Ha circulado en los últimos días una sentencia que reza más o menos así: “Estados Unidos tiene al peor presidente de los últimos cien años, y le pega el peor huracán registrado. Y a México lo sacude el temblor más fuerte de los últimos cien años, mientras tiene el gobierno más corrupto en un siglo.”Todo bien hasta el tema de la corrupción. ¿Será realmente el gobierno de Enrique Peña Nieto el más corrupto de los tiempos recientes?Si no lo es, todo hace sospechar que está muy cerca de serlo.Los ejemplos brotan por todas partes.El socavón de la ruta exprés de la autopista México Cuernavaca ha dejado al descubierto que prácticamente detrás de cada gran inversión por obra de gobierno hay una serie de bien planeadas estrategias, complicidades y simulaciones con el único fin de desviar recursos millonarios de esos presupuestos a los bolsillos de funcionarios y sus asociados constructores.Y el caso más escandaloso, y sobre todo doloroso, es la llamada “La Gran Estafa”, que fue dado a conocer hace apenas unos días, que habla de toda una estrategia, planeada, perfectamente diseñada y ejecutada al más alto nivel gubernamental para “desaparecer” en un par de años más de tres mil millones de pesos del presupuesto federal.Debió haber sido planeada por varios altísimos funcionarios, involucró a decenas más, y se ejecutó con perversa paciencia.La trama es más o menos así:Para poder ser proveedor del gobierno, todas las empresas deben estar rigurosamente constituidas, certificadas y dadas de alta en todos los registros habidos y por haber. Son varios los candados y bastante estricta la fiscalización. Pero hay un resquicio perverso: si el gobierno contrata a una universidad pública para que le preste un servicio, ésta puede a su vez subcontratar empresas para que hagan la chamba, y quedarse por ello con una comisión. Pero la gran perversidad es que esas empresas no están fiscalizadas como proveedores del gobierno, y por lo tanto pueden ser fantasma, y no se lleva control de si al final prestaron o no el servicio.Ya dedujo usted la trama. Dependencias como Sedesol, Banobras y Pemex, contrataron a por lo menos ocho universidades públicas (entre las que está ni más ni menos que la Universidad Autónoma del Estado de México), que a su vez subcontrataron 186 empresas de las cuales 128 son tan irregulares que no hubieran pasado filtro alguno de fiscalización.Se movieron recursos por siete mil millones de pesos, de los cuales se esfumaron en empresas irregulares o fantasma más de tres mil millones. Una auténtica fortuna que fue a parar a los bolsillos de una decena de hábiles y bien orquestados funcionarios públicos.Una autentica ignominia.La investigación la hizo Mexicanos contra la Corrupción y la publicó Animal Político, pero ni en sueños se habla de investigar oficialmente, denunciar y mucho menos castigar.Y lo peor, que parece que ésta es apenas una, de decenas de estafas que se ejecutan todos los días por nuestra clase política, y que se pierden en los océanos de la simulación y la burocracia.Resulta que es tan grave como rascar tantito y aparece la corrupción grosera del actual gobierno. ¿Algún día se hará justicia? Quién sabe.
