En México, el sistema político ha triunfado todo el tiempo porque siempre ha logrado todas las metas que se ha propuesto, lamentablemente entre esas metas jamás ha figurado la prosperidad de la nación, a no ser en el discurso de las incontables campañas y los interminables sexenios.En consecuencia cientos de miles de mexicanos han migrado y lo seguirán haciendo, en busca de sistemas económicos y sociales donde el esfuerzo laboral sí traiga como consecuencia un genuino progreso.Ahora el país tiene una nueva oportunidad, cuyo principio es reconocer que desde el siglo XIX la mayoría de los gobiernos de nuestra nación se sometieron vergonzosamente a Estados Unidos, a cambio de reconocimiento diplomático, de armas para las tantas guerras civiles, y de préstamos al infinito; que esta postura de sumisión ha tenido el alto costo de perpetuar nuestra dependencia haciéndola cada vez más humillante y depredadora.Nuestra oportunidad nos viene del escenario mundial donde la globalización ha superado el límite que por tantos años supusieron las fronteras y las cercanías regionales. El primer acto que México debería cumplir ahora mismo es solicitar su ingreso en el BRICS, y de obtenerlo poner como condición indispensable que ninguno de sus integrantes prestara un solo centavo a nuestro gobierno, mirar al BRICS es aprender a mirar hacia otros horizontes, justo en el momento en que las ideologías han pasado a segundo término y lo que prevalece no es sólo el interés material, sino la perspectiva de progreso igualitario que éste garantiza traer.Claro que para reprogramar el sistema se requiere mucho más que idealismo, se requiere ante todo formar nuevos liderazgos, dejar como cosa de nuestro pasado trágico el sistema de partidos políticos, y todo el tremendo desbarajuste que gobiernos protegidos y cobijados por Estados Unidos han provocado en México.Recuperar la dignidad no es asunto menor, ya hemos visto hasta qué punto la hemos perdido desde el momento en que el pasado proceso electoral norteamericano cubrió prácticamente todas las agendas informáticas mexicanas, así como los discursos políticos y empresariales; por semanas los actores públicos hicieron actuar al país como perro de carnicería, temiendo el palo o parándose de manos para alcanzar el hueso.Necesitaríamos producir personajes a la altura de Mahatma Gandhi, quien logró unir a un pueblo pobre y envilecido para sacudirse nada menos que la opresión del imperio británico, por mucho que por otro lado les hubiese beneficiado dicho imperio.Que hay que revisar el TLC ¿y por qué no desconocerlo por completo? Que ahora sí debemos sentirnos con absoluta libertad para negociar y renegociar con China a fin de asegurar nuestro propio juego de equilibrios, desde luego, sin escándalos de “casas blancas” fraguados en Estados Unidos para limitar las posibilidades de México con el gigante asiático. Que hay que hacer un muro… ya existe, y se pagó con los intereses que México aporta por la crecida deuda que tiene, más bien habría que fortalecerlo para impedir que el país vecino siga prestándole dinero al gobierno en turno a cambio de sumisión y vejaciones.Algunos dirán por otro lado que por fin el señor Peña Nieto le atinó a algo, y sí, ahora podría trabajar como pitoniso de las malas nuevas o como ejemplo de servilismo anticipado.armando.gon@univa.mx