En los preludios de la primavera el tío Tolito supongo debe estarse preparando para el que puede ser el último equinoccio de primavera de su vida, digo, por las recochinas dudas, no vaya a ser que los fregados Mayas llegaran a tener razón. Por ello decidió prepararse ya que hay que decirlo dicho festejo requiere una preparación a fondo, digo si es que quiere sobrevivir la pachanga y Tolito no quiere morir porque dice que la muerte es un inconveniente para el ejercicio de sus pizcapochos procederes. Para eso y tomando en cuenta que en nuestro estado tienen lugar unos carnavales de fama mundial, el tío pensó que era el sitio ideal para sus entrenamientos, el problema es cuál de ellos elegiría, lo que es francamente difícil, pero lo venció la querencia dando fe de aquello de que “las veredas, quitarán pero la querencia cuándo” porque usted no está para saberlo ni yo para contarlo; nosotros somos oriundos de Almost wacht castle, una risueña población del Sur profundo del estado (por si usted no domina el idioma de Shakespeare, en castellano se dice Casimiro Castillo, más antes “la resolana” que a mí me gusta más) todo esto por los rumbos de Autlán de la Grana. Suplico a mi solitario lector un momento ya que mientras escribo esto estoy viendo el muy impactante final del drama “dile que la quiero” con el connotado histrión César Costa y tengo, para poder seguir escribiendo que secarme las lágrimas. Una vez repuesto de la emoción, le digo que como es más que evidente el tío eligió ese carnaval, que se celebra desde 1831, hace muchos años se elegía la reina entre dos gremios: “los choferes”, cuyas candidatas siempre ganaban y la candidata del gremio de los pollos (la chaviza) que en los últimos carnavales incluso éste, ganaron porque se coronó a S.A.R. Brenda Berenice (con las combinaciones de nombres que se usan por el rumbo todas las reinas son primera sin que yo sepa de una segunda, simplemente no se repiten). Usted recordará el aguadal que caía por esos días, por el que se tuvo que suspender el desfile del entierro del mal humor y hacía dudar que las corridas de toros pudieran tener lugar. Por si usted no ha ido por allá, créame que va a tener mucho que ver con deponer el estómago ya sea por las curvas del camino, algo más de 200 por kilómetro o por la ingesta de etilos en el callejón del diablo, al que usted podrá ver personalmente cuando escuche los acordes de 200 bandas que simultáneamente despliegan sus acordes, calculando que hay una banda por cada cinco metros cuadrados. Desde luego que Tolito no resistió el festejo y llegó a la conclusión que a tan glorioso festejo se puede asistir con éxito si usted tiene menos de 25 años, en esa edad válgame que será el mejor reventón que pueda encontrar. carlosenrigue@hotmail.com