Reclusión psiquiátrica a mujer que mató a sus hijos

BERLÍN, ALEMANIA.- La Audiencia de Kiel (norte de Alemania) ordenó hoy la reclusión en una institución psiquiátrica de una mujer, de 32 años, por haber matado por asfixia a sus cinco hijos, tras narcotizarlos, para liberarlos de los "poderes del mal".

La cámara declaró a la acusada no responsable de sus actos por padecer esquizofrenia paranoica, de acuerdo a la petición que habían presentado tanto la acusación pública, como la particular y la defensa.

De acuerdo a los informes forenses, la procesada es peligrosa, por lo que deberá permanecer en una clínica psiquiátrica en régimen de reclusión y por tiempo indefinido.

La acusada, Stefi K., confesó poco después de su detención, en diciembre de 2007, haber narcotizado y luego asfixiado con bolsas de plástico a sus cinco hijos, de entre tres y nueve años.

Con ello pretendía salvarlos de los "poderes del mal" que, a su entender, la perseguían tanto a ella como a los pequeños.

Pese a los somníferos que les administró, tres de los niños despertaron y se defendieron, como revelaron los arañazos que la mujer presentaba aún días después en la cara, pero ella los redujo y mató con las bolsas de plástico.

El crimen de Darry, una localidad del norte de Alemania de 450 habitantes, provocó una gran conmoción en el país y puso en tela de juicio los servicios de asistencia social y psiquiátricos del estado federado de Schleswig-Holstein.

La mujer estaba bajo tratamiento desde hacía años y tanto su esposo, estadounidense y padre de los tres hijos menores, como algunos de los especialistas que la habían visitado habían intentado repetidamente convencerla, sin éxito, de que se sometiera a un internamiento.

Ella sólo aceptó terapias en ambulatorios, así como tratamientos con pastillas, pero nunca que se la internase en un hospital para una terapia más o menos larga.

Los expertos consultados durante el juicio coincidieron en describir a la mujer que actuó convencida de que hacía lo mejor para sus hijos, a los que adoraba y cuidó siempre con mimo.

Especialmente abnegada fue en el cuidado de uno de ellos, Liam, de seis años, minusválido y autista, que precisaba de atención constante y para el que ella había iniciado una petición por internet de donativos para poder pagarle una terapia.

Según la descripción de los psiquiatras, la mujer padecía esquizofrenia paranoica y desde hacia años sufría pesadillas, había perdido el contacto con la realidad y creía que seres del más allá la perseguían a ella y a sus hijos.

Para atenuar esos miedos, la pareja se había trasladado a vivir a la pequeña población de Darry, en un intento de alejarse de situaciones externas perturbadoras.

Pese a que la situación no mejoró en el nuevo entorno, el esposo, quien actuó de acusación particular en el juicio, tampoco logró convencerla de que ingresara en un centro médico.