Martes, 21 de Mayo 2024
Jalisco | Entre veras y bromas por Jaime García Elías

— “Salta p’atrás”

El automóvil particular es el recurso para subsanar la incapacidad de los gobernantes para mantener el transporte público

Por: EL INFORMADOR

Hay una fórmula infalible para resolver en el corto plazo el camote —en la mexicanísima acepción de mayúscula dificultad— en que ha degenerado la movilidad en la otrora Perla Tapatía: encomendarle el asunto a Mandrake el Mago...

Pero —como dijera Jack el Descuartizador— “vámonos por partes”...


—II—

La decisión de destinar una banda de 1.40 metros de ancho, entre arroyo y banqueta, en las avenidas Washington y Ávila Camacho, por ahora en la fase inicial del proceso de repavimentación con concreto, para que por ahí transiten las bicicletas, no se circunscribe al propósito, a la mitad del camino entre lo romántico y lo retrógrada, de devolver a la ciudad la fisonomía que le ganó, en los tiempos de Mamá Canica, el mote de “pueblo bicicletero”. No... La intención, como dijo el alcalde Aristóteles Sandoval en el inevitable discurso de circunstancias, se orienta (¡eureka!) a “desincentivar el uso del automóvil”...

El uso del automóvil, en Guadalajara como en buena parte del resto del mundo, evolucionó rápidamente: primero fue un lujo privativo de los potentados; después, una necesidad cada vez más generalizada; hoy es una maldición... Sin embargo, puesto que desplazarse es inevitable y las distancias obligan a valerse de un vehículo para ello, la premura de las autoridades actuales por “desincentivar el uso del automóvil”, como dice el cliché al que acaba de suscribirse el alcalde tapatío, corresponde a la imprevisión de sus ilustres —es un decir...— predecesores.

El automóvil particular, en Guadalajara, más que un símbolo de status o un síntoma de bonanza de sus habitantes, es el recurso de que los tapatíos han tenido que valerse para subsanar la incapacidad de sus gobernantes para mantener el digno y eficiente sistema de transporte público que la ciudad llegó a tener.

—III—

Para “desincentivar el uso del automóvil”, como dijo alguien y ahora repite todo mundo, hay que proveer, primero, los sistemas alternativos (motorizados y “de tracción animal”, como dijo el paisano), y, segundo, modificar el “chip” de los tapatíos. Y como resulta que una significativa mayoría de los actuales moradores de Guadalajara nacieron cuando los automóviles se habían apoderado de las calles de la ciudad —en la que ya no caben—, el cambio de “chip” sólo se dará cuando Mandrake nos gobierne... o después de que los colapsos viales que demuestren la inoperancia del modelo actual se vuelvan cotidianos.
O sea —palabra de profeta—, ya pronto...


JAIME GARCÍA ELÍAS / Periodista y conductor radiofónico.

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