Jalisco | En tres patadas por Diego Petersen Farah ¡Métanlos al bote! El problema de fondo es qué hacemos con nuestras penales Por: EL INFORMADOR 10 de mayo de 2010 - 05:20 hs Lo que pasa en las prisiones mexicanas es inimaginable. Son microcosmos en lo que lo único que no sucede es aquello que suponemos que pasa, es decir, un lugar donde viven encerrados y alejados de los privilegios quienes dañaron a la comunidad. Las prisiones son en realidad representaciones en pequeño de lo que es una sociedad. Son, pues, tan corruptas y tan desiguales como la sociedad que las crea. En las cárceles los ricos viven como ricos y los pobres como pobres. No hay mercado más libre que el mercado negro, y ahí lo que rifa es el mercado negro. Se puede conseguir todo: comida, drogas, armas, celulares, televisores, espacio, seguridad, lo que sea, pero como es un mercado de bienes escasos, todo cuesta y cuesta mucho. Vivir bien en una prisión requiere entre tres mil y cinco mil dólares al mes, más gastos extras pa’ los chicles, claro está. El Centro de Readaptación Social (Cereso) de Puente Grande resultó ser, además de nido de delincuentes, un sistema ajeno al Estado. Tenía dueño, nada menos que el hijo del “Cochiloco”, quien fuera uno de los malandros más famosos de los años noventa (para que vean que al igual que en la sociedad, en la cárcel también la alcurnia pesa). Lo que encontraron ahí, iba más allá de lo normal: había armas y cartuchos suficientes para armar un motín probablemente con fines de fuga. No hay manera de que los directivos no estuvieran enterados de lo que ahí sucedía, pero por lo pronto, esos ya se fugaron. El problema de fondo es qué hacemos con nuestras penales. Está demostrado que como métodos de readaptación son un fracaso. Los penales son en realidad escuelas de noveles delincuentes y resumidero de los errores del sistema penal. Junto con los verdaderos criminales que siguen operando desde las prisiones, están los primerizos que en dos o tres años saldrán convertidos en maestros delincuentes, y también aquellos que no deberían estar en la cárcel, pero nadie los defendió y le sirven al sistema para mejorar los números de “procuración de justicia”. En las cárceles, en teoría, deberían estar sólo aquellos personajes que son un peligro para la sociedad, pero la sociedad misma presiona diariamente para que aumenten las penas, para que más gente vaya a la cárcel por delitos menores o incluso imprudenciales. ¡Métanlos al bote!, es la reacción inmediata ante cualquier evento delictivo. Pero la pena de prisión hoy en día no sirve siquiera para la tranquilidad del ofendido. En Puente Grande, como dice la sabiduría popular, cambiarán al director y cambiarán todo lo necesario… para que todo siga igual. Temas Diego Petersen Farah En tres patadas Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones