A Platón le chocaban los rapsodas y consideraba válido expulsar de la República a los poetas y artistas miméticos, quienes tomaban como ejemplo esta realidad en lugar de tomar el mundo de las Ideas y por tanto quienes así actuaban eran unos falsarios por inspirarse en una copia de la copia al considerar nuestra “realidad” como una copia del mundo de las Ideas.Mommsen en su obra monumental sobre la Historia de Roma afirma al respecto que “Como en otro tiempo, el poeta, el escriba (Scribe) como se los llamaban y el compositor pertenecían a la clase más baja de los obreros; estaban colocados en el rango más ínfimo de la opinión pública y la policía los maltrataba con frecuencia. El que se estimaba en algo se guardaba mucho de tener alguna relación con las representaciones teatrales”. Lo que me parece extrañamente coincidente con nuestra actualidad.Lo cierto es que lo difícil sería encontrar algún poeta que no haga referencia al tema de la muerte, pero fuera de ellos cuando menos se le mencione mejor y para no decirle por su nombre, la referencia a ésta se dulcifica, de tal manera dicen que alguien pasó, que ya se durmió, que ya descansó, que alguien se nos fue y, vamos, cuando alguien quiere ser más fino se dice que falleció, todo por no decir que se murió o más popularmente entregó el equipo o colgó los tenis, chupó faros o simplemente se pedaleó.En su Diccionario del diablo, Ambrose Bierce define “Muerto. Adj. Que ha acabado con el trabajo de respirar; que ha terminado con todo mundo; la loca carrera ha completado hasta el final; la meta dorada ha alcanzado… y ha descubierto que es un hoyo en el suelo.”La muerte es bien sabe como, como decir que es como si uno no resollara, no es un estado anímico que cause alegría a quien la padece, pero que para quien está vivo puede hasta ser un tema festivo.Por lo demás es una lástima que la muerte no sea para nada una entidad democrática ya que cuando muere alguien querido para algún tipo de dolientes, todos tenemos otros candidatos que hubiéramos preferido que pedalearan en lugar de los caídos, pero no, la muerte es un ser absolutamente totalitario y hace siempre lo que le pega su regalada gana y quizá por esto o porque no podemos hacer nada hace que la aceptemos, si no gustosamente si de forma resignada.Los mexicanos en general tenemos fama de bragados (no me incluyan). Como veraz testimonio, en el maravilloso Archivo Casasola me impresiona que en muchas, pero muchas ocasiones aparecen bastantes fotografías de sujetos que con o sin justicia (la muerte no tiene nada que ver con ésta, se da y ya) los sujetos que aparecen en ellas, muy sabrosos, están a punto de ser ejecutados, ejecución que debió suceder momentos después, lo que en ocasiones también se fotografió u otras no se hizo, de que hubieran hecho la foto y los que serían fusilados se veían tranquilos, como si la muerte no les importara y en lugar de estar por ser ejecutados estuvieran esperando el paso del tranvía o a la llegada de la novia; desde luego que eran hombres con valores y modos que me hacen recordar que compartían como filosofía vital de aquella sentencia que dijo el inmenso Pito Pérez cuando se preguntaba: “¿Qué favor le debo la sol/ por haberme calentado./ Si de chico fui a la escuela,/ si de grande fui soldado,/ si de casado cabrón / y de muerto condenado/ qué diablos le debo al sol/ por haberme calentado? ”.@carlosmorsa
