Corría la segunda mitad de los años setenta y tuve la dicha, mientras estudiaba en el Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, de representar a mi casa de estudios como jugador de futbol americano con el equipo más fuerte de la Universidad en ese tiempo, los Cóndores, donde el coach en jefe era Diego García Miravete y uno de los coaches y coordinador ofensivo era el profesor Mario Revuelta (qepd), hombre bueno pero de fuerte carácter que gustaba reñirnos cuando en los casilleros del campo de prácticas Roberto “Tapatío” Méndez en Ciudad Universitaria, mientras nos poníamos los arreos para entrenar, mis compañeros y un servidor escuchábamos a todo volumen canciones del legendario grupo inglés surgido en Liverpool, Los Beatles, pese a que éstos habían desaparecido como agrupación musical a finales de los sesenta, pero la mayoría de los integrantes del equipo que teníamos entre los 17 y 21 años de edad, conocimos su música por hermanos o primos mayores, o los hermanos y hermanas de nuestros amigos.Y mientras el coach García Miravete sólo sonreía y movía la cabeza con gesto divertido, el coach Revuelta nos apagaba la grabadora (eran los tiempos del cassette, aún no habían llegado los CD´s) y nos gritaba con su ya de por si potente voz: “Ya estuvo muchachos, no entiendo cómo les puede gustar la música de estos melenudos y marihuanos”. No faltaban las protestas de algunos compañeros y la respuesta del coach Revuelta era: “Calladitos y salgan para hacer de inicio series de 20 lagartijas, pararse, hacer dos series de ‘ametralladoras’ y un sprint hasta la yarda 30 y volver lo más rápido posible”. Y así hasta que el Coach determinaba que podíamos descansar, hacer estiramientos y fexibilidad antes de irnos a bañar, no sin antes como “en venganza” poner otra vez la música de Los Beatles, que ponía de mal humor a nuestro querido coach Revuelta a quien le gustaba mucho más la música clásica y trataba de inculcarnos ir por el buen camino musical, según él. El recuerdo viene a colación porque hace unos días el gran capitán de los Pumas y seleccionado nacional de futbol soccer, Miguel España, y su esposa Irma Smith, nos invitaron a Patricia mi esposa y a mí a una reunión en su casa y Miguelito recordó que ellos se motivaban antes de los juegos con la canción “live is life” del grupo austriaco Opus y no había quién los reprimiera o llamara la atención por tener a todo volumen esa canción.La música por cierto es común escucharla en los vestidores de casi todos los equipos según el gusto de algunos, aunque también en otros están en silencio y algunos oran antes de salir al campo, todas las costumbres muy respetables.Dicen que recordar es volver a vivir, y ese equipo de Cóndores ganó tres títulos seguidos en la segunda mitad de los años setenta, para ser exactos los años de 1978, 1979 y 1980, y de premio nos mandaron a jugar un partido en Portland contra la Universidad de Oregon en 1981, que fue mi último juego vistiendo la casaca con los colores aurinegros de esos inolvidables Cóndores donde jugábamos tres elementos de apellido Alonso sin parentesco alguno, el corredor Arturo, el apoyador Ángel y un servidor, guardia nariz. Todavía hoy cada año, sé que los jóvenes de aquella época se reúnen para convivir y recordar gratos momentos jugando un partido (los que pueden), acuden a saludar y comer juntos para convivir y poner la música de los Beatles, recordando al coach Revuelta y un montón de anécdotas, en mi caso el trabajo me lo ha impedido, pero ya estaré en alguna.
