La heredera de la BMW es chantajeada

BERLÍN, ALEMANIA.- Hasta el sábado, Susanne Klatten gozaba del raro privilegio de ser la mujer más rica de Alemania y, al mismo tiempo, una perfecta desconocida para la opinión pública, una mujer que huía de los reflectores del jet set y que jamás hizo ostentación de su riqueza.

La fortuna de Susanne Klatten se calcula en unos 13 mil 500 millones de dólares. Es dueña, junto con su madre y su hermano, de casi la mitad de las acciones de BMW, pero su mayor riqueza, que tanto defendió —la privacidad—, quedó hecha pedazos cuando su nombre apareció en un sumario criminal sacado como de un buen guión de Hollywood.

Casada y madre de tres hijos, Sussane Klatten sucumbió a los caprichos de la vida y mantuvo durante meses una relación extramarital con Helg Sgarbi, un suizo de 41 años con quien se encontraba regularmente en hoteles de lujo en Múnich, Montecarlo y otras ciudades europeas.

Pero la historia de amor secreta de la heredara de la dinastía Quandt, de 46 años, terminó en un millonario chantaje, con videos de por medio que fueron realizados en forma secreta cuando la pareja se encontraba en las habitaciones de lujo.

En medio de la pasión, el amante suizo le reveló a la millonaria que una banda italiana-estadounidense de mafiosos lo estaba extorsionando y le pidió una ayuda monetaria. Susanne le regaló 7.5 millones de euros.

El dinero alimentó la codicia de Helg Sgabri y de su cómplice, Ernano Barreta, un italiano de 63 años y jefe de una secta religiosa, que comenzaron a exigir a la millonaria más dinero. La primera exigencia llegó el 2 de noviembre de 2007 y la última, acompañada con una carta, un video y la exigencia de 40 millones, el 12 de diciembre de ese mismo año.

Fue entonces cuando Susanne se enteró de la existencia de los videos y descubrió la verdadera identidad de su amante. Los dos cómplices rebajaron el chantaje a 14 millones de euros y pidieron que la suma fuera entregada, el 14 de enero pasado, en Montecarlo. La millonaria aceptó pero, al mismo tiempo, reveló el chantaje a las autoridades alemanas.

El día del encuentro, Helg Sgarbi, en lugar de ver a su ex amante, se encontró con agentes de la policía alemana. Un mes después, la fiscalía de Múnich contactó a sus colegas de la localidad italiana de Gennaro Varone, que procedieron a vigilar a Ernano Barreta. En poco tiempo, los sabuesos italianos confiscaron casi 2 millones de euros y varios automóviles de lujo, pero no lograron detectar los famosos videos.

Los dos cómplices ya confesaron el método que utilizaron para realizar las cintas. Antes de cada encuentro amoroso, el suizo y el italiano alquilaban dos habitaciones contiguas en los hoteles. En una se alojaba la pareja y en la otra, el italiano Barreta se convertía en camarógrafo y director de una valiosa cinta porno.