Viernes, 29 de Marzo 2024
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Barcelona: no tinc por

Por: Luis Ernesto Salomón

Barcelona: no tinc por

Barcelona: no tinc por

Una vez más la barbarie ha atacado. Esta vez a un símbolo de la tolerancia del mundo latino. Una capital esencial de Occidente a la cual los latinoamericanos nos sentimos de una forma u otra ligados por generaciones.

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Las víctimas somos todos aunque los físicamente agredidos sean de más de 35 naciones del mundo. La reacción de la multitud plural que ha salido a las calles a gritar “No tinc por!” (“¡No tengo miedo!”) ha sido un eco que resuena por la libertad ante la escalda que llama a la violencia.

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Contrasta con la reacción del presidente Donald Trump al llamar a responder con más violencia: “Estudiar lo que el general estadounidense Pershing le hacía a los terroristas cuando los capturaba. ¡No hubo más terrorismo islamista en 35 años!”, escribió en la red social. El presidente se refería una leyenda atribuida al general Pershing, quien dirigió las tropas estadounidenses durante la Primera Guerra Mundial en Filipinas, según la cual capturó a 50 musulmanes, habría matado a 49 con balas bañadas en sangre de cerdo, y exoneró a uno de ellos para que fuera a contarle a los suyos lo que había pasado.

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La voz de la gente en la calle se vuelve un himno a la libertad que cantan miles ante la escalada de odio que terroristas y algunos mandatarios se empeñan en escalar. Trump se ha referido a un crimen de guerra, que los historiadores más serios sostienen que no sucedió, como un ejemplo de la conducta a seguir. Una vergüenza política que ya no sorprende dados los precedentes del personaje.

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No sólo es una falta de respeto a las autoridades españolas, sino a la propia institución armada norteamericana. La sinrazón de la acción reivindicada por el llamado ejército islámico debe ser respondida con la ley y las instituciones. Con la solidaridad mostrada de todos los frentes políticos de Europa y América, y con la acción de la población para defender la certeza que solo da el Estado de derecho.

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Desde México habrá que unirse al coro de no tener miedo ante quienes pretenden imponer la violencia como norma y el extremismo radical como única forma de pensar.

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Matar a inocentes en nombre de una causa religiosa o política degrada la condición humana. Ofende a todos al mismo tiempo. A lo largo de la historia se han repetido una y otra vez los asesinatos en nombre de la divinidad, desde los sacrificios hasta las conquistas, pero siempre se ha impuesto, al final la reflexión ante la escalda destructiva.

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El odio por motivos raciales, como el habido en Charlottesville, o por motivos aparentemente religiosos como los de Barcelona ponen de manifiesto la fragilidad de la seguridad en Occidente que ha sido invadido por el terrorismo desde dentro. Pretender tener frente a uno al enemigo, o peor crearse un enemigo en casa, para usar la violencia mortal contra él es el camino que deshumaniza. La maldad comienza donde termina el respeto al otro y crece ante la irracionalidad.

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Los catalanes y los españoles, están dando muestras duras al defenderse de la barbarie con la bondad de la razón puesta en la cabeza y de la ley en las manos.

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