En el segundo número de la revista “Perspectives in Biology and Medicine”, publicado en 2014, aparece un particular artículo titulado “The Hearthfelt Music of Ludwig van Beethoven”, elaborado por Zachary Goldberger, Joel Howell (médicos que laboran en las universidades de Washington y Michigan, respectivamente) y Steven Whiting (musicólogo perteneciente a esa última universidad).Motivados por la especulación de médicos, historiadores y musicólogos sobre la existencia de supuestas afecciones cardiacas que pudo haber sufrido el compositor, estos investigadores defienden la hipótesis de que se trataba de arritmias cardiacas que además quedaron reflejadas en varias de sus composiciones, de manera que creen posible hacer un diagnóstico analizando la música de Beethoven y su contexto histórico, esperando encontrar “electrocardiogramas musicales”.Así, el “ritmo galopante” y el “inesperado” giro armónico con el que inicia la Sonata para piano op. 81a describen “latidos auriculares o ventriculares prematuros”. El marcadamente sincopado motivo melódico que surge en el compás 353 de la cavatina del “Cuarteto op. 130” provoca una sensación de desconcierto y angustia “asociada a la falta de aliento que trae rápidamente a la mente la posibilidad de un mal cardiaco isquémico” e, incluso, los intervalos en el flujo melódico corresponden a “una pausa compensatoria”, como las que se observan en los electrocardiogramas de este tipo de enfermos. Además, las síncopas yámbicas encontradas en la Sonata para piano op. 110 tienen “cierto parecido a la disnea”.Se aprecia que el planteamiento está lleno de juicios subjetivos y claros problemas epistémicos. El contexto histórico se emplea de manera paralela al análisis, aportando datos diacrónicos que no inciden directamente en él. El marco fenomenológico que debería explicar las sensaciones que las obras analizadas provocan en el oyente se limita a la enunciación de ciertas opiniones personales, pero aún así se habla de expectativas, asociaciones emotivas y símbolos musicales, cuestiones que requerirían una investigación mucho más amplia para establecerse como valores. Incluso, para explicar el funcionamiento de un corazón arrítmico -elemento central de la hipótesis- apenas se incluye el trozo de un electrocardiograma que ni siquiera es transcrito musicalmente.El artículo que pretendía un tratamiento de orden clínico termina rezumando subjetividad para sostener a medias que Beethoven incluyó en sus obras supuestas abstracciones de un malestar cardiaco que ni siquiera se sabe con certeza que padeciera. Esto demuestra un afán teleológico, ese interés —a veces forzado— por la explicación final de las causas que debería ya estar superado en lo relacionado con el arte.