Fue tan abrumador el rechazo de la sociedad mexicana a la supuesta “verdad histórica” sobre la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, que el gobierno de Enrique Peña Nieto quiso vender a la población que se hizo necesaria la intervención de un agente investigador independiente y externo para tratar de recuperar cierta credibilidad en el manejo de este delicado caso.Ese rechazo se convirtió en una presión política que obligó al gobierno mexicano a aceptar la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). La CIDH decidió entonces crear un Grupo Interdisciplinar de Expertos Independientes (GIEI) integrado por cinco expertos reconocidos por su trabajo de investigación y procuración de justicia en procesos semejantes de asesinatos masivos, masacres o conflictos a la escala de guerras civiles.El 7 de septiembre el GIEI presentó un primer informe de su trabajo que fue demoledor para la versión oficial. Como se sabe, desmintieron que los normalistas de Ayotzinapa hubieran sido incinerados en el basurero de Cocula. Ahora, el pasado 7 de diciembre el GIEI presentó un avance en esta segunda parte de extensión de mandato. Sus conclusiones son semejantes a las del primer informe. Tres son los reportes más significativos de este segundo informe del GIEI:1) Que no hay evidencia alguna de incendio en el basurero de Cocula. Tras revelar que se pidió a la PGR solicitar un informe meteorológico y fotografías satelitales, el informe de la Procuraduría (no del GIEI) concluyó que “sí llovió en Iguala el 26 y 27 de septiembre de 2014, y que no se detectó un incendio en la población de Cocula durante los mismos días”. 2) El gobierno de Peña Nieto se ha negado, hasta ahora, a autorizar que los integrantes del GIEI entrevisten directamente a los militares del 27 batallón de infantería de Iguala. 3) El GIEI denunció que 70 por ciento de los detenidos por este caso tienen lesiones por tortura o malos tratos.Estas tres conclusiones implican un tremendo desmentido a la supuesta “verdad histórica” que el gobierno de Peña Nieto intentó vender e imponer a principios de año. Pero no se trata de simples discrepancias menores. Se trata de que lo que se dijo era mentira, y para construir esa mentira se construyó una historia falsa, se detuvieron personas que probablemente mintieron debido a la tortura y esa versión maquinada para enfrentar la presión social y política se divulgó y se impuso en la maquinaria propagandística que son la mayoría de medios comerciales, como la “verdad histórica” y desde la cual se pidió a los padres de los normalistas que se resignaran y dieran vuelta a la página.Gracias, en primer lugar, a los familiares de los 43 desparecidos, al movimiento nacional-global de solidaridad y al trabajo del GIEI ahora sabemos que la “verdad histórica” era mentira. Pero, ¿cuántos otros casos de inculpación que ocurren en el país se construyen con los mismos métodos de tortura y mentira, pero no salen a la luz pública? El caso Ayotzinapa sigue revelando la impunidad, corrupción y pudrición sobre el que está montado todo el sistema político en México.