Por Estrella AraizaYo no hago crítica cinematográfica. La razón por la cual no hago crítica es porque sé lo que involucra hacer una película, aun cuando esta película sea de grandes estudios defendidos por la Motion Picture Asociation of America. En mi percepción, la asociación son los malos de la película, pero este tema es para otra columna de mucha mayor extensión. Con relación a la industria cinematográfica en general, creo firmemente que todas las películas tienen un mercado y un nicho: El documental artístico, el cortometraje de acción y las superproducciones, hoy quiero hablar de estas últimas.Este fin de semana vi por fin “Doctor Strange”, película que está en el primer lugar en Estados Unidos.Leí las críticas que hicieron en México y en específico en Guadalajara, no puedo dejar de ver que los críticos hacen una lectura efímera, banal, “cuentachiles”. Ven aspectos técnicos y hacen apreciaciones de si utilizaron en exceso un efecto cinematográfico o si los recursos utilizados se han empleado en el pasado en otras producciones, que si el acento de Benedict. En resumen, la apreciación “de los que saben” es que no vean la película.¿Entonces por qué está en primer lugar de consumo en el mercado doméstico de nuestros vecinos del norte?Yo creo que la razón por la que la película sigue en cartelera y seguirá, en México y en muchos otros países es que esta película responde a una necesidad que tenemos todos los espectadores: Nos hace olvidar todo lo que está sucediendo fuera del cine. Por un lapso de dos horas, la promesa, de mantener tu mente ocupada con una capa roja, un neurocirujano mamukas, y todo el universo de las piedras del infinito de Marvel.Esta es la promesa del cine, te invita a que ocupes tu mente por un breve periodo de tiempo en un universo con el que no estás relacionado y donde no existe Donald Trump, desaparecen por un instante, todas las situaciones negativas a tu alrededor, todos los pronósticos fatales y la incertidumbre del futuro. Te quita la ansiedad y te emociona, evoca en ti nostalgia o te saca una carcajada.De acuerdo con el Instituto Mexicano de Cinematografía en su anuario estadístico, en 2015 se vendieron 286 millones de promesas, 572 millones de horas en las que pudimos olvidarnos de algo. Entonces queridos críticos, hablen del color, obras pasadas o mejor aún no vean las películas comerciales y así, no sean un detractor para la promesa del cine.