Viernes, 26 de Abril 2024

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Encuentros literarios

Por: Martín Casillas de Alba

Encuentros literarios

Encuentros literarios

Me pasa como al doctor Edmundo Flores, que fue mi jefe en el Conacyt cuando ya “no iba a ninguna plática o conferencia, excepto las que él tenía que dar… y no es albur”, —como completaba. Bueno, pues el pasado jueves tuve que ir a la Librería Bonilla en Coyoacán en la Ciudad de México porque daba una plática, así que les conté lo mejor que pude cómo es que se dieron algunos encuentros literarios entre Cervantes y Shakespeare, a partir del primero y más contundente como fue la lectura que hizo Shakespeare de El Quijote, antes de colaborar (no sabemos qué tanto, ni en qué) con John Fletcher para poner en escena La historia de Cardenio, nueve años después que Jacobo I firmó un tratado de paz con España en una famosa reunión en 1604.

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Las cosas no estaban bien en ninguno de los dos reinos. España estaba en guerra con los musulmanes de Turquía y los protestantes de Inglaterra. En 1588 Felipe II fracasó al invadir la isla con su Armada Invencible y en 1571, don Juan de Austria se enfrentó a los turcos en Lepanto, ahí donde le dieron un arcabuzazo a Cervantes en el brazo izquierdo antes que los piratas lo tomaron prisionero en 1575 para mantenerlo cautivo cinco años en Argel y, por traer cartas de don Juan, le aumentaron el rescate.

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A la muerte de Felipe II (1598), su hijo, Felipe III asumió la corona. Cuando la reina Isabel I muere (1603), lo suplanta el escocés Jacobo I de Inglaterra que se aplica a establecer la paz con España. Tal vez por eso, cuando Fletcher le propuso a Shakespeare escribir una obra basada en El Quijote, el Master of the Revels de la Corte los apoyó para ponerla en escena el 20 de mayo de 1613.

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Por todo esto, volví a leer los capítulos XXIII al XXXVII de la Primera Parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, como lo hizo Shakespeare en 1612 y, al hacerlo, descubrí que había varios personajes y modos de escribir que los dos desarrollaron, cada uno a su manera.

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En la historia de Cardenio donde les cuenta la inmensidad de sus desventuras, dice que su nombre es Cardenio; mi patria, una ciudad de las mejores de Andalucía; mi linaje, noble; mis padres, ricos; mi desventura, tanta, que la deben de haber llorado mis padres… Y que había crecido en edad y con ella, el amor con Luscinda, justo cuando nos enteramos que su padre —tal como sucedía en Guadalajara en el XX cuando “echábamos reja”—, le negó la entrada a la casa de la novia… como aquella Tisbe tan decantada de los poetas —como dice Cervantes— y fue esta negación añadir llama a llama y deseo a deseo; porque aunque pusieron silencio a las lenguas, no le pudieron poner a las plumas…, que suelen dar a entender a quien quieren lo que en su alma está encerrado.

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Con esta cita de Tisbe empiezo el juego de espejos con esa mujer tomada de Píramo y Tisbe de La Metamorfosis de Ovidio que seguro los dos leyeron y que Shakespeare la desarrolla como parte del Sueño de una noche de verano (1594), como uno de tantos ejemplos de esos encuentros literarios como los que les platiqué esa tarde en la Librería Bonilla.

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Esa plática publiqué un libro que ahora sólo está disponible en su versión digital (.epub) y que pueden comprar en Kubikpress.com para que puedan leerlo en su iBook. Se llama Juego de espejos: Cervantes / Shakespeare.

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Sin duda esta es una de esas cosas que nos mantienen con el laurel invisible de ser joven como decía Carlos Pellicer.

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