Complicado, regular a franeleros: Ayuntamiento

GUADALAJARA, JALISCO (25/MAR/2013).- En las zonas de parquímetros de Guadalajara están identificados alrededor de 150 y 200 franeleros, quienes operan fuera de cualquier orden y reglamento y así seguirán, dado que es “difícil y conflictivo identificarlos” para regularlos, comenta Ignacio Mestas Gallardo, jefe de la Unidad Departamental de Estacionamientos del Ayuntamiento de Guadalajara. 

“¿Cómo lo haces? Ni modo que toda la persona que esté en la calle con una franela en el hombro va a ser un franelero. Se reglamenta algo que es legal. ¿Cómo voy a reglamentar a todos los que andan en la calle, que no sé ni dónde están?”, expone Mestas Gallardo.

La alternativa que queda es que la vigilancia de la Policía tapatía le permita detectar las infracciones en flagrancia y aplicar medidas correctivas para mantener el orden; por ejemplo, cuando, estando en la vía pública, algunos cuidacoches incurren en consumo de alcohol y drogas, extorsión o violencia.

La Policía de Guadalajara, por su parte, comenta que no tiene ningún reporte que involucre a franeleros en delitos. Mientras tanto, este mes comenzó un operativo de medidas preventivas, a través de registro y diálogo con cuidadores de carro y limpiaparabrisas, y quien sea sorprendido en actos ilícitos será consignado, explica Carlos Mercado Casillas, secretario de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento tapatío.

Vecinos y autoridades han identificado varias estrategias de algunos cuidacoches para entorpecer la cuota del parquímetro; por ejemplo, le ofrecen al automovilista que ellos se encargarán de poner las monedas, pero no lo hacen, y entonces desechan las papeletas de los coches que ganaron multa; también se ofrecen para echarle dinero al estacionómetro sólo cuando esté cerca el inspector, o vandalizan los aparatos medidores para que dejen de funcionar y mejor les den a ellos el dinero.

Para erradicar el fenómeno hay acciones en manos de ciudadanos, comenta el jefe de Estacionamiento: “Lo que queremos es que la gente no le deje al franelero la oportunidad de echarle. Que se bajen y si les dicen: ‘Te cuido tu vehículo’, les digan que sí quieren, pero que no trasladen la obligación de echarle al parquímetro a los franeleros”.

La Unidad de Estacionamiento, por su parte, trata de erradicar la situación con el incremento de la vigilancia y las vueltas de inspección; de esta forma se aminora la posibilidad de que los franeleros logren burlar la cuota de los estacionómetros. También hay operativos para quienes apartan lugares: van y retiran botes de la vía pública y, cuando identifican a quienes los colocan, los multan por la infracción, comenta Ignacio Mestas Gallardo.

FRASE

"Va a entrar Seguridad Pública con mano dura y quien esté haciendo mal las cosas en la vía pública va a pagar sus consecuencias. Poco a poco van a ir limpiando eso "

Ignacio Mestas, jefe de Estacionamientos de Guadalajara.

CRÓNICA
“Tomé un trapo y una cubeta, nunca una pistola”

Gonzalo tiene 23 años, seis de ellos trabajando en las calles de la Perla Tapatía. Es originario de Tabasco. Logró su independencia a los 17, luego de una pelea con sus padres que no tuvo reconciliación. Reunió tres mil pesos al retirar un porcentaje mínimo de su sueldo por meses para abandonar su ciudad natal. Eligió abordar el camión con el letrero de Guadalajara, a la que consideraba un sitio “en relativa calma”. A su llegada un grupo de maleantes le demostró lo contrario: sus papeles, ropa y el dinero que le quedaba se fueron con ellos, luego de que lo golpearan para quitarle sus maletas.

Con la suerte en su contra, buscó un albergue para dormir y pasó semanas pidiendo comida en restaurantes o casas. La respuesta más común: “Busca trabajo”. Pero él no pretendía mendigar el apoyo, sino hacer un “trueque” por cualquier trabajo de electricista, albañilería o plomería que le fuera concedido.

Es lunes por la tarde y varios automóviles aguardan turno para ser lavados en el Centro de Guadalajara. Mientras Gonzalo cumple con sus labores, continúa su relato: “Un día una persona me socorrió y me puso a trabajar en una escuela de computación haciendo el aseo. Me daban 800 pesos y pues claro que no me rendían; después logré tramitar mis papeles y, ya con ellos entré a una empresa donde descargaba tráilers y ganaba mil 100. Pero hubo un recorte de personal y me liquidaron”.

Ofreció su habilidad como “milusos”, pero el resultado escasa vez fue favorable. La experiencia en papel es un lujo que no se puede dar quien apenas consiguió la manera de corroborar su identidad.

“Ya de plano le pregunté a un ‘compa’ que lavaba carros si tenía jale”. Y la respuesta que tantas empresas establecidas le negaron, la calle se la otorgó: cinco espacios para estacionar en una calle oscura e insegura, pero en el Centro tapatío al fin. “Al principio le batallé porque no se paraba mucha gente y con poquito que me descuidaba, llegaba y había un cristalazo o habían abierto un carro, y luego el cliente cree que es uno”.

Hoy, tres años después cuidando la intersección que prefiere que no sea revelada, la historia es distinta, pues en su “padrón de clientes” obran 30 personas; todas le entregan sus llaves “para lo que se pueda ofrecer”.

“Para tener un cliente primero debes ganarte su confianza. Como dice el dicho: la confianza no se da, se gana, la tiene que ir ganando uno. Es un servicio que tanto a ellos como a nosotros nos ayuda. Un trabajo honesto para no andar robando y ganarse el pan de cada día, carnal. Para no hacer lo que mucha gente hace, y eso que tienen las posibilidades y maneras de salir adelante”.