Los magistrados rompiendo el cuórum sin justificar su ausencia para evitar la licencia de Vega Pámanes es una muestra más del bajísimo nivel de nuestro Poder Judicial: 16 de los 34 ministros que debieron haberse presentado a la sesión se hicieron la pinta sin dar una explicación pública de su ausencia.Algunos magistrados y el Gobierno del Estado están jugando a ganar tiempo. Se trata de una leguleyada para que la licencia de Vega venza el primero de enero, cuando él formalmente dejaría ya de ser presidente y para poner en estos dos meses que quedan del periodo a personajes afines al grupo de Leonel Sandoval y el propio Vega. El problema es que lo están haciendo de tal manera y con tal torpeza que lo que están logrando es una fractura en el pleno del Poder Judicial que hoy está más roto que nunca.Los grupos que controlan el Tribunal se van a dar hasta con la cubeta en el proceso para la elección del nuevo presidente. La elección tendrá que hacerse antes del 15 de diciembre, aunque el periodo comienza el primer día del próximo año (si algo hay sagrado en el poder judicial no es la ley, son las vacaciones). Todos están metiendo la mano en el proceso y están poniendo en riesgo la institucionalidad de lo que, en principio, debería ser el poder que vigila y garantiza que se respete la ley.El grupo en el poder está haciendo hasta lo imposible por no perder el espacio. El magistrado Sandoval y el secretario de Gobierno, Roberto López Lara, han estado operando para dejar uno o dos magistrados afines en la presidencia en estos dos meses y por supuesto para dejar a alguien cercano al gobernador como presidente a partir de enero. El problema es que lo han hecho de tal manera que lejos de suavizar el problema han profundizado la crisis; entre los faltistas de ayer hay al menos tres grupos distintos.El gobernador y su padre están perdiendo legitimidad a pasos agigantados. No es para menos: ellos propusieron y empujaron a Vega y son en gran medida responsables del descrédito que hoy tiene el Tribunal. Como se está configurando el escenario será muy difícil que el próximo presidente salga de las filas de este mismo grupo, pero tampoco se ve un liderazgo claro que pueda sacar adelante el proceso. Son tantas las manos políticas que están metidas en el Poder Judicial que lo que está en juego ya no es sólo la presidencia sino la institucionalidad, cada día más fallida.