Formas alternativas de movilidad

Hoy no trataremos la rola “chécate, mídete, muévete” que ya ha sido objeto de análisis en otros artículos. Tampoco estudiaremos como es que el presidente está “moviendo a México” – esto último, fundado en la sensata razón de que uno no quiere, solamente por andar de bocón, acabar siendo comida de gusanos por razón diversa de un suicidio a largo plazo en base a carnitas y chicharrones.

 

A la movilidad que nos referimos es a la de la ciudad, a los medios en los cuales los tapatíos nos movemos para ir a trabajar, a la escuela, al bar, al parque hundido a quebrarse unos esquites o lo que sea que usted haga que implique el uso de las vialidades.

 

Así, con campañas como la del secretario de finanzas, o como se llame ahora tal secretaría, que ni tiene ahí unos cheques atorados para pago a proveedores, resultan de mucha utilidad pues amplían el abanico de posibilidades de transporte para los tapatíos. Por si no está enterado, se han colocado unas bicis públicas en unos bicipuertos, que uno podrá usar siempre y cuando desembolse una módica cantidad – yo no he visto las bicis que están disponibles, pero espero con toda ilusión que el secretario sea old school y haya optado por unas biclas “vagabundo”, las de asiento alto y manubrio a lo Harley.

 

Sin embargo quiero atender tres eventos viales que me hacen dudar que los tapatíos estemos preparados para recibir cualquier cosa que signifique civilización, pues resulta del todo inexplicable que caminemos erguidos después de lo sucedido.

 

En primer lugar encontramos al toro cebú que escapó de la Expo ganadera y que le dio por salir a galope por Lázaro Cárdenas. A esto debo decir que no es el primer buey que veo por la calle, pues ya en una ocasión encontrándome en la risueña población de Casimiro Castillo me había tocado ver a uno, solo que aquél iba ensillado y montado por un prepuber de bigote chocomilero, situación que me hizo sentir en una película de Fellini. Pues bien, yo que me había reído mucho del retraso de La Resolana, hoy descubro que Guadalajara no canta mal las rancheras y también es espacio donde las bestias circulan libremente.

 

Acto seguido, dos traileros, en la misma avenida, se agarraron a madrazos causando un embotellamiento de horas. Y es que, como es natural, cuando personal de Transportes Castores se percatan de la presencia de elementos de Tres Guerras, uno sabe que va a arder Troya. Por más que he checado la cuenta de Twitter de Castores no han emitido un pronunciamiento oficial como lo hicieron cuando fue el homicidio de Paco Stanley, en donde se desmarcaron de volada de Mayito, Mari boquitas y de Erasmo Pérez Garnica, alias “El Cholo”.

 

Finalmente, la gota que rebalsó el vaso, y que nos prueba que no hemos hecho los méritos suficientes para pasar el neolítico, la puso un sujeto que manejaba un Lamborghini blanco a quien se le acabó la gasolina en López Mateos. Ni se diga de lo soberbio que me sentí cuando pasé en la Pacer anaranjada acelerando ese motor American que rugía como nunca.

 

La pregunta en este caso, es si es que alguien le creyó a quien sea que pedía en una parada una ayudadita, pues habiendo venido a Guadalajara al Centro Médico lo habían asaltado y ya no traía para la gasolina de regreso.