de intereses legítimos sociales. No hay un espacio que concilie intereses de todo mundo.
En términos generales somos una aglomeración. Y no pertenezco a ningún partido ni nada. Yo lo que he hecho es trabajo social sin estar abanderado. Todos los mexicanos estamos desesperados por tener un país mejor.

- Si no fueras arquitecto, ¿qué habrías estudiado?
Si no hubiera estudiado arquitectura sería sociólogo, o indigenista. Mi verdadera profesión es el indigenismo. Estoy muy comprometido con los verdaderos habitantes del país; es una ironía que a cinco siglos de contacto entre dos culturas sigamos  diciendo indio para ofender a alguien, y sigan siendo las etnias, digamos, los reductos de mayor pobreza y enfermedad. En otros lugares del mundo los indígenas son considerados como personas de primer nivel; aquí pasa totalmente lo contrario.

- Se dice que no usas teléfono celular, ¿es cierto?
Yo estoy desconectado –suelta la risa-. En realidad  utilizo a diario la tecnología, pero ya en el ámbito personal no me gusta estar disponible las 24 horas, ni para mi jefe ni para ocurrencias, ni nada –ríe de nuevo-. Por otro lado, tengo una filosofía que he construido desde hace más de 20 años de acercarme al México profundo. Hablo un poco de náhuatl, sé la danza azteca sin ningún problema, me ha tocado la suerte de representar a mi país en foros del mundo; he sacado adelante la cultura del país en algunos momentos.

- ¿Tú construyes los instrumentos?
-Sí, yo recolecto las piedras, maderas, arcilla. Si no hace uno algo físico, moverse en la danza azteca que es muy  activa, por ejemplo, se vuelve uno loco. Hay que hacer otras cositas.

- Algunos académicos tienen bandas de rock o tocan trova. Tú tienes un grupo prehispánico.
-Sí. Y  hemos estado en los principales foros de la ciudad: Plaza de la Liberación, Teatro Degollado y también en ciudades como Tuxon, Chicago, en los festivales regionales de Zacatecas, Morelia, Guanajuato, el Cervantino, Puerto Vallarta y en las escuelitas de primaria más abandonadas de la Zona Metropolitana de Guadalajara, en la Colonia Hernández Loza, Balcones del Cuatro… somos callejeros.

- ¿Piensan sacar alguna producción discográfica?
-Está en producción un disco. No se quería sacar porque el Ayuntamiento de Guadalajara, que cobija la agrupación,  quería tener los derechos de la producción pero la mayoría de la música es de mi esposa, Patricia Aguirre, y yo tengo piezas.  No queremos ceder los derechos, y buscamos la independencia, pero lo vamos a hacer quizás a finales de este año.
Ahora estamos trabajando en un proyecto que se llama “Teuchiteco”, que tiene qué ver con una leyenda de la zona de los Guachimontones, que hemos recopilado en fuentes historiográficas y locales, y queremos hacer un montaje escénico para presentarlo en la Zona Metropolitana de Guadalajara, y hacer un pequeño tour en Ameca, Teuchitlán, Tala, Etzatlán, etcétera.

- ¿Cómo quieres vivir tu vejez?
-Por el momento tenemos nuestro taller de construcción de instrumentos, danza y música todos los viernes frente al Museo del Periodismo y las Artes Gráficas, mejor conocido como la Casa de los Perros, en el Jardín Reforma.
Yo quiero terminar mi fase productiva aquí, y eventualmente pasar la vejez en otro sitio. Me gustaría ir a Teuchitlán para montar un espacio como parque temático y hacer actividades culturales para el turismo; ofrecer comida, traer jugadores de pelota, hacer temazcales y demás.

El intelectual se levanta del escritorio y camina por los pasillos del ITESO. En sus gafas está el reflejo de los estudiantes que lo saludan con entusiasmo y el borde del cemento que no se atreven a transgredir sus pies para sentir el roce del césped húmedo  con sus guaraches puestos.

21/ 04/ 08 EMD

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