Miércoles, 15 de Octubre 2025

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El PAN y los Clouthier

Por: Carlos Alberto Lara González

El Partido Acción Nacional enfrenta un dilema al vetar al hijo de Manuel Clouthier, “Maquío”, para participar como precandidato al Senado de la República. Un veto plagado de paradojas, si consideramos que una de las responsables de éste es Cecilia Romero, secretaria general del partido, quien huyera del Instituto Nacional de Migración hacia el Comité Ejecutivo Nacional para evitar ser indiciada por la muerte de 20 salvadoreños cuando dirigía el Instituto. O bien, que tanto ella como Juan Molinar Horcasitas, culpable indirecto de la muerte de cerca de 50 niños (en la guardería ABC) sean dos de los responsables del proceso electoral panista. El veto a Manuel Clouthier Carrillo, por emitir sus juicios en voz alta, es la paradoja mayor porque si bien el CEN panista considera que sus juicios dañan la imagen del partido, no hace lo mismo con el alcalde de Monterrey, Fernando Larrazabal, con los juicios de Miguel Ángel Yunes, ni con los hechos de la esposa incómoda del secretario de la Función Pública.

Las incongruencias en el PAN iniciaron en los ochenta. Al dar el PRI la espalda a los banqueros y empresarios, éstos decidieron tomar parte de las decisiones políticas del país de forma directa. Una de sus primeras reuniones para ello fue la de un grupo de 100 hombres de negocios, realizada en el hotel Colonial Las Fuentes de Ciudad Juárez, propiedad de Francisco Villarreal Torres, años más tarde alcalde de dicha ciudad y militante del PAN. En ese momento, fue el partido mismo quien fomentó y alimentó el carisma del apasionado y efusivo “Maquío”, aceptando la intromisión de organismos como Desarrollo Humano Integral A.C. (DHIAC), que tras haber fracasado en su intento por lograr su registro como partido político, se montó en los hombros del PAN hasta llegar a la cabeza. Desde ahí, con Humberto Rice como secretario adjunto del CEN, inflaron de forma innecesaria el padrón con el que “Maquío” ganó a González Schmal la elección interna. Por ese hecho el hijo de Clouthier no puede hablar de la democracia que pregonaba su padre, pues tan podridos estaban sus operadores como la directiva. Fue esa misma directiva la que ofreció a su padre los servicios de Diego Fernández de Cevallos, entonces representante del PAN ante Gobernación, para arreglar un tortuoso juicio ante las secretarías de Gobernación, Reforma Agraria y la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación, en tan sólo dos semanas (De eso sabe el desmemoriado embajador de México en Cuba, Jiménez Remus).

Lo lamentable del veto a la familia Clouthier, es que tanto Gustavo Madero como el hijo de “Maquío”, dirimen en los tribunales un asunto de elemental democracia, esa democracia, cuya promoción y defensa llevó a la tumba al tío abuelo del primero, y al padre del segundo.

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