Viernes, 26 de Abril 2024

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¡El gigante que cayó de un tiro!

Por: Emilio Fernando Alonso

¡El gigante que cayó de un tiro!

¡El gigante que cayó de un tiro!

El 22 de mayo de 1976 hace ya 40 años, fue asesinado de un tiro en el corazón el que fuera carismático boxeador argentino Oscar “Ringo” Bonavena, hombre que nació un 25 de septiembre de 1942 en el popular barrio bonaerense de Boedo, un chico descendiente de italianos a quien bautizaron como Oscar Natalio pero pasaría a la posteridad y a la historia del boxeo como “Ringo” Bonavena, boxeador valiente, fuerte y carismático, que enfrentó a los mejores pesos pesados de su época como Muhamad Alí, a quien disputaría sin éxito el campeonato mundial de todos los pesos en el Madison Square Garden de Nueva York, cayendo por nocaut técnico en el último round, cuando las peleas de título mundial eran pactadas a 15 asaltos. Para llegar a retar al gran Alí, había enfrentado antes a Jimmy Ellis, Joe Frazier y el mexicano Manuel “Pulgarcito” Ramos, a quien aplicó un fulminante nocaut con un poderoso volado de zurda.

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Tras el combate, Bonavena fue entrevistado y le preguntaron su opinión sobre el boxeador mexicano y contestó: “Al principio me pareció muy grande, pero después muy chiquito, pues terminó en el suelo”. Y es que el apodado “Pulgarcito” medía 1.95 de estatura, pero no pudo con la potencia del argentino, hombre del pueblo con simpatía natural, que se mudó en su infancia de Boedo a Parque Patricios en Buenos Aires, y tuvo que trabajar desde pequeño para ayudar a sus padres en la manutención del hogar, Ringo fue el octavo de nueve hermanos, y alcanzó en su etapa adulta el 1.78 metros de altura pero tenía una gran fortaleza física, pegada respetable y un corazón enorme. Su escuela fue la calle, y desde pequeño los puños solían hablar por él.

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Fanático del futbol y en especial del Huracán el equipo de su segundo barrio, jugó futbol en su juventud con equipos de las inferiores del famoso “globo” como le llaman coloquialmente al Huracán que tiene un globo aerostático como escudo, era fuerte, luchador y con buena pierna izquierda, pero poco talento y muy locuaz, por lo que un día entró a mirar a la sección de boxeo del Club Huracán, y pensó que ahí podía encontrar su destino y así fue. Pronto debutó profesionalmente en el mítico Luna Park de Buenos Aires y llenaba el escenario cada ocasión que su nombre estaba estelarizando una función, tuvo que emigrar a los Estados Unidos para seguir su carrera, y cada que podía se presentaba en sitios públicos fumando puros y degustando copas de vino, lo tomaban por loco y poco serio, pero cuando tumbó dos veces a Joe Frazier y retó ante la multitud al campeón Muhamad Alí, que estaba observando la pelea en primera fila, comenzó a “cocinarse” una pelea por el título contra el “más grande” que detectó esa vena histriónica del pugilista argentino, que sería bien utilizada para promocionar su pelea, que por cierto fue de un solo lado, pues Alí tenía muchos recursos y técnica boxística, algo que contrarrestaba “Ringo” Bonavena con su polenta y mucho corazón, que le permitieron aguantarle 15 asaltos antes de ser noqueado técnicamente en los últimos instantes por uno de los mejores boxeadores de la historia, Muhamad Alí.

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Tras ese revés, la carrera del “Ringo” Bonavena vino a menos y emigró a Reno, Nevada. Bonavena, por cierto, era zurdo natural, pero boxeaba con guardia derecha, ya establecido en Reno, el boxeador encontró la muerte en un prostíbulo llamado Mustang Ranch, propiedad de un mafioso siciliano llamado Joe Conforto, que primero fue su representante y después cedió los poderes del boxeador a su esposa Sally, quien se hizo muy amiga del pugilista argentino, algo que no soportó el hombre que había contratado al pugilista venido a menos como “saca-borrachos” y ordenó su muerte a manos de una bala asesina de su guardaespaldas Ross Brymer una noche en que “Ringo” llegó al Mustang Ranch el primer prostíbulo legal de Nevada, donde se sentía como en su casa.

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Le dieron un tiro con una escopeta a corta distancia que le partió el corazón, con una bala especial capaz de parar en seco a un búfalo. Su asesino estuvo en la cárcel unos meses, pero después su patrón pagó una fianza y lo dejaron en libertad seis meses después. La vida de Bonavena acabó cuando apenas tenía 33 años de edad años de edad, y cuando fue llevado a Buenos Aires para ser velado en el Luna Park, una multitud calculada en cien mil personas estuvieron a darle un sentido adiós al carismático Oscar Natalio “Ringo” Bonavena, que fue sepultado en el panteón de Chacarita, donde se calcularon en 150 mil las personas que acudieron para despedir con el cántico clásico de “Somos del Barrio, somos quemada, hinchas de Ringo Bonavena”, que le entonaban cuando acudía a la cancha del Huracán.

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Bonavena fue un hombre pintoresco, con carisma y que con la fuerza de sus puños y su gran corazón salió de la pobreza y el anonimato para llegar a ser famoso, ese corazón que lo llevó a meterse con quien no debía y no soportó un balazo que le quitó la vida, una que ya no quería, lastimado por la separación de su esposa, a quien le llamó una vez para comentarle que cualquier día lo iban a matar, cosa que finalmente sucedió.

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Ringo Bonavena dejó marca de 68 combates, 58 ganados 44 de ellos por nocaut, nueve derrotas y un empate, una tribuna del campo del Huracán y una calle de Buenos Aires llevan su nombre en honor a él, y una estatua suya de tres metros de altura engalana el Parque Patricios cerca de la casa donde vivió. El pasado lunes se cumplieron 40 años del asesinato de “Ringo” Bonavena pero el carismático boxeador argentino vivirá siempre en el recuerdo de quienes lo vimos pelear.

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