Riddick Bowe, cuando campeón mundial de los pesos pesados, sacó de un maletín el cinturón del Consejo Mundial de Boxeo y lo arrojó a un bote de basura. El acontecimiento se dio en Londres, el boxeador estadounidense no estaba dispuesto en exponer su campeonato con el británico Lennox Lewis, porque el máximo organismo lo obligaba a defender el 2 de enero de 1993. “Si Lewis lo quiere, no tiene más que recogerlo de la basura, entonces podremos llamarlo basurero”, manoteó Bowe. Su manager, Rock Newman, dijo “es una basura de cinturón”. Una serie de exabruptos que crearon por el negocio, o por el temor de Riddick de enfrentar a Lewis, quien lo había superado en la final de los Juegos Olímpicos de Seúl 1988. Pasaron alrededor de 14 años para que otro astro, el ya extinto boxeador venezolano de ascendencia peruana, Edwin Valero, cimbrará al mundo del boxeo, reconociendo en 2007 que “el CMB es un gran organismo, claro la AMB (también) lo es, tiene gran trayectoria, pero el Consejo, para mí, es el que lleva la batuta, es donde están todos los campeones, donde todos los campeones queremos estar... es con el que más trabajan los organismos americanos (estadounidenses)”. Los enterados aseguran que el 90 por ciento de los campeones mundiales, vamos, los reconocidos, han sido o son del Consejo Mundial de Boxeo. En 2007, Don King acaparó atenciones, se sentó en primera fila durante una audiencia general del papa Benedicto XVI. El promotor entregó al Papa un cinturón de boxeo verde y oro, el del Consejo Mundial de Boxeo, el de los campeones, momento que fue congelado por las cámaras de los reporteros gráficos, fotografía que imprimieron diarios de todo el mundo. “Sí, en el Consejo Mundial de Boxeo están los campeones mundiales, el prestigio que tiene lo hace valer, y todos los boxeadores queremos estar en ese organismo”, dijo el jueves el púgil tapatío Juan José “Goofy” Montes, quien el 2 de junio expone por primera vez su cinturón de la Federación Mundial de Boxeo, ante Víctor Zaleta, en el Coliseo Olímpico de la UdeG. “Goofy” en 2011 vivió su oportunidad para campeonar en el CMB, pero Tomás Rojas, titular Supermosca del máximo organismo, le propinó la cachetiza de su vida, superó en 11 rounds a un “Goofy” descontrolado, distraído, ofertando su físico para presentar un boxeo sin brújula, recibiendo castigo innecesario y olvidando que con su natural clase, debió haberse consagrado esa noche del 21 de mayo. “Simplemente es mi sueño”, dice “Goofy”, “ser campeón mundial del CMB, y no quiero que quede sólo en sueño, quiero lograr el objetivo”. Para Montes está claro lo que representa el cinturón verde y oro: “Económicamente, todos los beneficios que te da el ser campeón del CMB, tengo que luchar por conquistarlo, para tener una vida digna en un futuro”. El carismático ídolo de la colonia Santa Cecilia dice estar en planes para ser parte de una función importante el 15 de septiembre, “en donde voy a disputar una eliminatoria mundial del Consejo Mundial de Boxeo”... Y por ahí estaré atisbando.