Viernes, 26 de Abril 2024

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¿El PRI está jugando al “tapado”?

Por: Javier Hurtado

A escasos seis meses de inicio del proceso electoral federal de 2018 el PRI no tiene aspirantes declarados a la Presidencia de la República —salvo el caso del “auto destape” de Ivonne Ortega—, cuando en todos los demás partidos y aspirantes independientes, en múltiples ocasiones, y con bastante antelación, ya han hecho públicas sus pretensiones. En el PRI, pareciera que su jefe político les hubiera dicho: “Engarrótenseme ahí”; y, “todo lo que digan será utilizado en su contra”. Ahora, a diferencia del pasado, los presidenciables del PRI están más limitados (tanto para su actuar, como políticamente).

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Hoy, el gran error del PRI consiste en reproducir prácticas de cuando siendo partido hegemónico tenía “tapados” y se hacía “destape”. En ese tiempo existía disciplina absoluta para acatar la premisa: “El que se mueve no sale en la foto”, propio de un país sin redes sociales ni democracia.  

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El “tapado”, como institución política (por ser una práctica cultural reiterada) existió entre 1958 y 1988 y fue personificado genialmente por el caricaturista Abel Quezada. Empero, su importancia y penetración social siguen aún vigentes. En la actualidad, tanto actores políticos como medios de comunicación hablan de “destape” cuando una persona expresa su voluntad de contender por algún cargo (caso Ivonne Ortega). Lo que no se entiende es que en nuestro país el único que “tapa” y “destapa” políticos es el Presidente de la República, necesariamente priista.

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La teoría y práctica del “tapadismo” fue creada por don Adolfo Ruiz Cortines. Consistía en jugar al “juego de la silla” con los “tapados”, en el que una vez dado el “dedazo”, vendría el “destape”; después, todos los demás “tapados” debían acudir a felicitar y disciplinarse con el “destapado”; posteriormente, se presentaba la inevitable “estampida de los búfalos”; y, finalmente, la bien organizada “cargada”. Todas estas, aportaciones político-culturales de México para el Mundo y la Ciencia Política.

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Lo que los actuales priistas no entienden es que el último “tapado” fue Miguel de la Madrid. Eso que antes era la gran fortaleza del PRI hoy es su principal debilidad. Anteriormente, el Presidente no sólo decidía un candidato sino a su sucesor. Hoy, a lo sumo podrá decidir candidato, difícilmente a su sucesor. Aplicar reglas del pasado a una realidad completamente distinta parece un error absoluto.

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Salinas, conocedor de esta realidad, ante la inevitable candidatura de Colosio —a quien no quería—  lo “destapó” para perjudicarlo, en vez de permitir una elección abierta para postularlo. Nada puede afectar más a un político que hacerse de una candidatura por imposición y no por elección, y más al del PRI.  

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Zedillo, que entendía de esto, aplicó en el PRI las primeras elecciones internas que un partido político hubiera efectuado en Latinoamérica. No obstante, perdió la Presidencia en 2000. Ahora, imagínense 18 años después cómo le podría ir a un candidato del PRI designado por “dedazo” y “destapado”, o producto de una elección simulada como “candidato de unidad”.  

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En nuestro país, el problema no es que el Presidente sea el líder real de su partido (lo que ocurre en todos los sistemas presidenciales del mundo); sino que, valiéndose de su condición, aplique prácticas y métodos que nada tienen que ver con la realidad actual y mucho perjudican a su partido. A no ser que esté en una posición similar a la de Salinas en 1993, pero ahora con relación a su partido.

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