Sin duda, muchos mexicanos sienten que doblegar a la mujer y tenerla sumisa y obediente, es una manera de reafirmar la identidad y con un sentido de superioridad.Julián y María Isabel Matute en el muchas veces citado libro de "El Perfil del Mexicano", nos dicen: “En México, el machismo de un hombre va en relación directa a la abnegación de las mujeres que lo rodean”.Es una sentencia muy polémica hoy en día y seguramente incomoda, pues la mujer no elige ser abnegada, es decir que ante la autoridad o fuerza impositiva del varón, opta por someterse. Eso equivale a decir que son miedosas y prefieren agacharse, en vez de enfrentar.Quizá sí existan estas actitudes psicológicas en muchas mujeres, pero no es la razón por la que han sido sumisas y abnegadas a lo largo de la historia de nuestra formación de la identidad.Aunque exista el mito de La Malinche, el cual revisaremos en su momento, tampoco la mujer indígena se sintió violada, aterrorizada y por ella deseosa de colaborar con los invasores y unirse para combatir a sus enemigos mutuos, los aztecas. Ideas así, han llevado a creer que la mujer mexicana es traidora, sumisa y dejada. Que tiene miedo y se acobarda ante las dificultades y prefiere la mano fuerte y firme de un hombre que la sepa seducir y conducir por la vida llena de regalos y protección. Pero siempre al servicio del hombre a quien tiene que atender y mantener contento en todos los aspectos.La psicología que nos presentan los autores invitados nos dicen que: “cuando el indígena es sometido y no puede defender a sus mujeres y para demostrar su valor recurre a los que sería su máxima conquista que es la del sexo”, es decir la mujer es un trofeo del conquistador, dado que el varón ya no pudo protegerla. Lo que también nos sugiere que el indígena defendía a sus mujeres, sin considerar que la mujer autóctona se sabía defender bien a sí misma.Dentro de estas ideas también se encuentra la siguiente: “la mujer indígena, en la mayoría de los casos, después de la conquista fue tomada por la fuerza o por capricho y finalmente abandonada sin que sus antiguos señores pudieran hacer algo. Su dignidad quedó nulificada, de ahí que tomara una actitud humilde y pasiva”Una visión también muy discutible, pues es suponer que de nuevo la mujer mexicana no se sabe defender por sí misma y que estaba a expensas de los hombres y estando ellos sometidos, entonces sus mujeres “tomadas por la fuerza o capricho” y al ser abandonadas su dignidad queda nulificada y por ende se cae en la pasividad y la abnegación.No sé qué opinen ustedes, pero esa visión de plano no me convence. Por el simple hecho de que queda anulada la decisión y el carácter de la misma mujer y la hace dependiente del hombre que no la defendió y del que la sometió.Continuará.