Presionado por la oleada de repudio nacional y mundial por el asesinato del periodista Javier Valdez, el presidente Enrique Peña Nieto anunció el miércoles 17 de mayo tres “medidas extraordinarias” para proteger a periodistas y defensores de derechos humanos. Pero la palabra de Peña Nieto está tan devaluada que en ese mismo evento celebrado en Los Pinos, los colegas que cubrían el evento le gritaron: “Ya no más discursos”.En eso se convierten las promesas presidenciales: puros discursos vacíos y promesas sin cumplir. Ya nadie cree en las promesas y promesas de Peña Nieto porque se sabe que no cumple. El actual inquilino de Los Pinos es amante de la retórica y de las promesas en paquete de diez. Desde su campaña presidencial, el entonces candidato priista anunció un decálogo para un “gobierno democrático”; al tomar posesión de su cargo, el 1º de diciembre de 2012 anunció trece medidas para realizar en su sexenio. Y a lo largo de su mandato Peña Nieto presenta decálogos o medidas extraordinarias en momentos álgidos o de crisis política, pero solo para tratar de calmar la indignación y presión social de las calles.Hay varios ejemplos. Uno es el decálogo que presentó en su residencia oficial el 27 de noviembre de 2014, en el punto álgido de las movilizaciones en México y en el mundo en repudio al asesinato y desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa ocurridas el 26 y 27 de septiembre de ese mismo año. De nada ha servido ese decálogo, pues hasta la fecha los normalistas siguen sin aparecer en tanto que las desapariciones siguen incontenibles.Otro ejemplo ocurrió luego del escándalo corrupción e intercambio de favores entre la familia presidencial y una empresa constructora revelado en el reportaje periodístico de la Casa Blanca. La sospecha de componendas entre el presidente y la constructora Higa obligó a la esposa de Peña Nieto a dar la cara y tratar de convencer de que la finca era de ella. La comparecencia de la primera dama fue percibida tan falsa y actuada que en lugar de parar, hizo crecer la protesta social contra la corrupción. ¿Qué hizo Peña Nieto? En efecto, presentó un “decálogo”, supuestamente para combatir la corrupción. Este recurso de retórica ha sido repetido por Peña Nieto en otras ocasiones.El inquilino de Los Pinos llega a su quinto año de gobierno con un falta de credibilidad y deslegitimación como pocos mandatarios han tenido en la historia reciente del país. El país se encuentra en una profunda crisis y las medidas que propone el poder Ejecutivo son inoperantes o sencillamente no se cumplen.Por eso se multiplican los esfuerzos desde la propia sociedad para resolver sus problemas, por sí mismos, como están haciendo madres y padres que tienen desaparecidos; o las comunidades que se protegen y vigilan a sí mismas; o las decisiones que toman los pueblos en asambleas para impedir una actividad minera o extractiva o en defensa de sus bosques y agua.Por eso no sorprende que Peña Nieto escuche gritos, en su cara, de que no más discursos. Sus palabras no valen más que un billete de dos pesos.
