La historia política y diplomática entre México y los Estados Unidos está llena de episodios lamentables. Hay una añeja desconfianza de los mexicanos hacia E.U. Su historia comenzó tristemente en la Guerra de Texas y con la invasión burda e inexplicable de 1847, “la guerra más injusta de que la historia pueda presentar ejemplo” como expresó el historiador Lucas Alamán. Luego vinieron episodios como la intervención del embajador Lane Wilson con la complicidad tácita del presidente William Taft en el asesinato del presidente Madero. Cruel paradoja: la mayor democracia de América derrocaba al mayor demócrata de México; el desembarco en Veracruz que Woodrow Wilson ordenó para derrocar a Victoriano Huerta, sólo logró avivar los ánimos antiyankis…Parece mentira, pero el último gobernante mexicano que temió una nueva invasión de E.U. fue Plutarco Elías Calles en 1927. Las compañías petroleras norteamericanas querían un regreso al status quo del porfiriato.Algunas cadenas periodísticas y en círculos políticos estadounidenses, hablaban del peligro que representaba un “Soviet México”. Ante la casi inminente invasión, el presidente Calles ordenó al comandante de Tuxpan, Gen. Lázaro Cárdenas, que si la invasión se producía, ordenaría incendiar todos los pozos.*Bernard Shaw, el dramaturgo inglés premio Nobel en 1925, dijo: “Cuando se lee la biografía de cualquier personaje, es necesario tener presente que la vida, en su auténtica verdad, nunca es publicable”.*El presidente Bush dijo que los Estados Unidos eran la última gran esperanza de la humanidad. “Con nosotros o contra nosotros”. Su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, a su vez, expresó que “Los Estados Unidos se rigen por sus intereses nacionales, y no por los de una ilusoria comunidad internacional”.*Debemos permanecer cautamente vigilantes sobre nuevas formas de intolerancia que atentan contra la civilización y la diversidad cultural.Nuevos fanatismos, nuevas intolerancias, nuevas verdades absolutas que nacen de los integrismos religiosos, de los movimientos étnicos, de los nacionalismos exacerbados, están creando fuentes de violencia que en nuestros días están sembrando el mundo de víctimas inocente y de crímenes atroces. La coexistencia en la diversidad es posible y necesaria si no se quiere que desaparezca la civilización y se sucedan de nuevo holocaustos. El peligro es mucho más grave ahora que en el pasado Siglo XX, porque los fanatismos cuentan ahora con la tecnología de la destrucción, capaz de crear infinitamente más sufrimientos y estragos que en toda la historia de la humanidad.* Las negociaciones financieras más ingeniosas poco lograrán si no se controla el crecimiento desbocado de la población. No hay presupuesto que alcance ni crecimiento económico que pueda superar la velocidad de la reproducción humana.*En la muerte de su madre, don Jaime Torres Bodet, en sentido poema expresó: “Vives en lo que pienso, en lo que digo, y con vida tan honda no hay centro, hora y lugar en que no estés conmigo; pues te clavó la muerte tan adentro del corazón filial con que te abrigo, que mientras más me busco, más te encuentro”.*Ante los ejemplos degradantes en todos los sectores sociales, cabe preguntar: ¿De qué sirve instruir a los jóvenes, si lo que van a leer al salir de la escuela es la constancia entristecedora de nuestras insuficiencias y nuestros vicios? Antes de esta punzante interrogación, vienen a mi memoria las palabras de Calibán en la obra "La Tempestad" de Shakespeare: ¿Me habéis enseñado a hablar, y he aquí lo que me ha reportado: se maldecir?*Casi todos los hombres, invariablemente se comportan como políticos y diplomáticos profesionales: con doblez y simulación.