Por: María Belén Sánchez, fspTenía tantas cosas que platicar con ella… primero de todo decirle cuánto la quiero, la extraño y lo importante que ella es para mí...Lo mucho que la he extrañado, y que siempre deseo verla... El gusto tan grande que me da su presencia.Cantarle las viejas canciones que tanto le gustan, recitarle aquel poema que siempre me pedía que quería oír en estas fechas, contarle los últimos chistes y mis alegrías recientes.Urgente: platicar largo y tendido con ella, contarle mis inquietudes, mis problemas, pedirle su ayuda, escuchar sus consejos.Hacerle esa comidita que le gusta, ofrecerle lo mejor, prepararle su cama o su sillón favorito…Preguntarle qué se le ofrece, si necesita algo para ella misma o en favor de alguien. Y también pedirle que haga algo por la familia, ya que a ella le hacen caso, y ciertamente ella puede y sabe hacerlo…Ver de nuevo el álbum de fotos y recordar los momentos felices… volver a oír sus hermosas historias y reír con ella de hechos pasados y de sobra conocidos…También tendré que decirle que me perdone porque no la llamé en aquel día especial…* * *Muchas veces las personas preguntan ¿cómo hay que orar, cómo dirigirse a Dios, qué decirle, que no sea sólo pedirle…?En fin, lee esto una vez más. Pausada y detenidamente y dime si todo esto no se parece a la oración.Yo creo que ésta es la mejor fórmula para una buena oración. Hablarle a Dios como a una persona muy querida, a quien le gusta que se le diga y se le repita muchas veces que nos hace falta, que le extrañamos, que le amamos… que le escuchemos y le expresemos lo que hay en el corazón.Y creo también que si aprendemos a orar, es decir a comunicarnos con Dios en esa forma amigable y filial, también la comunicación en familia se va a ver reflejada esa misma calidez sencilla y amorosa que el mismo Dios quiere que se exprese entre nosotros.No podemos pensar que a Dios le guste más la aspereza con la que recibimos a la persona que llega sea esposo, esposa, padre, hermano o hijo…cansada de la calle, del trabajo, del smog… que un amable: ¡qué bueno que llegaste! Es tan hermoso llegar a casa y recibir tantas atenciones como la querida abuela, que de vez en cuando viene de visita.Recordemos tan sólo que lo que hacemos a otros, el Señor Jesús lo recibe como si lo hiciéramos a Él mismo. Bueno o malo, ÉL lo recibe. En casa y fuera de casa.¿Y rezar? Es muy bueno, pero es un camino para llegar a la oración del corazón.Con un saludo M.B.