Las ciudades y la forma de vivir que nos ofrecen conquistaron el mundo. Puede parecer una locura, pero para la mayoría de los habitantes del planeta habitar en las grandes ciudades no sólo se volvió más seguro, más atractivo y más fácil, también es un espacio de desarrollo imposible de encontrar en otras formas de vida, como el campo o las ciudades medias o pequeñas. Vivir en las grandes ciudades implica también riesgos, genera problemas y desarrolla conductas violentas que, hace unos años, parecían imposibles de erradicar.Cuando vemos los problemas de Guadalajara cuesta trabajo ser optimistas sobre el futuro de la ciudad. Todos los problemas, desde el tráfico hasta la violencia, pasando por la basura y contaminación parecen rebasarnos. La buena noticia es que a mediano plazo todas estas cosas pueden mejorar, si ciudadanos y autoridades hacemos lo que tenemos que hacer y, por supuesto, si dejamos de hacer las burradas que nos tienen donde estamos, desde la corrupción, de autoridades y particulares, hasta la evasión, no sólo de impuestos sino de responsabilidades civiles mínimas como mantener nuestra banqueta.En los últimos años Nueva York ha demostrado que las cosas pueden mejorar en un periodo de 20 años, un tiempo largo para la vida de una persona pero muy pequeño para la de una ciudad. En dos décadas lograron reducir el número de automóviles en Manhattan. Hoy ocho de cada 10 habitantes de la gran manzana no tiene, ni necesita auto. Por supuesto que parte fundamental de ello es un buen transporte público, pero en las últimas dos décadas la oferta de transporte público en Nueva York no ha aumentado sustancialmente, lo que sí hubo en este periodo fue un fuerte impulso al uso de la bicicleta y un castigo real, vía impuestos y liberación de costos asociados al uso del auto, como el estacionamiento. Entrar en coche a Manhattan cuesta la friolera de 8 dólares (130 pesos) si vienes del Estado de Nueva York o 12 (200 pesos) si entran por Nueva Jersey. Por el contrario, el uso de la bicicleta es cada día más amplio y amable.Otra gran enseñanza de Nueva York es que los barrios no sólo se pueden recuperar, sino mejorar sustancialmente cuando el Estado hace su chamba y los habitantes toman el control. Barrios y espacios públicos en los que hace 20 años la policía se negaba a entrar hoy son no sólo vivibles sino que gozan de un fuerte impulso inmobiliario y se están rehabitando.Finamente, la otra gran enseñanza de la gran manzana es que si bien las autoridades son importantes, lo que hace la ciudad es la sociedad civil. Nueva York no sería lo que es, con los espacios públicos que tiene, si no fuera por esos activistas, que en Guadalajara, rápidamente se etiquetarían como “opositodos”. El ejemplo más claro de ello es nada menos que el Central Park que en los años 60 una buena parte de él había sido ya entregado por las autoridades a una universidad para su desarrollo. Al Central Park, y a Nueva York, lo salvaron los activistas.